La deuda [Privado Lynette]

El corredor estaba frió... en general todo el inmueble estaba helado, casi como si el invierno hubiese decidido asentarse derrepente sobre el lugar. No, no había nieve, ni viento, ni el día estaba nublado... sencillamente la sensación térmica en los alrededores era baja... como esa sensación helada que acompaña a la pesadumbre al encierro en uno mismo, a la... depresión... pero... aplicado a un edificio.

La puerta de la habitación del maestro estaba entre abierta y si se esperaba del otro lado del portal no podía verse mucho o escuchar que algo produjese ruidos desde el interior... aunque... bajo la puerta se colaba un pequeño haz de luz tenue, oscurecido por las cortinas de la habitación.

Si la puerta se movía crugiria lastimosamente, como madera dura y carcomida, aun cuando se le veia en excelente estado, al dar el primer paso seguramente se levantaría algo de polvo y un aroma seco se respiraría en al aire. Todo se sentia tan... envejecido derrepente.

Al hacer ingreso al lugar, a simple vista pero oculto bajo la sombra que se tragaba el lugar entero, bajo la ventana y escasamente iluminado por la luz de la fria tarde estaria el Doctor... sentado sobre el suelo con las manos caidas a los lados casi inertes y las piernas flectadas sin ninguna dispocision en particular... su mirada... su mirada baja quedaria oculta bajo el flequillo del pelo descuidado...

Sus pies descalzos se enterraban el camino de tierra que la conducían desde el Orfanato hasta la Caseta Aparte, no recordaba la última vez que salio de los límites de este y si es que había tenido alguna razón en particular para haberlo hecho, por lo general no le gustaba si quiera andar por el patio frontal. Aunque por el contrario recorrer los frondosos caminos que rodeaban los exteriores de la Casona podía llegar a ser agradable, por la sombra y cobijo que estos ofrecían, si es que no se te cruzaba ninguna peligrosa criatura y conocías bien camino de regreso a casa.

La muchacha se abrazo a si misma frotando sus brazos para tratar de entrar un poco en calor, no vestía más que las ropas de siempre y realmente no era seguro que tuviese algo con que abrigarse, pero no le importaba... Estaba acostumbrada a resistir hasta lo más extremos climas. Pronto llego hasta la Caseta donde estaban las habitaciones de los profesores, esperaba no tener que cruzarse con alguno de los habitantes de allí, salvo por quien iba a ver claro. No se molesto en tocar la puerta de entrada, sabía que estaría abierta esperándola y con algo de pesadez camino hacia la habitación indicada.

La pelirroja deseaba estar en cualquier lugar menos en este, deseaba perderse entre los laberínticos caminos de las propiedad y que no fuesen a buscarla, con solo recordar esa noche... -Desearía poder olvidarla.- Pensó de pie frente a la entreabierta puerta del profesor Charles. Lamentablemente pese a sus deseos tenía una deuda que pagar y Lynette era una mujer de palabra, y para no alargar más el asunto entre por a la habitación

-Buenas tardes Dr. Charles.- Siempre lo llamaba por su título cuando algo no iba bien, aunque no necesariamente sea su culpa. Una brisa helada agito los rojos cabellos de la muchacha quien cerro la puerta tras de sí... Aquel lugar parecía estar más frío que a fuera.

Los ojos del maestro se abrieron, observando desde esa alicaída posición algunos de sus cabellos sobre el rostro, su cuerpo regado por el piso, sus piernas flectadas y... el piso. Lynette estaba aun lejos para ver si quiera la punta de sus pies. ¿El la había llamado para hoy? Estaba todo tan confuso todavía... ahora que su pasado era un libro abierto su presente era el que desaparecía a ratos.

Los dedos del hombre dieron un respingo, un movimiento reflejo, como si estuviesen reactivándose, como si recién la sangre fluyese en esa dirección y solo ejecutaron un movimiento... raspar de arriba a bajo la madera de la habitación ahí mismo donde estaban. Una raya y una pausa, dos rayas y una pausa, una raya y una pausa... así sucesivamente con increíble lentitud y es que la cabeza todavía la daba vueltas, le estaba costando reconectarse con el mundo exterior, tan sumido en si mismo que parecía un naufrago bajo el yugo del sol o un hombre perdido en el desierto, arrumando a una palmera que le da cobijo, pero no le da agua para beber y saciar una sed que desconocía hasta ahora. No... Charles no estaba tirado porque si, no estaba tirado por que fuese alguno de esos dias que despertaba depresivo, estaba tirado porque a penas y tenia fuerzas mentales para levantarse... tan dañado y sin saberlo... Entonces escucho una voz familiar... ahora más que nunca, demasiado familiar y cercana... con dificultad dejo escapar el aire de su interior haciéndolo vibrar a través de sus cuerdas vocales conformando un lento y lastimero murmullo.

