Escapada a la hora del Té [Privado lynette]

Finaaaaalmente estaba descendiendo el Sol, finalmente la tortura de caminar durante el dia se iba esfumando dejando la calma del silencio y la brisa nocturnos, tan placenteros y regocijantes, especialmente cuando se trata de escabullirce y era ello precisamente lo que tenia al Doctor en movimiento a paso quisquilloso... Si! quisquilloso y lento mientras se mezclaba con el lugar hasta dar con la Cocina.

Extrajo una de las llaves de su chaqueta abriendo la puerta y metiendose a dentro como si fuera alguna clase de ladrón. No lo era, por algo tenia en su poder esas llaves, pero ponerse en el papel de un ladrón hacia las cosas más interesenta y por lo general atraia a otros curiosos... oh! curiosidad, siempre haces ligeramente más atractivas las cosas aun más insignificantes, siempre tuerces la realidad como el cuento de los monstruos bajo la cama y toneladas de otras cosas que envuelven a este delicada, pero fuerte emoción.

oh... ehm si! nos quedamos en el escurrimiento. Ya estamos dentro del lugar de hecho, con el Profesor restregandose las manos mientras busca con la mirada la tetera donde pondra sus secas hojas de té.

Sus pies descalzos no producían sonido alguno sobre las tablas de madera que componían el suelo del orfanato, particularmente el suelo del pasillo que conducía a la cocina. La joven siquiera tenía la necesidad de caminar sobre las puntas de sus dedos para ocultar su presencia y su vestido blanco siquiera susurraba al rozar contra su piel, sus movimientos eran tan sutiles y precisos casi como si conociera cada una de esas tablas sueltas y chirriantes, o de aquellos clavos que sobresalían amenazando con atravesar a cualquier persona inadvertida que pase sin prestar un poco de atención a lo que lo rodeaba.

Lynette se asomo por el borde del corredor observando como una figura masculina se escabullía cual ladrón por la puerta de la cocina, sabía quien era, después de todo lo estaba siguiendo desde hacia un buen tiempo y confiaba en que los pasos del hombre lo guiaran hasta aquella habitación. No solo lo había vigilado en esta ocasión, siempre estaba al tanto de sus movimientos y de los lugares que frecuentaba... Porque si quería encontrarlo, o evitarlo, debía conocerlo mejor de lo que él se conocería a él mismo. Era un sujeto tan particular, cambiante e impredecible al mismo tiempo que le atraía también le provocaba cierto cuidado para con él.

Aunque el Dr. Charles fuese su objetivo actual no lo estaba persiguiendo solo porque sí, no era alguna clase de psicópata o mujer obsesiva, no, había otra razón aún más primordial que cualquier cosa que debería estar haciendo en este momento y para eso necesitaba al profesor. La muchacha tan silenciosa como siempre ya estaba de pie frente a la puerta, la cual abrió con sumo cuidado y una vez ingreso, cerró tras de si sintiéndose un suave "click".

-Buenas tardes profesor Charles.-

Al escuchar el "click" el hombre se embaró iriguiendose con rapidez sin voltarse a ver a la chica. Entonces eras vos quien me seguia los pasos. Sonrió Me alegra saber que es la "mucama" y no alguna criatura retorcidamente extraña de esas que deambulan cuando el sol se oculta.

El hombre permaneció aun en su sitio, como mezclándose con las sombras, y es que al ser cerrada la puerta no había luces algunas que alimentasen la Cocina sumiendo el lugar en la completa oscuridad.

Giró hacia la damisela observándola de pies a cabeza. Sus ojos violeta brillaban con intensidad opacando el resto de sus facciones ¿Que hace una servil criatura escabullendose y cerrando una puerta tras de si encerrandose con un adulto? Elevó uan ceja que parmececio oculta en las sombras ¿que te traes entre manos muchacha?

La muchacha se movió lentamente por el lugar usando sus manos para guiarse en medio de la oscuridad hasta dar con el interruptor de la luz, pero no la encendió al instante sino que espero escuchando al profesor. Ante aquel comentario ligeramente despectivo no demostró emoción alguna casi como si no hubiese escuchado esa parte. Aún no prendía la luz, había cierta duda que la removía, de hecho por primera vez se escucha el tintinear de sus grilletes al moverse de manera incomoda. ¿Seria un error pedirle ayuda a él? En todo caso, a quien más podría pedirle. No sentía para con nadie la "Confianza" suficiente como para pedirle un favor, y sabía bien que Charles se lo haría pagar. -Mas vale malo conocido...- Pensó sin completar el refrán, ya estaba en aquel lugar, no había marcha atrás.

