The Lost and The Found [Priv. Josephine]

Detuvo el trayecto del cepillo plateado, el cual zurcaba los mares oscuros de su cabello por noveno vigésima vez. El suave siseo se detuvo en vilo, la respiración se contuvo, las orbes se abrieron de par en par al ver aquéllo, apenas a escasos pasos del banquillo de su tocador. Sus labios entreabiertos marcando una "O" se secaron y su mirada de ser absorta, pasó a penetrar... era tiempo.

Etérea, se paseó por los pasillos, fuera glamour, fuera etiqueta, descalza y presurosa con el vestido a medio poner y el rostro pálido, los labios blancos como un lienzo, hoy ella era el fantasma de la casona, pero no de los que eran errantes, no, ella sabía a dónde se dirigía y sabía como evitar que alguien más la viera, casi como si de verdad atravesara las paredes.

Criiiiiiiik...

El rechinido fue la nota de recibimiento al empujar la puerta. Dibujó su curvilínea silueta sobre la madera roída, aluzando con la vela que esgrimía en la diestra, la cera quemando, pero sin reacción alguna al dolor, no había queja alguna. Se aventuró al interior, cerrando la puerta detrás de sí y entonces paseó parsimoniosamente la débil luz por el lugar, buscando... buscando... así es que habría de encontrar.

Ni un susurro hasta entonces. Ni un respiro. Josephine no existía hasta que se lo dijeran.

Un respingo.

Luego la respiración contenida fue liberada en una exclamación silenciosa. Sorpresa. Sorpresa absoluta bañando el rostro de porcelana de la dama, sus pupilas perdidas, sus labios aún secos. Sería mucha arrogancia decir que lo esperaba, sería también una falasia, lo cierto es que esperaba un llamado desde hace tiempo...

Pero no de él.

Un recuerdo lejano:

No le debe nada a él... A eso.

No reconoce al hombre que aprecia en ese envase de locura, es como si simplemente hubieran usurpado su cuerpo.

AEON escribió:¿La locura de la luna también la ha contagiado Miss Lidell? o como su servidor, al fin se ha reencontrado con su verdadero... ¿yo?

Por instinto ella retroce al tiempo en que eso marca su siniestro paso. Se aferra a la parafina derritiéndose entre sus manos, ahora su más fiel aliada si es que eso odia tanto la luz como el hombre al que mimetiza. Termina arrinconada contra la puerta, siente su rugosa textura encajarse en su espalda semi-desnuda, justo hasta donde alcanzó a subirse ella sola el cierre. Su corazón se agita, desconoce lo que le depara el futuro, el por qué ha solicitado su presencia ahí, el por qué la ha engañado para atraparla entre muñecas y juguetes ¿acaso la consideraba alguno de esos? Mantiene el temple, sabe que si es inteligente puede salir bien librada - porque sus sentidos le gritan "¡vete! ¡vete!" - así que mantiene el pulso y la voz firmes, la mirada fija en ese par de puntos encendidos, donde antes estuviera un gentil violeta...

- ¿Qué significa esto, "Charles"? - Tenía la esperanza de que si lo llamaba por su nombre, este reaccionaría - Si continúas con esta charada, no podré perdonarte ¿entiendes? ¡Así que basta de una vez! -

Tenía una mano libre, la cual pasó detrás de su espalda para tentalear la madera y sentir la forma redonda de la perilla, solamente habría que girarla para salir de ahí si era necesario, porque la luz no ardería para siempre en ese pequeño pabilo, que a cada segundo, a cada oración, se consumía.

AEON escribió:¿A quien esperabas? ¿Al esquivo conejillo blanco quizás?

Un delicado plop y el crayón rodó por el piso, parando su trayecto al toparse con sus dedos sucios y desnudos... ¡el arma homicida! La mirada de la mujer se desvió lo suficiente para verla, más no mermó su atención en lo que estaba frente a ella, murmurando cosas indecibles, inapropiadas. Pudo ver como la ira se dibujó en el rostro de la dama, pincelada por pincelada, arruinando el perfecto lienzo que era su rostro. Siempre supo que él sabía... ambos lo sabían, pero jugaban a que no, justo como los niños creaban sueños de la nada con aquéllos olvidados soldaditos y trenes, eran esposas, doctores, cocineros... Charles y Josephine eran profesores, a eso jugaban día a día.

- Si alguien sabe de esperas eres tú, "Charles" querido... - Nosciva en su comentario, sonrió sardónicamente - Con ese reloj siempre detenido, nada de "tic tac" para ti. No te has llegado a preguntar en alguno de tus deslices de cordura el "¿por qué?". ¿Para quién has detenido el tiempo, mmh? -

Lo esperaba frágil en aquél estado, tan lejos de sí mismo y la fortaleza que lo caracterizaba, no le parecía una montaña ahora mismo, sino más bien... un ser desquebrajado, al igual que ella. Si ambos habrían de colisionar, al menos que se destruyeran juntos, ella no iba a darle otro beneficio.