Buenas... Bloom.... Lynette... Bloom.... Ese apellido... Oh! pequeña Lyne, el silencio también se alimentó de tí.

La escasa luz del atardecer que se colaba por las ventanas de la habitación le mostraron bajo sus pies el derrotado cuerpo del hombre. La muchacha se quedo de pie frente a él varios segundos aparentemente inexpresiva como quien se encontraba con un cadáver por primera vez en su vida, pero una de las manos masculinas araño el suelo varias veces sacándolo de aparente aletargamiento. El pecho de Lynette se desinflo abruptamente, había estado aguantando la respiración por todos esos segundos en se imagino lo peor y podría asegurar que su corazón también había dejado de latir. ¿Llorar? Le gustaría patearlo por asustarla de esa manera, pero el hombre no se veía lo suficientemente bien como para ser recibido con esa clase de saludo.

Lynette se acercó a Charles y se arrodillo a su lado. -¿Qué le sucede? ¿Por qué esta en el suelo?- Pregunto con calma y con un tono de voz suave, sería demasiado tonto preguntar si se sentía bien, no se veía para nada bien... Aunque a simple vista no tenía ninguna clase de herida, podría tratarse de alguna enfermedad o quizás el hombre estaba en sus días depresivos, pero... No, ella lo conocía bien en esos días. Una de las manos de la joven paso por sobre el rostro del Profesor sin llegar a tocar, no estaba segura de si moverlo o no, al final termino acariciando sus cabellos oscuros.

-¿Quiere que lo ayude a sentarse? ¿Necesita que abra las ventanas? ¿Tiene frío? ¿Le traigo unas frazadas? ¿Un almohada quizás? ¿O prefiere recostarse en mis piernas? ¿Le duele algo? ¿Se golpeo? ¿Hielo? ¿Lo acompaño a la enfermería? ¿O prefiere que traiga a la enfermera?... ¿Quiere que le sirva un té?- La pelirroja soltó un sin fin de preguntas, la preocupación solo se notaba en el tono de su voz, pero no en su rostro. Aunque quien la mirase de cerca podría creer ver como sus orbes se cristalizaban unos segundos, pero bajo toda circunstancia mantenía su compostura. En ningún momento dejo de acariciar sus cortos cabellos casi como si lo reconfortara luego de un mal día.

Calma y confort... eso comunicaban las suaves palabras y las caricias de la muchacha. Era refrescante después de todo, como cuando un niño es arrullado luego de tener pesadillas... pero Charles no era un niño, ni siquiera humano y tampoco había tenido pesadillas... las estaba viviendo.

Con un solo, lento y fluido movimiento lazó ligeramente su barbilla, permitiendo que el rojo fulgor de sus ojos se colase entre sus cabellos logrando ver los ojos de la muchacha... ¿Estaba realmente preocupada? Oh dulce tragedia, Ojalá las cosas no terminen en muerte... pero de ser así entonces hay que hacer que valga la pena el corto tiempo que le queda... ¿Tiempo? Charles sonrió para sí. Estaba midiendo el tiempo ¡ Programándose! incluso aunque fuese para morir.

Volvió a bajar la vista meditando... 1.63m, peso promedio aunque posee una mayor fuerza de brazos que el resto, algunos gramos adicionales por los grilletes y cadenas ¿2kg? quizás, Nunca averiguó si eran oro o solo una imitación... Descalza por lo que veía y ligeramente embarrada, eso le daría agarre uhmmm... muestra una preocupación e interés real en ayudar y su cerebro esta tan acostumbrado a las cadenas, que las ignora la mayor parte del tiempo... eso implica que si ha de moverse hacia la izquierda las cadenas deben pasar por..... aquí... ¡No! por aqui, hay que considerar el largo de la prenda y la libertad de las piernas. Perfecto... La velocidad de reacción se vera mermada por la impresión o sorpresa. ¿Mi reacción? tiempo estándar.
Debía ser preciso, no deseaba dañarla en lo más mínimo... trataría de causarle el menor dolor psicológico posible, más no podía asegurar del todo el dolor físico... Lynette podría soportarlo seguramente.

La mano que hasta hace poco estaba rasgando el piso indicó hacia la puerta del baño... Agua Murmuró.