-Necesito tu ayuda, me imagino que habrás escuchado sobre el tributo de este mes.- Y es que a menos que no se encontrase dentro del orfanato, no había manera de no haber escuchado la voz del Príncipe por el altavoz. Lynette preció el botón y la bombilla titilo varias veces antes de encenderse por completo como si cada vez que costara más hacerlo. Respiro profundamente mientras buscaba las palabras adecuadas para continuar con su petición y luego soltó de una.

-Enséñame a hacer un corazón.-

El maestro desconocía la dirección que iria a tomar todo este asunto, lo unico claro era que seguramente significaria problemas, aunque... no necesariamente para él, y era que la muchacha frente a sus ojos si bien era servicial y trabajadora, preocupada de los asuntos de limpieza, escondía detrás de sus ojos una dureza y firmeza propias de quien puede empuñar un arma si es necesario... y cuando se trataba de los principes cualquier cosa era necesaria.

La luz titiló cortando en intervalos de luz el movimiento del maestro hacia la muchacha, cada paso tranquilo, aunque raudo que dió fue intercalándose con la luz, creando la impresion que solo se movia cuando la luz estaba apagada... y quizas así era...

Finalmente cuando la luz dejó de dar brincos dentro de la bombilla el maestro se encontraba frente a la muchacha observandola desde lo alto. Es una petición bastante vaga, y es más... ¿por qué no robar uno? o entregar el propio

La mano del hombre se estiró, no hacia la muchacha, sino hacia la puerta de la cocina comprobando que estaba cerrada. Luego urgo dentro de su chaqueta en busca de la llave, mas no pudo encontrarla ¿no habia abierto la puerta de esa forma?... o ¡siempre estuvo abierta!

Aun cuando nunca dejó de mirar a la chica, volvio su atención a ella. Deberias ser más especifica en lo que deseas aprender, pedirme ayuda así sin más es casi como hacer trampa, debes de tener alguna idea de qué es lo que deseas... aunque y se llevó la mano a su barbilla si me seguiste y encerraste ¡porque estamos encerrados eh!... aquí, es porque quieres... Cocinar un corazón!

-Las palabras exactas del Príncipe expresaban que le regalásemos nuestro corazón, si robase el de otra persona no estaría cumpliendo con su petición.- Aclaró el primer punto de la duda del profesor, y es que si en cierta forma Lynette se tomaba demasiado literal las palabras de otras personas no es como si realmente se hubiera cruzado por su cabeza el arrancarle el corazón a alguno de los otros niños del Orfanato, no sería capaz. -Este corazón...- Señaló con su puño cerrado mientras el hombre comprobaba que la puerta estuviese cerrada. -No es más que un órgano, aún si se los entregara no estaría del todo segura de que si realmente lo que considero que significa "Darle mi corazón a los Príncipes" fuese a cumplirse... Y con ello se iría mi vida y la oportunidad de remendar un posible error.- Prosiguió hablando con calma y seguridad, sin siquiera una pizca de duda en sus creencias. Después de todo, creía que regalarse su corazón a alguien era algo más haya de lo físico... Sino más bien entregarle sus sentimientos. Y que mejor forma de lograrlo que haciendo algo que sólo harías por ciertas personas especiales y nadie más.

La muchacha no le había quitado los ojos de encima al Doctor, por si a este se le ocurría escapar o hacia algún movimiento que le pusiera en alerta, y también escucho con suma atención sus palabras. En medio de su conversación estuvo a punto de interrumpirlo para aclarar cual era su objetivo, pero el hombre por si sólo lo dedujo en sus últimas palabras. Lo más adecuado en esa situación hubiese sido gritar "¡Bingo!", "¡Correcto!", chasquear sus dedos en forma de aprobación o hasta sonreírle de manera cómplice al adulto... Pero ninguna de esas acciones serían propias de la joven.

Lynette asintió suavemente. -Quiero que me enseñes a cocinar un Corazón, o varios Corazones... Bien sabes que no se me da bien lo que tiene que ver con la cocina, a menos que sea limpiarla...- Una fugaz sonrisa cruzo por sus labios y despareció como una de esas mismas estrellas.

Charles la observo en silencio mientras ella le daba a conocer sus reflexiones. En realidad era una muchacha muy centrada y sus sospechas se acercaban mucho a las propias sospechas que tenia el maestro sobre todo este juego del tributo de este mes.