AEON escribió:No es una charada querida... es solo un pequeño bocado de Verdad y es que me han maldecido con esa verdad y necesito compartir el bocado, porque es demasiado grande para engullirlo todo. El "Silencio" Srta. Lidell... antes se lo había advertido, pero solo ahora recuerdo...

¿Verdad? Los ojos de Josephine volvieron a desbocarse ¡ella no quería la verdad! Fuera cual fuera ¡la odiaba! ¡tenía todo el derecho a no-saberla!

- ¡Cállate! ¡CÁLLATECÁLLATECÁLLATE! ¡Deja de susurrar! ¡Deja de mirarme, soy una dama! No me mires así... sob, sob-

Dejó caer la vela al piso, la cual rodó por sobre de la madera, sin extinguir su llama, solamente debilitándola, aluzando los pies de la mujer. Se cubrió el rostro con ambas manos, sumida en su congoja y le dio la espalda, encarando la puerta, llorando tan amargamente que en verdad se asemejaba a un alma en pena, rondando por los pasillos, buscando cualquier luz.

AEON escribió:La princesa detuvo mi reloj por siempre... Lo... lamento. No puedo cargar con toda esta verdad solo.

Dejó que su silencio taladrara la escena, que sirviera de dramático fondo, porque a veces el silencio es más aturdidor que una orquesta entera.

- Verás "Charles" - No, no había dolor en su tono, ni lágrimas de por medio, ni siquiera sollozos - Ése es justamente tu problema... -

En vilo dio la media vuelta, ondeando sus cabellos al aire, mostrando una mirada depredadora, parecida a la de su fiero cánido, se inclinó para alzar la vela del piso - vaya que si su flama tenía voluntad propia, pues ardía sin importar qué - y se dirigió hacia él... uno, dos, tres cuatro pasos fueron suficientes para echarse encima suyo - sí, "encima suyo" - sobre la mesa, reclinándolo con violencia hasta que su ancha espalda se topara con aquélla aguda superficie.

El doctor debió ser más suspicaz, pues doblegarla había sido demasiado fácil... Un hueso duro de roer

- ...Eres demasiado blando. -

Castigó al doctor con el cavilante halo circunférico de la luz sobre su rostro, que se diera bien cuenta de dónde estaba ahora y con quién. Con la mano contraria sujetó su ancho mentón y lo obligó a mirarle, a ver esa hambre que devoraba sus ojos. Su tacto era suave, fino, pero no por ello menos gélido o carente de fuerza.

- ¡Sé un hombre y acepta tu condena! Algún crimen has de haber cometido para merecerla, no te hagas el inocente... - Su ligero peso sobre él, sus mechas negruscas lloviendo sobre ambos, la mirada de locura desatada y ese susurro viperino giraban en 360 la escena. De victimario a víctima - - ¿Quieres que te ayude? ¡Pues di "por favor" y "gracias" maldito hombre! ¿Dónde están tus modales? -

Lo abofeteó con el dorso de la mano, sutilmente claro, eran "amigos" después de todo. Si lo iba a hacer entrar en razón, debía ser dura con él, terminar de destrozarlo, a nadie le gustaban los débiles ¿saben?.

- Deja de huir del silencio, mi querido, querido "Charles"... Entrégate a él. -

Maternalmente le limpió la frente, apartando esos revoltosos y castaños cabellos con tesura, para luego posar sus carnosos labios sobre ella y enjugarlo con un beso. Todo estaba bien... todo está bien.

AEON escribió:A diferencia tuya querida mía y a diferencia del resto de los humanos en este lugar, no poseía condena alguna a "llegar" aqui... los pecados vinieron después. No soy un hijo del hombre, soy hijo del orfanato mismo. Soy... Aeon... El Eterno...

Atónita.

Se quedó muda.

¡¡JAJAJAJAJA!!

Eso fue hasta que su voz rompió en sonora carcajada, tan hiriente como un puñal directo al tierno hígado, tan escandalosa que cualquiera podría haberla confundido con la lunática que era. Lo creyó perdido en alguno de sus tantos disvaríos, jugando a ser otro, creyendo serlo... "Aeon el eterno", creación de Rose Garden... "Charles" nunca la había escuchado reír de esa manera, quizá a veces se preguntaba si poseía risa y la respuesta es que sí, y muy honesta. Obviamente tomarlo en serio era perder el tiempo, al menos sin prueba alguna, la mujer defendería tan mezquina postura.