Si la chiquilla se giraba en la dirección de la puerta irguiéndose, una de las manos del hombre tiraría de la cadena que lentamente se arrastraría por el suelo antes de elevarse, provocando que la dama perdiese el equilibrio y cayese de espaldas. La altura no seria mayor a los 70cm por lo que no habría daños en la cabeza de la muchacha e incluso ella tendría tiempo de evitar el golpe con un movimiento reflejo al sentir el suelo con la espalda. Acto seguido reposaría su cuerpo sobre ella sosteniendo ambas cadenas con una mano y diría Bloom Hay tantas cosas que deseo contarte, pero tu cuello esta en juego... Sonrió, era el cuello del hombre el que estaba en peligro Dime... ¿Que harías sabiendo que no verás otro dia?

Sus ojos se encontraron con los carmesí del Profesor, y esta vez fue ella quien oculto su rostro tras la sombra que proyectaban los cabellos rojos que caían sobre su frente ¿Por qué esconder su preocupación? La respuesta era simple, porque era orgullosa y su orgullo había sido herido la noche anterior cuando por esos breves minutos quito la coraza que cubría su corazón. La mano que estaba jugando con los cabellos se movió hasta una de las cienes haciendo un masaje circular, ese pequeño acto a veces podía ser tan relajante y en este preciso instante el hombre se tomo varios segundos para volver a reaccionar.

Entonces una mano se movió, sin pensarlo el rostro de la muchacha se giró hacia donde indicaba, la puerta del baño. -En breve.- Fue lo único que contestó poniéndose de pie, y no dio más de dos pasos para sentir el peso extra que acarreaban sus cadenas y como una de estas era jalada hacia el suelo ¿Sorpresa? Por supuesto, pero Lynette era la clase de persona que actuaba por instinto y reflejos. Su cuerpo se contorsiono ligeramente ayudando a que no cayese completamente de espaldas, su brazo izquierdo amortiguo gran parte de la caída seguramente ese le dejaría un buen moretón, pero no fue lo único que hizo en esos breves segundos.

Sus cadenas serían sostenidas por una sola mano y el cuerpo del Maestro se iría sobre ella ¿Como quitarse el cuerpo de un adulto que medía un metro noventa? Lo escucho con atención, pero no respondió inmediatamente. La joven estaba molesta y se notaba en el rojo intenso de sus mejillas. Sus manos tironearon de las cadenas, el hombre podría sentir como la mano que las agarraba era aprisionada con fuerza ¿En que momento?... ¿Ignorar las cadenas? Claro, porque las sentía como una extensión más de su cuerpo y podía lograr cosas asombrosas en cuestión de segundos. -¿A caso eso importa?- Le preguntó con cierto tono de rebeldía. Había otro punto en el que Charles se equivocaba, la fuerza de Lynette no se concentraba en sus brazos, no... Esta residía en sus piernas y en la posición en que se encontraba solo necesitaba un único y potente movimiento, debería emplear toda su fuerza de voluntad y esta estaba enardecida en este momento.

Su pierna derecha se enrosco en el cuerpo del profesor asegurándolo fuertemente y los músculos de la otra pierna se tensaron de tal manera que parecía que fuesen a desgarrarse. Un solo impulso con todas sus fuerzas logro mover el cuerpo de aquel adulto, se empujo con su pierna izquierda y aprovecho el peso del hombre para hacerlo caer sobre su espalda. Sus hombros sonaron a causa del abrupto movimiento, probablemente dislocándose, pero no pareció importarle a la pelirroja, por el contrario con otro "crack" todo parecía estar en su lugar. Charles conocía bien a Lynette, pero no tan bien como él creía... Especialmente el tiempo que paso con los Bloom, aquella particular familia que le dio las armas para defenderse.

Su corazón palpitaba con fuerza, sentía aún rastro de adrenalina correr por su cuerpo y probablemente a la mañana siguiente le dolería todo, ya que había hecho que su cuerpo llegase al límite de lo imposible con tal de darle vuelta a la tortilla. Ya no era esa niña que se dejaba dominar ante los castigos físicos, los podía resistir y si quisiera los podría enfrentar... Pero la sumisión era parte de su naturaleza, confrontar a los adultos no era correcto, pero no había nadie más viendo. -Charles, la muerte esta a la vuelta de la esquina ¿Por qué habría de ser una excepción? Puede que muera mañana mientras lave la ropa o quizás luego de las reprimendas que tomes contra mi ¿Por qué cambiaría mi estilo de vida sabiendo que voy a morir? Vivir fuertes emociones o conocer lugares inhóspitos, prefiero pasar mi ultima tarde fregando el suelo.- El aire escapo con fuerza de su nariz, aunque no llego a ser un resoplido, su cabeza estaba hirviendo. No es que no sintiese ninguna clase de apego por la vida, pero la muchacha era de esas pocas personas que podía disfrutar de hasta los mas pequeños e ínfimos detalles que otro fácilmente pasaría por alto. ¿Por qué no lo bese? ¿Por qué puse la ropa de color con la ropa blanca? ¿Por qué no hice esto o aquello? Esas preguntas la torturaban como a cualquier persona, pero no se podía volver atrás y tampoco huir, solo seguir adelante y vivir.