Antes de tomar una desicion o decir palabra alguna giró la parte superior de su cuerpo y su rostro observando el lugar, buscando con la mirada la indumentaria y las cosas que había a su alrededor, escrutando el lugar y buscando respuestas y desafios para la muchacha. Ni que fuese a hacérselo sencillo tampoco.

Entonces el hombre hizo descender su rostro quitandolo de las sombras y llevandolo a la altura del de la joven, aunque ella todavia necesitaba elevar la vista para verle a los ojos. Charles sonreía suavemente. Tu obtienes el favor de los príncipes y ellos obtienen tu corazón. El dedo indice pico acusadoramente el pecho de la chica ¿Qué obtengo yo? Enarcó una ceja y mientras esperaba la respuesta de ella continuo Con lo que veo aquí podemos prepara un bizcocho o un queque, como quieras llamarlo, pero te planteo la siguiente interrogante. Ya que estamos encerrados y sin las llaves de los cajones ¿Qué indumentaria ocuparemos y como encenderemos el Horno?

El maestro ya tenia la solución a esos problemas.

La muchacha suspiro pesadamente al escuchar aquella pregunta, espera tener que tratar ese tema una vez terminaran con el asunto del tributo. -No lo he pesando aún...- Susurro suavemente jugando con sus dedos con algo de timidez, aunque sus palabras no tenían la intención de ser escuchadas. Las pocas posesiones materiales que tenían le habían sido quitadas la vez que volvió a ingresar al Orfanato y sus valores no le permitían robarle a los otros niños aún si fuese para pagar una deuda. En todo caso no creía que el pago del hombre fuese por aquel lado... Y tampoco estaba segura que las cosas que se le ocurriesen estuvieran a la par con el favor que él le hiciera. Pero entonces cuando estaba por sugerir algo el profesor continuo hablando.

Sus ojos rojos se abrieron un poco más de lo normal y se separó del hombre yendo hacia donde estaban los cajones, empezó a revisar uno por uno tironeándolos suavemente para que se abrieran, pero sin resultado alguno. Su figura se perdió al agacharse para revisar los cajones de más abajo, y efectivamente, también estaban bajo llave. El único que sabía que estaba abierto, porque así lo había comprobado antes, era la despensa de alimentos no perecibles y había lo suficiente como para hacer un bizcocho.

El rostro de la pequeña Lynette se asomo por encima del mesón, sus ojos brillaban un poco como si unas pequeñas lágrimas se asomaran por los costados de estos. Miró al adulto con cierta ternura y temor ¿Qué iba a hacer? Sus pensamientos empezaron a enredarse a media que trataba de buscar una solución y no hacían más que confundirla. Toda su existencia parecía pedir ayuda y guía aunque ella no lo expresa con sus labios.

El hombre la observó pensativo. Ella tenía completamente claro su objetivo, los medios que necesitaba para lograrlo y en general había ordenado todos sus pensamientos concorde al fin que buscaba, mas aun no había resuelto el problema de la compensación ni tampoco había considerado las llaves. Quizás debería haber pedido ayuda a la cocinera o algún profesor de cocina… aunque la clave estaba en lo de “malo conocido”.

La mirada violeta siguió a la muchacha por todo el lugar, volteando solo cuando ella se asomó con timidez cual cachorrito desorientado. Se le acercó desde el otro lado del mueble con aspecto serio, concentrado en sí mismo y sin un asomo de mal intención. Eres buena con las labores de limpieza, así que limpiaras para mí… acto seguido infló sus pómulos y apretó sus labios como si aun no fuese suficiente. Golpeó su palma izquierda con el puño derecho y exclamó ¡Me limpiaras a mí!

Dicho esto, sonrió como sonríe un niño mientras come caramelos y se aproximó a uno de los muebles extrayendo su tetera que permanecía escondida ahí. Dentro de la misma había una pequeña bolsa con Té en hojas y azúcar. Aunque lamentaba hacer dejado en la cocina del profesorado su canela, vainilla y otras hierbas aromatizantes.

Saca la bandeja del Horno, ahí prepararas la masa. Sobre el fuego, deben quedar brasas para iniciar uno Se encogió de hombros Para la Cocinera debe ser más sencillo conservar las brasas que iniciar fuegos nuevos todos los días.

