Agravado

Los primeros días que la bella mujer pasó en Rose Garden tan solo los podría describir con una palabra: Agradables. Cierto era que el lugar carecía de algunas cosas en su opinión esenciales, y que en ocasiones el día podía tornarse algo complicado. Pero poder alejarse de los fantasmas de su pasado y sumergirse en esta nueva vida era algo por lo que ella se mostraría siempre agradecida.

Con la escasa luz que los medios del lugar proporcionaban Aerie terminaba de poner orden y limpiar el instrumental usado a lo largo del día. hacía poco que había entrado, pero sus delicadas manos se movían por las estanterías con la soltura que solo la experiencia proporciona. Desde luego no era una novata en su oficio, y una vez supo dónde encontrar cada cosa adaptarse no fue difícil. Fue en esa misma noche, en apariencia tan tranquila como las demás, cuando comenzó a oir los pasos vacilantes de alguien... o algo. La puerta de la enfermería fue golpeada y a la empleada casi se le caen los depresores de las manos.

No dejándose sorprender más de lo debido abrió rauda la puerta. La imágen fue casi dantesca. Un hombre, a quien quizá había visto con anterioridad en la caseta destinada a los adultos, sangraba profusamente por una herida en su costado.

Ella profirió un grito ahogado, más por la sorpresa que por la vision. Después de todo había visto mucho durante los años que trabajó junto al doctor Cerviell. Aerie tomó rápidamente al recién llegado y lo sostuvo haciendo gala de una fuerza inusitada para alguien de su estatura y complexión. Apoyándolo sobre su hombro debería trasportarlo hasta la camilla.

-¿Está consciente? ¿Puede hablar? ¿Quién le ha herido? -Preguntaba de forma clara, vocalizando, no dejando que sus palabras se deformasen por el pánico. En cierto modo pretendía mantener la consciencia del hombre. Mientras tanto su ágil figura se movía con maestría entre las mesas. Tantear al herido. Ayudarlo a tumbarse en la camilla. Quitar la tela innecesaria para examinar la herida. Desinfectantes, calmantes, puntos de sutura, gasas... La recien llegada enfermera se enfrentava a un caso verdaderamente peliagudo. En cuanto lo estabilizase sería quizá apropiado llamar al doctor. Pero antes debía cerciorarse de que el paciente estaba vivo y a salvo.

La herida era mucho menos grave de lo que ella estimó en un primer momento. Con una precisión cirujana la hoja que hiciera el corte entró y salió de forma rápida y limpia. O el hombre ahora tumbado era muy afortunado o su agresor -Pues no cabía duda de que alguien le habría hecho semejante corte -no quiso matarlo. Aun con esfuerzo el hombre habló, demostrando que aún tenía fuerzas para aferrarse a la vida. Era suficiente por ahora, ya habría tiempo de interrogarlo acerca de cómo ocurrió el incidente, ahora debía reponer sus energías.

Con todo el material a mano la mujer se apresuró en limpiar. A pesar de la celeridad sus dedos suaves se deslizaban como caricias. Ponía siempre un especial cuidado en no dañar a quien se beneficiase de sus cuidados. Por desgracia una herida así -Más de cinco centímetros de penetración -debería ser cosida. Pero el varón no parecía estar en las mejores condiciones para administrársele los calmantes, y por supuesto sería una imprudencia medicarlo sin saber nada. Si había bebido, por ejemplo, el alcohol podría potenciar los efectos del fármaco. No estaba dispuesta a matarlo.

De primeras se limitó a aplicar un vendaje de emergencia, de todas formas debía esterilizar la aguja antes de poder usarla.

-Caballero, necesito que me diga si ha tomado algo hoy y cuándo lo ha hecho. Cualquier bebida o comida. Y debe permanecer quieto. También es apropiado que me diga si es alérgico a algún medicamento.

Su voz era firme y seria, pero dulce. La sonrisa no abandonaba su rostro, pues tan efectivo era demostrar tranquilidad a los heridos como aplicarles los cuidados más apropiados. Lo más preocupante acerca del estado de él era la pérdida de sangre. Sabía que con los primeros auxilios aplicados de momento no correría excesivo peligro... si no se movía. Una vez conociese su historial podría administrarle los fármacos necesarios sin temor a reacciones adversas. Debería también saber con qué le habían herido, aunque parecía una herida limpia quizá requiriese de una vacuna antitetánica.

Una vez tuvo la información que buscaba su actos continuaron. Desde luego no habría modo de realizarle una trasfusión, aún aunque le fuese necesaria. El varón temblaba sobre la camilla de la enfermería.

-¿Tiene frío? -Preguntó amablemente mientras le tapaba. Cualquiera que la oyese podría pensar que charlaba con un amigo de temas intrascendentes. La rapidez en sus manos desmentía esta imágen.

Una vez asegurada de que la herida no continuaría vertiendo su savia vital, la enfermera colocó un termómetro bajo el brazo del herido. Si había estado bajo la tormenta en semejante estado no le extrañaría que se viese asaltado por la fiebre. Ahora venía la parte en la que debía informar al hombre.

-Debo suturar la herida caballero. Para ello le administraré fármacos para reducir el dolor, aunque una dosis menor ya que ha tomado belladona recientemente. Puede que sienta molestias, ¿Está de acuerdo?

Mientras hablaba la mujer preparaba la aguja y los puntos de sutura para cerrar definitivamente esa herida. Preparada a recibir la afirmativa del varón para comenzar su pulcra obra. Sus movimientos serían ágiles, sus manos suaves, sus dedos danzarían sobre el convaleciente. por supuesto se derivarían ciertas molestias, dolor, pero dadas las circunstancias no sería algo excesivamente grave. Quizá resultase extraño pedir confirmación en algo así. Si el paciente hubiese estado inconsciente, o no contestase, realizaría sus cuidados sin pedirla, pero él la escuchaba, y a la gente no le suele agradar que alguien haga y deshaga en su cuerpo sin saber qué está ocurriendo. Por ello, aunque lo hiciese en forma de pregunta, Aerie tan solo informaba de su proceder. Un método amable de tratar al herido: Contando con él. Al fin y al cabo era un ser humano, alguien con rostro, alma y corazón.

-Una vez acabe le puedo buscar algo de comer -Finalizó ella con una sonrisa. Sin duda sería apropiado para combatir su anemia.

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