Charles la observó caer sobre su espalda, caer en la dirección indicada, pero entonces notó que algo no andaba bien... aunque decir "algo" era realmente poco... en ese preciso instante el maestro no tenia conciencia de cuan mal estaban saliendo las cosas para él... y es que más pronto que tarde, y luego de haber pronunciado sus palabras la mujer hacia una demostración de su fuerza y voluntad volcandolo a él sobre su espalda.

No le fue ajeno el esfuerzo realizado, ni le fue ajeno como ella termino dislocando y luego reparando su brazo para lograr tal hazaña... Esta mujer estaba realmente fuera de sus cabales. ¿tanto daño había hecho Charles?... No, no era eso... era este nuevo Ser, esta criatura arcana, pero perdida, la que no había actuado correctamente, tratando de jugar con ella para lograr sus fines, mas.... mas cuan equivocado estaba de todo. Es que... ¡Maldición! poseía todos los datos, todos los hechos pero había perdido su capacidad de actuar... todo debido a que estaba manejando demasiada información, demasiados datos. Oh AEON cuan equivocado has estado todo este tiempo y la chiquilla frente a ti te lo ha demostrado con fuerza, voluntad y sabiduría en sus palabras. ¿Cuantas veces más pretendes equivocarte hombrecito?

Los ojos del maestro estaba fijos en los de ella, sorprendido claramente sorprendido y completamente atónito. Su rostro se volvió levemente de izquierda a derecha como si estuviese desorientado y aun cuando abrió la boca un par de veces no logró escapar ninguna palabra de ella. En verdad se había vuelto una mujer. en verdad su princesa lo había liberado para... ¿esto? No! el había entendido mal las cosas.

Los ojos del maestro se cerraron aceptando sus culpas.

Lynette... Yo no soy el chico de rojos ojos que te observaba desde la oscuridad de pequeña... pero... ¿ Debía ser así de difícil decirlo? Se supone que así fuese -entre otras cosas- era una prueba despues de todo, era estar en la cima de un edificio preguntandose si se era capaz de saltar hasta el otro sin precipitarse al vacio ...Quisiera ser el que te observe crecer.

Lo vio dudar, lo vio dudar en más de una ocasión sin decir una sola palabras, evitando su mirada. ¿No la regañaría por tal atrevimiento? ¿Estaría pensando en otro castigo para ella además del que le debía? No, el hombre no era el mismo y no parecía ser una de sus tantas personalidades ¿A caso sería una nueva personalidad? Una que no conocía, una que estaba oculta a los ojos de los demás, pero... ¿Era posible? -Charles.- Susurró su nombre bajito, tan pero tan bajito que a penas fue audible porque sus rostros estaban enfrentados y a centímetros de distancia. Ahora su rostro por completo expresaba la preocupación que sentía por él, su ceño estaba ligeramente fruncido y sus labios apretados, y su mirada entristecida lo reflejaba todo.

De pronto un fuerte latido de su corazón la hizo reaccionar y una extraña idea paso por sus pensamientos... Y si aquel sujeto frente a ella era el verdadero Charles ¡Imposible! ¿O no? Lynette le conocía sólo lo que él había mostrado, jamas hablaba sobre su pasado y las veces que lo hacia eran bastante dudosas aquellas historias. Aquel hombre tenía tantos y diferentes rostros, para la muchacha todas y cada una de ellas eran el "verdadero Charles" y probablemente las quisiera a todas por igual aún si ellas no la querían a ella o justo ese día tenían preferencia por algo que no fuera femenino y/o humano.

"No soy el chico de los ojos rojos"... Aquellas palabras la dejaron en jaque, había tocado aquella vena sensible que había olvidado que tenía. ¿Quien era ese chico de ojos rojos? Lo recordaba lo tenía grabado a fuego en su memoria ¿Y porque no podía recordar? ¿Por qué le provocaba tanta nostalgia y dolor? Y al mismo tiempo deseaba desde lo más profundo de su corazón que aquel hombre frente a ella fuese su "chico de los ojos rojos". Por un momento empezaba a sentir como de nuevo algo dentro de su pecho se rompía, una ilusión que se había armado por si sola y sin darse cuenta desaparecía.