Poco a poco fue incorporándose borrando cualquier mínimo rastro de lo que sea que haya expresado antes, ya que ni ella misma se daba cuenta de repente cuando pensaba algo y su cuerpo se empeñaba en demostrarlo sin su consideración. El hombre hablaba sobre la compensación, y sintió una leve punzada entre medio de las vertebras que componían el sector de su esbelta cintura. Casi como una molestia sentía el hecho de que sola viesen como a una chica de la limpieza pero ¿Había otro objetivo en su vida que no fuese ese? No tenía porque quejarse, después de todo era "Libre".

¿Cuando difícil podría ser limpiar para Charles? Quizás sería encargarse de que su habitación se mantuviese en orden y quizás ir limpiando los desastres que dejara tras de sí el problemático profesor, pero este mismo siquiera había terminado de formular su idea principal. ¡Limpiarlo a él! ¿Con que sus pasos iban hacia esa dirección? La mente de Lynette no terminaban por comprender del todo esas palabras, pero sus mejillas empezaban a tomar color como si cierta idea prohibida se cruzase por sus pensamientos y a su vez fuese reprimida para que su inocente ser la pasara por alto, pero no su cuerpo. Salvo por el intenso color rojo de sus mejilla no reacciono de otra manera, sólo se limito a asentir como si estuviera de acuerdo... Después de todo no tenía una idea mejor de como pagarle al profesor.

-¿Cómo es que no se me ocurrió?- Pensó recriminándose el hecho de no poder resolver las aparentemente sencillas preguntas que le había hecho anteriormente Charles, y es que una vez alguien averigua algo le parece mucho más fácil que cuando se lo plantearon. Probablemente era por que no estaba habituada a ese espacio en particular, la cocina. Un palmetazo en su propia frente le hubiera sentado bien, pero no tenía tiempo que perder. Lo primero que hizo fue buscar los ingredientes que necesitaría y dejarlos sobre el mesón, lo segundo fue sacar la bandeja que estaba dentro del horno y lo tercero comprobar que quedarán brasas dentro de este mismo.

Soplo suavemente y algunas cenizas volaron cerca de su rostro, provocando que la joven cerrara sus ojos para que ninguna entrase en ellos. Unas tímidas brazas de color anaranjado se pudieron apreciar en la oscuridad del horno, sólo había que avivarlas un poco y también alimentarlas ¿Pero como? Los ojos de Lynette empezaron a buscar algo como un papel o quizás también si quedaba algo de leña para echarle.

perfecto perfecto murmuró mientras observaba como la muchacha se movía con prisa por el lugar retirando la bandeja y tratando de iniciar un fuego. El también se movio a prisa, como si recordase un detalle importante de un instante a otro metiéndose a la alacena.

Desde esa posición se quedo quieto observando el lugar, viendo como todo estaba adecuadamente guardado o oculto... La harina y los huevos... era un mensaje tan evidente. Se acercó a algunos de los estante con timidez, como si estuviesen cubiertos con alguna clase de liquido viscoso y de mal olor hasta que adquirio el valor para tocar las manijas tirando un poco de ellas y luego con más fuerza, mas no había caso estaban cerradas y no seria él quien rompiese esos cajones. No era su territorio.
Calabaza, papas, nabos y tubérculos dulces... todo eso y más detrás de aquellos cajones. Que festín podría regalarle a los príncipes y que festín podría regalarse esa noche........... "festín"

Sonrió. No todos los festines son de comida.

Entonces volvió a prisa cargando varios leños de cedro. Al menos la cocina olería agradable. Mientras ponia los leños en forma de pirámide sobre las brasas explicó.

Llena mi tetera de harina y ponla luego sobre la lata, luego llena la mitad de la tetera con leche y ponla sobre la harina. Ten cuidado de no derramarla por toda la lata, así que antes de vaciar la leche haz un agujero en el centro de la harina. Agrega dos huevos sobre la pila y luego dos puñados de mi azúcar... luego de todo eso comienza a mezclar todo con tus manos.

Su corazón latió con fuerza por unos segundos y se quedo viendo como el fuego empezaba a crecer alimentándose con los leños recién traídos por el maestro, algunos chispazos fuertes hicieron sobresaltar a Lynette y se alejo varios centímetros como si tuviera miedo de quemarse. En realidad sí tenía algo de miedo al tratar con fuego, una de las tantas razones de porque no le gustaba cocinar, pero si era por los Príncipes tenía que superar ese miedo aunque fuera momentáneamente.

La joven se puso de pie y se acercó al juego de té del profesor, era tan delicado y elegante, le parecía todo un crimen si quiera el pensar en ensuciarlo con harina y el temor de que se resbalara de sus manos era aún más grande. Pero no tenía tiempo para dudar, tenía que terminar esto lo más pronto y perfectamente posible. Entonces, tomó la tetera llenándola con harina y luego la vació sobre la bandeja de lata tratando de que no quedara ni una sola partícula de harina dentro de la primera, para así llenarla con leche hasta la mitad pero no la vertió enseguida.

