Project: Valenhall - Extractos -

Saludos a todos,

La verdad es que estoy escribiendo algo... un ambicioso "proyecto literario" (Que por desgracia, tarde o temprano dejaré xD espero que no :P).

Tan solo quería conocer un poco su opinión. Hasta que no acabe el capítulo no quiero enseñárselo a nadie pero me muero de ganas por oir algún comentario xD así que pensé que igual podría colgar aquí un extracto y ver que tal (Aunque me he desanimado bastante cuando he visto los fanfics que ya había... son muy buenos v.v ... ¡Que envidia!).

Sé que mis habilidades literarias dejan mucho que desear, no os preocupeis. ¡Ah! y podeis ofender todo lo que querais xD no hace falta andarse con reparos o sutilezas. Bueno, aquí dejo parte del proyecto. hay algunos saltos que se indicarán con "[...]" si luego a la gente le gusta colgaré el capítulo entero (Cuando lo acabe, si es que acaso lo termino xD).

************************************************** Extracto del Capítulo 1 ***********************************************************

- Queda entonces decidido que viajaremos juntos las académicas Minerva, Evelyn y Kyrie, y los caballeros Joss, Arasu, Crownley y yo mismo, ¿Cierto? -La voz del inquisidor Nathan sonaba clara y firme, como cabría de esperar de un guerrero de la Santa Iglesia de Isanael.

No a todos agradaba la idea de viajar juntos, ni tan siquiera las académicas confiaban entre sí. Era una sensación extraña la que invadía el ambiente. Sabían que era lo más prudente y nadie quería partir en un viaje con desconocidos. A pesar de ello los siete se encaminaron hacia el sur, la dirección indicada tanto por los bárbaros que trajeron a la chica como por la posadera y las buenas gentes del lugar.

El viaje era largo y el frío hacía mella en los viajeros que se lanzaban recelosas miradas entre ellos. Mientras que la mayoría de las personas viajaban envueltos en pesados abrigos y capas Kyrie apenas si se conformaba con su ligero vestido, tan blanco como su cabello y pieles, sobre el que un ligero sobrevestido de encaje negro resaltaba. Era evidente para el resto de magos que sustentaba algún sortilegio contra el frío o de otro modo no podría haber resistido. No habría de pasar demasiado tiempo hasta que llegasen a la linde con “La Columna del Mundo”, las majestuosas montañas que se alzaban en el centro del reino iriano.

[...]

- Me decíais que debéis completar vuestros estudios mágicos con una investigación. -Hablaba el inquisidor con Minerva.

- Así es. De este modo todo aprendiz aporta algo al conocimiento de La Academia. Creo que esto comenzó a hacerse después de que Lord Velour fuese nombrado el archimago, ¿No es así Evelyn? - Su amiga la miró con sorna para replicarle.

- ¿Cómo iba a saberlo, Minerva? No soy tan vieja – Por supuesto que lo sabía, al igual que todo estudiante, pero Evelyn no dejaba nunca pasar la oportunidad de burlarse de alguien. Haciendo caso omiso a sus palabras la conversación entre ella y Nathan prosiguió.

- ¿Y vos? ¿Qué hace un inquisidor aerashiano tan lejos de su reino?

Nathan esperó un poco para responder, ocupado como estaba en preparar mantas para no acabar todos empapados por la nieve.

– Pues, es cierto que estoy muy lejos, pero fue lo que los sacerdotes consideraron apropiado. Hace unos meses que se extendieron los rumores de una mujer que se aparecía en estos parajes. Debo determinar su amenaza, si acaso la hubiese –Como buen guerrero de La Iglesia de Isanael su misión estaba allá dónde le encomendasen los Mayores. Viajar por los nueve reinos de Asgard para eliminar amenazas sobrenaturales era solo una de sus tareas.

- Pensé que los inquisidores odiabais a los hechiceros... ¿No deberías prendernos? - La aguda voz de Evelyn se dirigió mordaz hacia el hombre de cabellos dorados. Era cierto que en el pasado el templo de Isanael había sido sinónimo de terror para todo aquel que portase algunas habilidades fuera de lo común. Su persecución atroz de todo lo mágico había acabado con la vida de miles de inocentes... y destrozado otras tantas. Pero ya no, desde que Lady Aerienne, Suma Sacerdotisa, había obtenido el puesto de Jerarca y su majestad Iris comenzó a gobernar la anterior opresión aerashiana hacia la magia había terminado. Aún así Nathan aún debería soportar los comentarios de todos los afectados por el pasado de su orden.

- Hace al menos diez lustros que La Iglesia no comete esos crímenes – replicó el inquisidor.

– Oh, pero cincuenta años no es nada. Conozco a supervivientes de las cámaras de tortura... sinceramente, no entiendo cómo tu religión no se desmoronó con la cantidad de errores que acumuló durante tantos siglos. –Evelyn era toda una experta en sacar lo peor de la gente. Tan solo estando unos días a su lado cualquiera era capaz de comprobarlo.

- Pero Evelyn, la nueva orden de Isanael es fiel a sus principios. Sabes que con el reinado de Iris todo Aerasha cambió. No sería justo seguir recriminándoles los hechos del pasado. Nathan ni tan siquiera habría nacido para ver esos horrores. De hecho ninguno de nosotros nació en esa época de oscuridad – La voz de Minerva, tan suave y aterciopelada como la de una sirena, hacía juego con su angelical apariencia – Por cierto, ¿Creéis que habremos acabado antes del anochecer? No me gustaría que la noche cayese mientras estamos al aire libre... - Mientras hablaba lanzó una significativa mirada a su amiga.