"Quisiera ser el que te observe crecer"... Ahora era aquella frase la que la estremeció y la devolvió a la tierra, pero... no estaba del todo segura de como interpretarla. Pero había algo de lo que estaba completamente segura y es de el hecho de que había una de las preguntas mencionadas anteriormente que no dejaría que la siguieran torturando y que con gusto aceptaría sus consecuencias. "¿Por qué no lo bese?"... Lynette apretó sus labios con fuerza contra los del Profesor quitandole el aire de un solo movimiento, y fue un beso profundo, un beso cálido y cargado de sus sentimientos, un beso que sería recordado sin importar que.

Respiró agitada cuando se separo e intento ponerse de pie tratando de alejarse avergonzada, pero había un pequeño detalle que había olvidado. Estaban amarrados por sus muñecas y manos, y por más que la joven tironeara no podía deshacer el nudo que se había hecho... No tardo en darse por vencida y en acomodarse sobre el cuerpo del maestro. Su mirada desapareció bajo sus cabellos rojos y dos grandes lagrimas rodaron por sus mejillas, sin saber porque... Quería gritar y llorar con todas sus fuerzas.

Sus ojos se mantenían fijos en los hermosos orbes de la dama sobre él, observándola, buscando alguna respuesta en ellos, tratando de descifrar las palabras, las frases, las ideas que se construían detrás de aquellos ojos. "Charles" murmuró muy bajito, solo para él y ella o quizás solo para ella, pero como fuese creó un extraño efecto en el hombre, quien se sentía extrañamente ajeno a ese nombre, no lo sentía propio, no se sentía en los pantalones de ese nombre.

Entonces algo cambio en el brillo de los ojos de ella y antes de suponerlo siquiera los labios de ella se cerraron sobre los del hombre. Aeon trató de alejarse, pero Charles lo empujó de vuelta correspondiendola sin cerrar los ojos, solo juntando sus labios y empujando un poco con ellos contra la presión que ejercía Lynette... Si, la estaba besando de vuelta.

Ella comenzó a removerse incomoda, tratando de huir de tan vergonzosa situación, pero ¿por qué? No la había reprendido por llamarle por su nombre de pila o por empujarlo contra el piso o por tantas otras razones y aun así creía que debía huir. ¿El cariño merecía ser castigado? Ni Aeon ni Charles estaban al tanto de esa respuesta.

Cuando ella se rindió se acomodo sobre él escondiéndose... El hombre trató de abrazarla. Por algún extraño motivo, tengo recuerdos de que en algún grado, cada una de mis facetas te ha querido al menos un poquito. susurró despacito y te hemos querido de distintas maneras... En ese tiempo no sabíamos porque nos resistíamos, mas ahora lo sé...

Hizo una pausa dejando que el aire de sus pulmones escapase lentito y con ese aire escapasen estas palabras. Mentí. Soy yo el condenado a no ver el mañana.

Su pecho bajaba y subí abruptamente como si estuviese a punto de romper en llanto, pero era tanto el empeño que ponía para que eso no sucediese que sentía un profundo dolor en su pecho y un agudo dolor de cabeza, creía que sus ojos se saldrían de sus cuencas y prefería eso a llorar como la niña tonta que era frente al hombre que amaba. Ni siquiera se había dado cuenta que el beso había sido correspondido por Doctor, para ella eso era algo prohibido, algo que no debía pasar, algo nuevo y que nunca había pasado. Su primer beso. Aquel primer beso que había prometido a alguien más y sentía que ardería en las llamas del infierno por haber incumplido aquella promesa y otras tantas... Y aún así, si era por Charles ardería con gusto si él la acompañaba.

Torpemente fue atraída hacia el cuerpo contrario creyendo que quien sabe que le iban a hacer, todos los adultos en su vida -A excepción de los Bloom- fuese lo que fuese que hiciese o dijese le contestaban con castigos y regaños, él era la excepción y no sabía como reaccionar a ello ¿Hubiese preferido que la golpease, que le gritase? Lynette no tenía idea de como interactuar con otra persona y tampoco tenía idea de como había aprendido a dar "cariño". Todas aquellas palabras resultaban como puñales, dulces puñales que carcomían poco a poco la coraza sobre su tierno corazón. -¿Y tu... seas quien seas...? ¿Tú me quieres?- Decir aquellas palabras resultaron un dolor tanto físico como emocional, su garganta estaba hecha pedazos y sus mejillas ardían. Pero antes de que esa pregunta fuese respondida el Profesor volvió a hablar.