Con sus dos manos empezó a hacer un agujero en el centro de la harina. -Charles hoy te encuentro bastante cuerdo.- Comentó en voz alta, aunque realmente le hubiese gustado solo pensarlo para si misma... Era casi como un cumplido lo que decía, aunque a veces le hacían gracia las ocurrencias del hombre. De pronto sintió un intenso picor en su rostro, exactamente a un lado de su nariz y no pudo evitar llevar su mano blanca para rascarse, terminando con ese sector de su piel blanca aún más blanca a causa de la harina, pero no le dio importancia. Tomo la tetera la vació en el centro de la bandeja.

Fue a por los huevos, golpe el primero contra el mesón, pero no se rompió bien e incrusto sus dedos en la cascara para terminar de hacer el trabajo y echarlo en la mezcla. El segundo huevo lo golpe con tanta fuerza que casi se rompe por completo en su mano, aunque alcanzo a agregarlo sobre la pila y sin que ningún trozo de cascara se colara. Los dos puñados de azúcar no fueron ningún problema, aunque tuvo que sacudir bien sus manos y sentía que quedaba algo debajo de sus uñas.

Dudo exactamente cuatro segundos entre que respiraba profundamente y dos en exhalar todo el aire, para una vez decidida meter una de sus manos y empezar a mezclar todo, primero suavemente y luego un tanto más agresiva.

Mientras el fuego se animaba y una vez la joven desocupó su tetera procedió de inmediato a meterla bajo el chorro de agua para lavarla de inmediato... Más tarde seria complicado quitar las manchas de harina.

El comentario de la chiquilla no le hizo ninguna gracia, mas su mueca de desagrado no puso ser vista al estar todavía de espaldas a ella terminando de secar la tetera. Se giró para enfrentarla, pero verla con la nariz completamente blanqueada olvidó toda su molestia. Te sienta le comentó tocándole la punta de la nariz con uno de sus dedos mientras depositaba la tetera con agua sobre la cocina para hervirla.

Acto seguido se volvió hacia la muchacha y la vio dudando antes de tocar la masa... Sin dudarlo metió sus manos junto con las de ellas para aplastar y mezclar la harina entre sus dedos y los de ella.

Cerró sus ojos como un acto reflejo cuando el dedo del hombre se acerco a su rostro tocándole la nariz, era algo que no podía evitar y estaba segura de que no serviría para cabecear una pelota y menos aún si es que algún día se le ocurría por delinear sus ojos. Los objetos cercanos a sus ojos le ponían nerviosa por alguna razón, y ni hablar de si un insecto se acercaba peligrosamente a ellos... Faltaba poco para que entrase en pánico. Al final, sólo se ruborizo un tanto por aquello y por el comentario del profesor... Le dio un poco de vergüenza, estaba segura que se veía graciosa más que bien.

Pero aquel ligero sonrosado de sus delicadas mejillas se intensifico de una manera más que notoria cuando sintió las manos del Doctor junto a las de ellas. Aplasto la harina entre sus manos, junto con la leche, el azúcar y los huevos, la sensación era entre desagradable, rara y graciosa... Tan graciosa que Lynette no podía evitar hacer muecas y sonrisas mientras lo hacia, y al mismo tiempo trataba de alejar sus manos de las de Charles.

A penas sus manos se sumergieron en la masa el maestro susurró Tus mejillas se coloraron, te dije que te sentaba. entonces sus dedos comenzaron a contraerse rozando las manos de la mujer que huían rápidamente, en un comienzo ignoró ese hecho, mas le estaba comenzando a irritar. Se supone que le estaba enseñando y ella no se dejaba adiestrar, ademas... si seguía así terminaría haciendo todo el trabajo por ella y no se lo permitiría.

Pasó su vista por sobre los hombros de ella hasta dar con las manos de ella, acto seguido, cazó ambas con sus propias manos apresándolas, causando que la masa viscosa se mezclase entre ellos escurriéndose. ¿te causa gracia? ¿eh? Pues te las aguantas porque no haré tu trabajo exclamó como si la estuviese retando, aunque le estaba haciendo cosquillas adrede con sus dedos y la masa. Luego agregó Sígueme. Debe quedar homogenio

las manos del maestro se detuvieron y envolvieron las de la chica antes de comenzar a moverse lentamente. removiendo la maza, haciéndola pasar entre las manos de ambos, empujando con sus dedos los dedos de ella a penas con roses.