AEON escribió:¿Quieres que me entregue al silencio para huir de la verdad como tu huiste?

Desdibujó al instante la sonrisa en su rostro y de nuevo: ira brillando en sus ojos. Golpeó su pecho con ambas manos, queriendo sacudirle el corazón, debilitando la llama que apenas ardía en el pabilo a punto de agotarse, había poca luz, había poco tiempo y ella no caía en cuenta, entregada visceralmente a su rabia.

- ¡Quiero olvidar! ¿Quién elegiría estar solo, aprisionado por sus propias memorias rotas? -

Se lo escupió justamente al rostro. Tembliche, presionando los puños contra él. Una lágrima. Fue real esta vez... rodó por el níveo valle de su mejilla y se suicidó al borde de su mentón, aterrizando justo a la izquierda del tórax del hombre, absorbiéndose en la seda de su camisa. Los labios trémulos, la mandíbula punzante. Se ahogaba en sus propias palabras, habría de asfixiarse en sus propios miedos, parecía entendible ahora que fuera una mujer tan terrible, pero... nunca nada es así de sencillo.

La mirada baja, impávido el rostro, estupor en sus labios. No hizo sino dejarse manejar por aquél hombre, sin más reacción que el puro instinto, la figura floja, el cabello enmarañado, mirada esquiva... sintiendo pena por sí misma, solamente le nace compasión hacia su alma atormentada, que bien merecido lo tiene, ella lo sabe... ellos lo saben.

La vela se desborda de su frágil agarre y rueda por el piso, a esa llama no le queda mucha voluntad ahora, pide piedad, quiere descansar de arder, está débil...

No atina a recordar la última vez que tuvo el tacto de un hombre, íntimo, pero sin ser mal intencionado, cercanía... arrancando el espacio entre dos cuerpos casi por completo, como los árboles cuyo tronco crece entrelazado. Fue suave, fue gentil, enjugó su pena y la alejo, como si el dolor no existiera en ese oscuro mundo.

¿Así se sentía ser amado?

Atrevióse a alzar la mirada entonces y encontró su sonrisa. No sabía si era o no era el hombre al que llamaba "amigo", el que la desquiciaba al tiempo que la fascinaba, encontrando mucho en común con este mismo que la acogía con tesura... ¿Qué había en sus ojos, aparte de su propio reflejo? Nunca parecieron tan agradables...

~ No seas ridícula ~

Un gran suspiro inundó su pecho y la habitación al tiempo en que su propia certeza la reclamaba de vuelta a la realidad, prohibiéndole concretamente tener cualquier ensoñación, como si tener amor fuera un pecado.

AEON escribió:¿Recuerdas las rosas blancas? o el primer día que llegaste al orfanato, fue como despertar de un sueño ¿No? ¿Recuerdas las horas del Té? Siempre quince minutos para las 6 de la tarde... Yo recuerdo todo eso ahora mismo y recuerdo muchas cosas más de ti y de otros. Extraño en mi ¿Cierto? "Charles" es el pseudonimo que me dieron mis maestros -Tus príncipes y favoritos en la "wallflower"- cuando me humanizaron. Mi verdadero nombre, y el de esta noche es Aeon.

Las rosas siempre fueron rojas para ella, no recuerda que tuvieran la pureza de mayo, como si la pureza fuera mal vista ahí. Lo que recuerda perfectamente es la lluvia... no es tan helada como dicen, no... es tibia, al menos así se sentía, podría ser porque no había nada al mismo grado que su culpa.

Culpa...

No era tristeza la que la agobiaba, la tristeza es para los mártires...

Lo escuchó, la fiera había sido domada, solamente se necesita un tanto de tacto para amedrentar a las bestias, puesto que se alimentan de rabia, si rabia les das, simplemente crecen en su natural designio. No entendía aún ahora muchas cosas, como el que no se llamara humano a sí mismo, el que recordara, el que fuera distinto pero el mismo en esencia, pues "Charles" también la habría protegido, cuidado, hubiera susurrado con el mismo tono grave y afable, hubiera extendido del mismo modo su mano hacia su hombro desnudo para que supiera que seguía ahí, detrás de ella.

- ¿Extraño en ti? Querido: tu exhudas "extrañeza"... -

Sonrió a medias. Silencio luego. La llama aflojó su fulgor, tintineó, Josephine acercó sus labios a los de él, como queriendo irse con la luz y a escasos milímetros, aliento con aliento, todo se extinguió en la oscuridad.

Quién sabe si aquéllo pasó. Sólo ellos lo saben.

- "Aeon"... -

un fino susurro en la noche