Sus orbes rojos se abrieron por completo, no temía por no ver otro día, pero la idea de que una persona que quisiese mu... muriese... eso si que le atormentaba por completo, no volver a ver a sus seres queridos era peor que cualquier clase de castigo. -No...- Varias lágrimas saladas empezaron a rodar por sus mejillas. -¿Por qué?...- Su rostro empezaba a empaparse por completo y algunas de las gotas morían sobre los cuerpos de ambos. Lynette se abalanzo sobre él tratando de estar lo más cerca posible, como si quisiese compartir el mismo destino o cambiárselo, pero no quería... -No quiero... Yo... No... Yo quiero...-

Los vagos y apenas entendibles balbuceos se convirtieron en un desesperado grito. -¡Quiero hacerte feliz! Hasta el final... y por siempre...-

¿Cómo que Tu? y si, te tengo cariño murmuró y dijo con una divertida y breve sonrisa sonrisa que desapareció lentamente con las palabras de la muchacha. El hombre se llevo la mano libre a los cabellos de ella acariciando su nuca mientras respondía con lentitud dejando que las palabras escapasen en un suspiro.

Lo que nos detenía y aun me detiene es... que no soy humano, no envejezco... de... quererte, estaría condenado a verte envejecer y morir. deglutió y tienes una promesa que cumplir, una promesa que el Silencio borró... algún día terminaras dejando este lugar y no podre seguirte. Estoy atado aquí.

Dejó que su cabeza cayese hacia atrás depositando su nuca en el suelo de madera. Mi ama me envió en una búsqueda. Si no me convierto en lo que ella necesita o en me torno en una amenaza probablemente pereceré... y de no hacerlo, solo seré otras cadenas para ti... coartando la felicidad que te espera lejos de aquí o... sencillamente olvidándote, abandonándote sin quererlo.

Eran muchas palabras muchas ideas y ninguna certeza, era una carga pesada, una carga que quizás condenase a la pobre muchacha también. Aeon desconocía hasta que grado podría mantenerla a salvo, cuando ni siquiera el estaba seguro de seguir existiendo... o de existir.

Aunque... y nunca me había dado cuenta... que... era feliz

-Te tuteare todo lo que quiera, no te mereces ser nombrado de otra manera por como estas actuando...- Lynette se sintió completamente ofendida ante esa divertida sonrisa ¿Le parecía divertido verla en ese estado y confezandole sus más profundos sentimientos? Aunque esas palabras que empezaron con naturalidad empezaban a decaer a medida que iba hablando, y es que decirle eso a un profesor iba contra su naturaleza y creencias, aun así trato de mantenerse firme.

Aún varias lágrimas brotaban desde sus ojos, lágrimas que estaba conteniendo desde hacia quien sabe cuanto tiempo. No pareció verse sorprendida ante aquellas declaraciones y es que desde hace tanto tiempo que vivía en aquel orfanato que cosas de ese estilo no le parecerían imposible aunque fuese la primera vez que escuchara algo así. La pelirroja resopló y no solo eso, sino que resopló frente al rostro del hombre provocando que cerrase sus ojos. Y, entonces, como si las cadenas jamas hubiesen estado enredadas entre sus manos y muñecas, una de sus manos se libero propinando un fuerte golpe en la mejilla derecha de Charles. La otra mano también se libero y empezó a acomodar las cadenas en su lugar en silencio.

-Eres... Tonto ¡Tonto! Entiendo que deba ser difícil ver morir y envejecer a alguien que quieres, pero ¿No crees que es peor privar de tu cariño a esa persona que esta destinada a morir tarde o temprano es aun peor? Esos pequeños momentos y muestras de cariño son los que hacen que valga la pena vivir aún sabiendo que algún día se terminaran... Tu podrías volver a encontrar a alguien o incluso profundizar tu amorío con el "Árbol abrazable", pero yo no tengo muchas oportunidades y créeme Doctor que digas lo que digas no pienso rendirme y dejar de insistir... Te haré feliz hasta el último suspiro de mi Vida te guste o no.-

Se puso de pie mientras decía aquellas palabras y camino hasta la cocina donde busco un vaso de vidrio, luego fue hasta el baño. Sus pasos resonaban fuerte por el lugar, ya que lo pisaba con cierta furia con sus talones. En el baño lavo su rostro, el cual seco con la misma falda de su vestido, y lleno el vaso con agua, volvió a la habitación imponiendo su presencia frente a el hombre. Tomo un poco de agua y luego la acercó a los labios del hombre para que se refrescase un poco sus labios y también lavó su rostro con algunas gotas, recién había caído en la cuenta de la tremenda cachetada que le dio... Pero estaba tan molesta y desorientada. Se cruzó de brazos y le mostró las relucientes cadenas doradas.