-Jum.- La muchacha ignoro por completo el cumplido del hombre, pero no pudo evitar soltar aquella expresión arisca. Era como ver a un cachorro tratando de recibir cariño por parte de su dueño y este lo recompensara mordiendo sus dedos. Y no es que no le gustase que le dijeran cosas bonitas o la trataran bien, como pocos adultos lo hacían... Sino, como un pequeño cachorro carente de experiencia, Lynette no sabía como reaccionar o contestar a aquellas palabras. Estuvo a punto de volver a apartar sus manos, pero el hombre hablo y la joven enrojeció de nuevo y no por la pena.

-¿¡Cómo que mi trabajo!?- Preguntó levantando su voz sin darse cuenta, casi como ofendida por el comentario del profesor. Dándose cuenta de su error bajo su cabeza mostrándose un tanto sumisa y arrepentida, era la clase de persona que trataba a sus mayores con respeto... Levantarle la voz era prácticamente imperdonable. -Perdón. No se en que momento usted pensó que haría todo el trabajo por mi.- Volvió a hablar primero para disculparse, aunque era una disculpa con doble intención ya que el tono marcado de esta también podría interpretarse como el de alguien pidiendo explicaciones, y el resto de sus palabras sonaron con la misma firmeza que expresaba su mirada. En ningún momento sus manos habían rehuido del trabajo, para nada, sus emociones y sentidos estaban completamente centradas en hacer un buen tributo para sus Príncipes... Aún cuando aquel hombre le distrajese un poco.

Lynette no volvió a decir una sola palabras, pero tampoco a huir de las manos de Charles, sino que se dejo guiar por estas para que la masa quedara con una buena consistencia y homogeneidad.

El hombre sonrió para si mismo, lynette no solo ladraba cuando estaba arrinconada, también mordía... ¿En algún momento la joven bajará su guardia? y es que parecía que no era posible, dado que no tardo en volver a ponerse a la defensiva alzando el tono de su voz... Je... y no solo eso, si no que dándose el lujo de pedirle explicaciones al maestro.

Entonces la chiquilla no solo faltó al respeto del doctor, si no que además le pidio explicaciones... Eso pintaba completamente mal, pero al menos ya habían dejado de huir las manos y aguantándose los roses y las cosquillas había vuelto al trabajo.

¿Que haré contigo señorita? murmuro sin borrar la ausente sonrisa de su rostro.

las manos del hombre apretaron las muñecas de la chiquilla mientras pronunciaba esas palabras y antes de aumentar la velocidad en los movimientos sobre la masa, para luego pasar las manos por sobre las de ellas indicando que la mezcla estaba lista.

Mientras pienso algún escarmiento apropiado.... acto seguido apretó suavemente la nariz de ella, poniendo masa dulce sobre la mancha de harina. Asegúrate que quede parejo sobre la lata y mételo al horno.

Charles se chupeteó un dedo, se lavó las manos y luego atizo el fuego para que quedara bien horneado.

Mientras las manos de ambos seguían moviéndose, sus orbes rojos rodaron para luego detenerse en un punto fijo, específicamente en el rostro del profesor. No se veía molesto como creía que estaría, pero sabía que tarde o temprano le llegaría su castigo. Probablemente esa era una de las cosas que le gustaban del Dr. Charles, no que la castigara, claro que no... Era ese dejo de paternalidad con que a veces se refería a ella a pesar de sus errores y de sus impertinencias, algo peculiar en ella eso último ¿Sería a caso porque estaba creciendo? Poco más de tres meses faltaban para que se convirtiese en una adulta y si quiera sabía que había pasado con su niñez.

Su mirada entristeció ligeramente, se perdió con cierta nostalgia y sin dejar de observar al hombre en ningún momento, los rostros de varios niños llegaron como rescatados desde lo mas profundo de su mente. Su nariz estaba manchada con algo que parecía barro al igual que sus manos, las cuales sostenían un pastel de lodo que simulaba la forma de un corazón. ¿A quienes se lo estaba ofreciendo? No estaba segura, sus rostros eran borrosos una vez más.