- No te preocupes Minn – Dijo Evelyn – No creo que pase nada aunque anochezca. Y te recuerdo que los crímenes cometidos en nombre de Isanael no son tan “del pasado”...

- Según yo recuerdo... - La voz de Kyrie interrumpió la discusión – Elwinde tampoco ha tenido siempre un comportamiento ejemplar. ¿No fue su enfrentamiento mágico con Ire'Alaeh lo que extendió el desierto de Ashenval y destruyó los picos de Lyra'Alara? - Hizo una pausa con la vista fija más allá de lo que nadie podía ver – Esa sí que fue una época oscura... tanto que incluso los años se marcan a partir de la Gran Guerra...

Se hizo un breve silencio. Todos estaban sin duda incómodos ante el comportamiento de la joven hechicera el'wendel. Evelyn elevó el mentón y se dirigió hacia su primo para hablar. Nathan suspiró aliviado al zafarse de ella. Siempre que se mencionaba el oscuro pasado aerashiano su corazón se encogía... casi nadie parecía fijarse en su luminoso presente. La reina, Iris, que comenzó a gobernar con apenas 16 años había hecho una gran labor. Se supo rodear de las mejores personas y forjó una nueva Aerasha, una basada en la paz. El Sacrosanto Reino había prosperado enormemente durante los últimos 50 años gracias a su labor... ahora La Inquisición se ocupaba de defender a la población de criaturas malignas y hechiceros cuya ambición les llevaba a atacar a la población y amenazar a las naciones. Pero la mayoría de personas parecía recordar tan solo su pasado de persecución y miedo. Si pudiesen ver Aerasha como la veía él... Pero de momento tendría que conformarse con agachar la cabeza cuando el pasado saliese a colación.

[...]

- ¿No nos atacarán los Brotes de Niddhogg si nos adentramos en sus dominios? - Susurró Minerva a Evelyn – Según nuestras notas son muy territoriales, aunque pacíficos por lo demás

- ¿Pacíficos? Entonces deberíamos hacer algo para evitar una confrontación – Añadió Joss. No estaba dispuesto a arrebatar la vida a unos seres impunemente. No si además lo único que intentaban era defenderse de la presencia de extraños. Evelyn les lanzó una mirada amenazante.

- Creo que puedo hacer algo – Prosiguió la bella hechicera el'wendel – Usaré mi magia para afinar nuestras esencias. De ese modo no nos detectarán como intrusos. –Dicho esto minerva comenzó a conjurar el poder arcano a su alrededor.

Al contrario que la mayoría de magos ella debía cantar. Era con su voz, entonando una prodigiosa melodía, como tejía el sortilegio deseado. Su suave tono, modulado por los largos años de estudio, reverberaba y se coreaba a sí mismo. La magia de la canción de Minerva comenzó a envolver uno por uno a los presentes, modulando las hebras de la realidad a su antojo. Tan solo los agraciados con El Don de la magia y algunas personas singulares podían realmente ver su hechizo, el resto debían conformarse con sentir sus efectos y escuchar su canción.

- Si has terminado de presumir – Habló Evelyn. –Me gustaría proseguir nuestro camino.

[...]

En su nerviosismo solo Nathan se percató de cómo Kyrie se alejaba hacia las profundidades de la caverna. Preocupado por su devenir se acercó a ella.

- Kyrie, no creo que sea muy seguro alejarse.

Ella se volvió para encararlo. Sus ojos cargados de sabiduría parecían escrutar al caballero.

- Quizá tengas razón... Y creo que necesitaré algo de luz. -Señaló la lámpara de aceite que el inquisidor portaba y continuó su camino. Al avanzar unos pasos giró la cabeza hacia él. - ¿No vienes? -Parecía estar decidido. Así que el hombre la siguió.

[...]

Se trataba del lugar más hermoso que podrían haber contemplado. Desde luego no esperaban encontrar la sobrecogedora escena que se abría ante ellos. Recorriendo el perímetro de la estancia circular en la que estaban crecían del propio hielo innumerables flores. Distintas a todas aquellas que jamás habían visto, sus tallos se entrelazaban creando una imposible maraña y sus pétalos se abrían hacia el techo. De ellas manaba el brillo que los envolvía e incluso parecían entonar una ligera melodía. La Doncella de Hielo. La iriana se acercó hasta ellas y comenzó a pasar sus manos delicadamente por entre sus pétalos. A pesar de su apariencia eran frías y duras al tacto, como si no fuesen más que esculturas talladas en el hielo. Pero la lógica las hubiera llevado a colapsarse, a quebrarse por el peso unas sobre otras, y no era así.

- Tengo que llevarme al menos una. -Susurró la maga.

- Creo que podré ayudar. -Nathan movió una y otra vez sus manos, tratando de reactivar por completo la circulación. El frío atenazaba sus músculos y lo hacía sentirse débil. En cuanto tuviese ocasión se calentaría al buen fuego de una hoguera.

Desenvainando la espada que su abuelo le regalase hacía dos años el guerrero adoptó una postura de ataque ante las flores. Con gran precisión su acero describió un magnífico arco que cortó algunas de las esculturas.

- Gracias. -Susurró Kyrie mientras recogía una de las más bellas del suelo. Cuando se dispuso a recoger otra la habitación quedó inundada por el sonido de la canción de Minerva.

- ¿No es la voz de Minerva? -Susurró el paladín.

- Y está conjurando. Ha pasado algo. -Fue toda la respuesta de Kyrie.

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Bueno, espero que cómo mínimo sirva para que alguno se ría un poco xD yo lo hago a menudo al releer.

Un abrazo a todos,
Emriel