-Tu señor que lo sabes todo ¿Sabes lo que representan estas cadenas para mi? ¿Crees que las llevo como un estigma? Puede que cuando me conociste de niña cuando apenas sabía atarme los zapatos hubiese sido así, pero ahora es muy diferente...- Apretó el puño que mostraba con fuerza tensándose sus músculos. -Conocí el mundo exterior, viví muchas aventuras y desventuras junto a mis padres adoptivos a pesar de que fueron pocos años ¿Qué si quisiera volver a verlos? Obviamente ¿Qué si quiero abandonar este lugar? No mientras tu estés aquí...- Hizo una breve pausa para tomar aire y prosiguió, aún había mucho que decir.

-Aún si me olvidases, aún si ni siquiera pudieras recordar mi nombre, aún si volviese a rechazarme, aún si cambiases de nombre, aún si tuviese que mantenerme oculta en tu sombra... No me apartaría de tu lado, no dejaría de insistir por lo que siento, te recordaría mi nombre la veces que fuesen necesarias, te demostraría mi cariño aunque no me lo pidieses, y te atendería casi con el mismo cariño con el que atiendo a los Príncipes. ¿Te preocupa que los descuide? ¡Jamas! Mi espalda es lo suficientemente fuerte como para cargar con ese deber y tú.- Sin en algún momento había sentido frío al venir aquí este ya había desaparecido por completo, su sangre hervía y sus mejillas ardían. Entonces sus piernas temblaron provocando que cayera de bruces sobre el suelo abruptamente y su mirada se desenfocó. El vaso rodó por el suelo, pero no se quebró.

-No puedo... Mi promesa... Cumplirla... No...- La palabra "Promesa" resonaba con fuerza dentro de sus fallidas memorias y una vaga imagen de una roca de puntas redondeadas se dibujo en su mente, no podía recordar su inscripción y menos aún su ubicación, pero por alguna razón la asociaba al relicario que le fue quitado al volver al Orfanato. La temperatura del cuerpo de Lynette era alta, y no precisamente por su enfado... Solo fueron unos segundos de delirio en lo que algo pareció activarse, pero solo fueron unos segundos y no derramo una sola lágrima porque era algo que sabía a pesar de no recordarlo. Jamas podría abandonar el Orfanato. La muchacha se arrastro con sus brazos hasta quedar otra vez sobre Charles.

-Ni aunque el volviese te libraras de mi.- Susurró suavemente y respiro con cierta dificultad. En su vida se había esforzado tanto física como mentalmente, se había llevado a extremos que desconocía y había dicho cosas que no tenía idea que pensaba. -Ahora... No te dejare todo servido en bandeja de plata aunque seas Mi Amado Profesor... Por una vez en mi vida yo seré quien te cuide y guié... Y luego puedes cas-ti-gar-me.- Sus ojos se cerraron lentamente y su cuerpo helado a pesar del calor que la embargaba, Lynette sonrió brevemente y luego volvió a su habitual expresión neutral. No estaba dormida, ni se dormiría... Solo necesitaba descansar y escuchar, ya había hablado como nunca en su vida.

La mirada del hombre se habia desviado ligeramente cuando habia terminado de hablar y junto con las primeras lagrimas de la peliroja la mano libre dell hombre se fue a la mejilla de ella acariciandola, humedeciendo sus dedos con esas gotas que resbalaban cuesta abajo.

Cuando sintió el resoplido volvió la vista a ella encontrandose con un resoplido más fuerte que le hizo cerrar los ojos y luego... luego sentir las caricias de ella expresadas en un puño cerrado directo a su mejilla. Lentamente separó los parpados dedicandole una mirada inquisitiva y completamente falta de disgusto alguno. Aun así la ceja estaba enarcada...

Sin cambiar de expresión, pero bajando la mirada levemente de manera pensativa escucho a la mujer para luego seguirle con la mirada viendo que iba al baño y volvia con un vaso de agua. Se irguió quedando nuevamente con la espalda afirmada contra la muralla bajo la ventana. Sentado, ahí como estaba... resopló.

A la mujer se le estaba pasando la mano, pero hasta donde recordaba nunca antes habia hablado tanto en tan pocos segundos en toda su vida. No detendria ese descargue bien merecido que tenia, además... en el fondo estaba divertido, primero por verla así tan natural como era y luego recordando sus amorios con el "Arbol abrazable" entre tantos otros objetos inertes ¿Volveria a ello luego?

Ella era fuerte.

Cuando finalmente cayó y la vió recorrer el camino de vuelta a él, la observó con una sonrisa calida, denotando la preocupación propia del momento. el sabia que Lynette no estaba mal, solo algo embotada... la traeria de vuelta.
Cuando ella llegó a su lado olisqueo el cuello de la muchacha rozandola con su nariz y luego asomando levemente su lengua, lamió la mejilla de la chiquilla... Solo entonces poso sus manos sobre los hombros de la chiquilla bajando por su espalda para traerla hacia si abrazandola.