Lynette fue sacada de sus pensamientos cuando su nariz fue apretada y se dio cuenta de que aún observaba tontamente al profesor y que la masa ya estaba lista para llevarla al horno. Oculto como pudo su vergüenza y asintió tímidamente. -Por favor, no sea muy rudo conmigo...- Le susurro suavemente al profesor mientras lavaba sus manos junto a él, y luego de eso limpiaba su rostro. Y mientras el fuego era atizado, le dio golpecitos a la lata para que la mezcla quedara pareja por todo el recipiente y una vez estuvo satisfecha lo llevo al horno.

Ahora era cuestión de esperar, esperar junto a Charles...

retiró la barra de metal que usaba como atizador para el fuego irguiéndose para abrirle paso a la chiquilla, dado que podía escuchar como golpeaba suavemente la lata para terminar de homogeneizar la mezcla...

Primero observó la barra en su mano derecha y luego directo a los ojos de ella con una enorme sonrisa Tienes suerte, hoy no me siento "Rudo". Sabes que no puedo asegurar que otro día este menos agresivo contigo. Con la vista siguió a la mujer como ponía la lata sobre el fuego, como vigilandola, como si alguna clase de switch se hubiese activado en el recientemente.

Volvió a introducir el atizador removiendo las maderas consumidas para reducir el fuego y aumentar las brazas. Lo hizo lentamente como si disfrutara observar el juego de colores y las chispas que surgían. Con la misma lentitud la barra comenzó a anaranjarse.

Primero miró la barra ardiente de metal, luego la gran sonrisa que adornaba el rostro del profesor... No estaba del todo seguro de si sus acciones eran alguna clase de insinuación y realmente había pensado en castigarla con ese objeto si es que se hubiese sentido más "Rudo". O... La pequeña Lynette tenía una mentalidad casi tan oscura y problemática como la del hombre. En cierta forma estaba acostumbrada a los castigos corporales, por suerte su cuerpo era lo suficientemente resistente como para poder aguantarlos y no tardar mucho en sanar con buenos cuidados, pero el solo hecho de pensar en el metal caliente carcomiendo su piel provoco que en su mirada se reflejara cierto temor.

Lynette retrocedió un paso, pero pronto recupero su compostura, no mostraría debilidad ante su verdugo. -Entonces... ¿Ha pensado en mi castigo?- Pregunto elevando una de sus cejas interrogante, cruzo sus manos detrás de su espalda y entrelazo sus dedos como si entre sus pensamientos se ocultara alguna curiosa idea. -Por que si no es así, podríamos pasar el tiempo jugando algo mientras se termina de cocinar el queque.- Sugirió con cierta inocente sugerencia, aunque para ella la idea de un juego se trataba de quizás jugar a las cartas, a los dados o hasta el "Piedra, Papel o Tijeras".

Sin dejar de remover el fondo cenizo de las brazas deslizo sus ojos violeta hasta la joven volteando su rostro. Ahí la vio con un ligero temor en sus ojos que rápidamente fue reemplazado por una altanera ceja elevada... Quedándose con esa mirada se puso de pie amenazante, dejando la barra a un costado del horno antes de cerrar la puertecilla y caminar hacia ella observándola desde las altas sombras.

Entonces ella volvió a separar sus labios dejando escapar un coqueto sonido. ¿Juegos? ¡Charles Amaba los juegos! Toda clase de juegos había jugado antes, toda clase de reglas conocía, incluyendo variedades de los mismos, trucos y tácticas... muy pocas veces perdía y aun si así era toda experiencia significaba un aprendizaje positivo... Jugar... no tenia porque ser un verbo infantil.

las manos del hombre se alzaron a cada lado de sus hombros mientras se encogía de los mismos y respondía con cierta arrogancia. Bien... Juguemos.

La segunda ceja se elevo acompañando a la primera, no era una expresión de sorpresa sino más bien de expectación a lo que el Dr. Charles le respondía. Y efectivamente la respuesta fue afirmativa. Los ojos de la muchacha escudriñaron cada rincón de la habitación buscando algo que pudiese ayudarla a improvisar algún juego, pero no había nada y todos los cajones y gavetas estaban cerrados. Medito la situación un par de y breves segundos, lo único que tenía a mano eran ¡Sus manos! Por supuesto, ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Ahora la interrogante era la siguiente ¿Qué juego de manos satisfacerían los gustos de su estimado profesor?

Podría ser un juego de pulseadas, aunque no lo pareciese la muchacha podría darle bastante pelea a un hombre adulto y en buena forma, después de todo su fuerte eran las habilidades físicas... Pero no le parecía correcto abusar de sus talentos. También podrían jugar una guerra de pulgares o esos juegos con las palmas de cuando era una niña que eran acompañados con algunos cánticos, pero en este momento no le venía ninguno a la mente. Sus manos se deslizaron hasta los bolsillos de su vestido sin darse cuenta y uno de sus dedos choco con un pequeño objeto. Un botón. Lo extrajo de su bolsillo y se lo mostró a Charles.

