Forgotten toy [privado Jinko]

Su primer día... había llegado apenas la tarde anterior pero el cansacio y los pocos animos la habían terminado por dejar en la cama, dormida, soñando con el mundo que una vez fue pero que ya no será, nada fue capaz de despertarla, permaneció en un letargo profundo hasta que el sol volvió a aparecer por el horizonte. Fue la primera en despertar, la primera debido al tiempo que había estado durmiendo y entonces observó, con cierto asombro, varias camas estaban ahora ocupadas por niños que en aquel momento no eran mas que bultos envueltos en las monotonas sabanas. Sus ojos de zafiro se pasearon por la enorme habitación mientras su mano acomodaba levemente sus cabellos desarreglados, notando entonces que su corona no estaba. Alarmada, miró hacia la cama, solo para encontrarla a un lado de la almohada, suspirando aliviada y colocandola de nuevo en su cabeza.

-Se debió caer mientras dormía-

Dijo en un leve susurro y se levantó de la cama, calnzando sus zapatos rojos y acomodando su vestido azul con blanco, mientras sonreía levemente. La noche anterior había tenido tiempo para lamentarse lo suficiente, pero a final de cuentas sabía perfectamente que nada de aquello le iba a ayudar, su vida tendría un nuevo comienzo y era hora de afrontar las cosas y las consecuencias de todo. Sin mas que hacer en aquel dormitorio y no queriendo despertar a nadie salió, abriendo la puerta de manera suave, tratando de hacer el menor ruido posible. Caminó por los pasillos del orfanato, bajando a la primera planta, recorriendola, reconociendo el lugar en donde viviría a partir de aquel momento, a aquellas horas de la mañana la casa lucía enorme y silenciosa. Subió de nuevo al segundo piso y comienzó a caminar por sus corredores, abriendo algunas puertas, mirando dentro de las habitaciones hasta que finalmente se topó con una que llamó su atención.

-Un cuarto de juegos-

Se adentró en la misma, las cortinas del cuarto estaban corridas y la luz del sol entraba por los cristales de la misma, iluminando las motas de polvo que flotaban en el aire. El aspecto desgastado y de deshuso resultó un poco desagradable, sin embargo su mirada celeste se fijó en una esquina, donde algunas muñecas empolvadas yacían en el suelo. Acercandose a ellas, sonrió, tomo una hecha de trapo, con la carita sucia y el vestido deshilachado levemente, pero que por alguna razón fue la que mas llamó su atención. Se sentó entonces en medio de la sala, su vestido se acampanó a su alrededor cubriendo sus piernas graciosamente.

-Muñequita le dijo el ratón♪♫- comenzó a cantar, con su dulce voz -Ya no llores tontita, no tienes razón♪♫- La muñeca en su mano derecha se movía al son de su canción, manipulada por la niña misma que sonreía con suavidad -Tus amigos no son los del mundo, porque te olvidaron en este rincón... nosotros no somos así...♪♫-

Sentada allí, en medio de aquel cuarto jugando con un juguete olvidado y cantando suavemente bien podría compararsele con aquella muñeca de trapo con la que nadie más quizo jugar, tal era la impresión de soledad que aquella bella niña podía proyectar.