Gracias Le susurró refiriendose a todo lo que ella habia dicho, por los momentos que ella queria vivir, por el cariño que le tenia, por su fortaleza y ferrea voluntad, por todo eso y más... simplemente gracias.

Frunció sus cejas ligeramente, sentía su cuerpo algo entumecido y el sobre-esfuerzo físico que había hecho anteriormente empezaba a pasarle la cuenta, pero no podía negar que se encontraba bastante a gusto el estar recostada sobre Charles. Y entonces cuando empezaba a relajarse por primera vez en todo el día sintió que algo rozaba su cuello y la piel entera de su cuerpo se erizaba por completo al instante, pero no salto o huyo como normalmente lo hubiera hecho... Hasta que su mejilla fue lamida y la muchacha se sobresalto bastante volviendo a abrir sus ojos y agitando un poco sus manos como si intentara apartar al hombre. Pero ya era demasiado tarde, él la tenía atrapada entre sus brazos en un cálido y fuerte abrazo, justo lo que necesitaba... Inevitablemente correspondió al abrazo.

-No he hecho nada más que gritarte y golpearte, no merezco tu agradecimiento.- Se ruborizó y no porque estuviera apenada, sino porque aún lo seguía tuteando sin darse cuenta... No es como si su relación se hubiese hecho más cercana, o quizás si un poquito, pero aún así él seguía siendo su Profesor y ella una Huérfana más. Lynette se cubrió el rostro, sin dejar de abrazarlo, cayendo en la cuenta de todo lo que habían dicho y todo lo que había hecho, ahh... La pobresita se había paralizado de la vergüenza ¿El la quería? Eso había escuchado.

El maestro le mostró una gran sonrisa, energética y sincera ooohh jojo... has hecho más que solo gritarme y golpearme luego de ello acaricio el costado del rostro de ella empujando ligeramente el mento de la chica hacia el de él, luego besó suavemente los labios de chica y comenzó a ponerse de pie aunque eso no liberará de tus responsabilidades muchachita agregó moviendo el dedo indice acusadoramente, pero sin borrar la alegría de su cara.

Una vez de pie se dirigió hacia su armario quitándose la corbata y la camisa de colores, quedando con la desnuda y ancha espalda hacia Lynette. Tomó una camisa blanca y arrugada del mueble poniéndosela, abotonandola con toda calma mientras canturreaba por lo bajo para luego agregar una negra corbata a su cuello. Mientras la acomodaba se giró hacia la muchacha Debo retirarme

Acto seguido con su derecha tomó todas sus camisas del armario regándolas por el piso y con la izquierda volteo el velador No olvides que debes dejar todo limpio antes de volver al orfanato.

Dicho esto salio de la habitación cerrando la puerta detrás de si. Inspiro con fuerza, se sentía bien actuar como lo haría el viejo Charles.... dejo salir el aire... aun quedaba un paso más que dar antes de sentirse salvado. Solo esperaba que estas no fueran las ultimas palabras que le dedicase a la muchacha.

No se esperaba ese beso. La muchacha estaba completamente roja, el color de sus mejillas resaltaba tanto como el de su cabello y sus brillantes ojos, y lo único que atino hacer fue el llevarse sus manos hacia su avergonzado rostro. Un involuntario sonido escapo de sus labios, se escucho casi como un pequeño aullido y estando aún en el suelo trato de incorporarse, pero entonces vio como Charles se quitaba la camisa... Sus manos ahora cubrían sus ojos, demasiadas fuertes emociones por un día pensaba, pero aún así entre sus dedos se colaba la imagen de aquella amplia espalda desnuda... Lynette se sintió más pequeña que nunca.

El hombre abandonaba la habitación, y a pesar de que eso le provocaba cierta tristeza había una gran y radiante sonrisa oculta tras aquellas temblorosas palmas. Estaba feliz, el Profesor se veía como mismo de siempre... Respiro profundamente y luego soltó el aire abruptamente sintiendo como su cuerpo se relajaba y entonces por fin pudo pararse. Le esperaba una ardua tarea, pues planeaba dejar la habitación más que impecable y si el tiempo el alcanzaba dejarle algo preparado a Charles para cuando volviese.

Lynette volvió a poner el velador en su sitio y empezó a recoger una a una las camisas, de reojo vio como la silueta del Doctor se alejaba a través del cristal de la ventana. No se pregunto a donde se dirigía, tampoco tenía idea con quien iba a encontrarse, pero si sabía que fuese a donde fuese ella estaría siempre esperándolo.