Colocándolo sobre su pulgar de la mano derecha lo catapulto hacia arriba y en un rápido movimiento de sus dos manos lo atrapo con la misma con que lo había lanzado, sólo que esto paso detrás de su espalda... Donde los ojos del Doctor no llegaban. Llevo sus manos frente a su cuerpo con los puños cerrados.

-¿En que mano esta el botón?-

buscando, buscando y buscando... eso hacían los ojos de la chiquilla inspeccionando los rincones del lugar. Estaban encerrados, con las gavetas cerradas y ninguno en el orfanato poseía muchos enseres y ambos no eran la excepción.
Una respuesta rápida y sencilla, sin considerar perversiones o complicidad, eran los juegos de manos... pero.... "los juegos de manos son de aldeanos" Al menos así rezaba el refrán. ¿Serian ambos aldeanos en este juego de jerarquías dentro del orfanato?

Entonces ella extrajo un pequeño botón... ¿Un botón? Porque razón pensar en ellos era como pensar en monedas de intercambio... Lucir los botones como lo hacia el maestro -en abundancia- ¿Era señal de ostentosidad?

El botón voló girando por los aires hasta caer en una de las manos de la chica... El maestro retrocedió tres pasos.
Buena atrapada. Mano derecha. Exclamó con total seguridad, después de todo aun cuando había sido atrapada a espaldas de ella con la diferencias de alturas entre ambos ver la mano había sido sencillo.

Hizo un ademán con la mano para que repitiese. Si gano dos de tres tendrás que darme algo de cariño

Como lo supuso el Profesor era bueno en esta clase de juegos. Una pequeña sonrisa se curvo en los labios de la pelirroja, quien abrió sus manos al mismo tiempo mostrando que verdaderamente el Botón estaba oculto en su mano derecha. -Correcto.- Afirmo con su cabeza entrecerrando ligeramente sus ojos, ganarle a aquel sujeto no sería para nada fácil, pero era difícil resistirse a aquella apuesta.

-Acepto. Pero, si gano... ¿Cuál sera mi premio?- Le miro directamente a los ojos, claro que salvarse del castigo sería un buen premio, pero la muchacha tenía cierta avaricia que desconocía o quizás era esa sensación de adrenalina que uno siente cuando algo más importante esta en juego. La moneda volvió a volar por el aire, casi tocando el techo por unos muy escasos milímetros, y fue el tiempo suficiente como para que las manos de Lynette bajaran hasta la altura de sus glúteos y atrapara la moneda a último segundo. Pero no termino ahí, no... No se lo dejaría tan fácil.

El movimiento fue tan sutil que no importaba desde que perspectiva se observase, el cambio del Botón de una mano a la otra sería casi imperceptible. Ahora estaba un vez más oculta en la mano derecha.

-¿Y ahora... En que mano esta?- Le mostró sus puños cerrados separados apenas por un roce.

Charles torció una mueca hacia abajo al tiempo que respondía con normal elocuencia, como si no hubiese tenido que pensar una respuesta alguna para aquella pregunta. Te safas de tus crímenes.

No esperó contra propuesta alguna y ella tampoco la formuló antes de lanzar nuevamente el botón, el cual fue seguido por la mirada del maestro viendo elevarse y luego ocultarse detrás de la espalda de la chica... A tres pasos como se había ubicado ya no era posible ver las manos, se volvía un juego de azar. ¡Claro! si la muchacha no hacia trampas cambiando la posición del botón ahora que no estaba a la vista... pero entonces volviendo al juego limpio las manos de ella les fueron mostradas.

Cuando las manos están por debajo de las caderas los vasos se ensanchan aumentando el flujo de sangre. Es un acto natural del cuerpo. Si ambas manos estaban abierta y luego se cerraron sin hacer ningún movimiento, entonces el color de la piel debería ser el mismo en ambas, mas no era así. La mano izquierda tenia un tono más claro, lo que indicaba que había tenido que hacer algún movimiento... ¿Que clase de movimiento había sido? ¿Recibir o lanzar? lynette era diestra por lo que lanzar desde la mano derecha seria más natural que hacerlo desde la izquierda... entonces era la derecha la mano que poseía el botón. Izquierda Afirmó. Tenia curiosidad de ella antes de deseos de ganar.