La muñeca inalcanzable [Evento] (Privado)

El peculiar mensaje de la Princesa había estado dando vueltas en su cabeza toda la noche, tanto así que con suerte consiguió dormir un poco. Primero que nada era raro tener el honor de escuchar la voz femenina por el alto-parlante y segundo, escucharla de esa manera colérica, pero lo peor de todo es que la muchacha no había llegado a entender del todo que es lo que la dama quería. Las palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, era como escuchar un melancólico poema y sabía que el secreto estaba oculto ahí a plena vista...

Su día fue como un día cualquiera, fue de las últimas en levantarse pero de las primeras en estar listar para desayunar. Y como no hubo clases temprano se dedico a limpiar un poco mientras veía como el resto de los niños jugaban en el patio interior, a pesar del frío que hacia fuera esos pequeños salvajes no lo pensaban de por si el lugar era horrible ¿Por qué seguir amargándose la vida o lamentándose? De igual manera pudo ver  cierto temor en los ojos de algunos, pero en ciertas situaciones cada uno se cuidaba su propia espalda. La muchacha apoyo su palma helada sobre su cálida frente, sentía su rostro algo acalorado aún cuando su nariz estuviese fría.

¿Ahora que seguía? Quizás ir a ayudar a Carmine en la lavandería o a la Señora de la Cocina, últimamente la jovencita había sentido un ligero impulso sobre aprender más sobre aquel lugar... Quería aprender a cocinar mejor ¿Por qué sería? Y aunque la Cocinera no era muy encantadora que digamos a veces la dejaba meter sus narices por ahí y la dejaba ver que extraños brebajes estaba preparando. Como fuese Lynette trataba de aprender lo que podía, pero ahora tenía que ir a devolver la escoba al cuarto de la Suciedad.

Cuando por fin llego a lugar creyó que había olvidado el asunto del tributo por un momento y entonces la vio, o más se vio... Vio la muñeca que imitaba claramente a la pelirroja colgando sobre la viga más alta ¿Qué clase de mala broma era esta? Sus mejillas se ruborizaron con cierta molestia de solo pensar a quien se le habría ocurrido hacer eso y entonces su mente exploto -aunque no literalmente- el último verso de las palabras de Dahlia ¿Se refería a esto? ¿Se habría tomado la molestia de hacer un doble para cada uno? Ahora su cabeza daba vueltas tratando de encontrarle una explicación a todo, pero nada tenía una explicación cien por cierto fiable en aquel lugar.

Se le puso la piel de gallina cuando por fin entró a la sala, y lo primero que hizo fue tratar de saltar para tratar de alcanzar la muñeca obviamente en vano porque la altura era considerable. Lo siguiente que intento fue pararse sobre la silla y aunque salto tampoco hubo caso, incluso cuando agito la escoba sobre ella. Fue hasta donde estaban las jaulas y se apoyo sobre ellas, no se veían lo suficientemente firmes como para sostener su peso,  pero el cubo quizás... Lo tomo y lo coloco sobre la silla, sus piernas temblaba, todo temblaba, estiro su brazo y de nuevo intento con la escoba y no, no podía alcanzarla. Estaba demasiado confundida como para pensar claramente y al mismo tiempo demasiado frustrada por no conseguir lo que quería, entonces arrojo la escoba hacia arriba... Mala idea.

Lynette cayó aunque más que el dolor fue la sorpresa, el cubo cayó y rodó sonando estrepitosamente y la silla también se fue al suelo de lado, y en su frente había una mancha roja del lugar donde había caído el palo de madera. Pero la vergüenza no terminaría ahí, fuera se escucharon los pasos firmes de unos zapatos conocía ese sonido, era tan peculiar que era claro a quienes pertenecían... Seguramente la había escuchando ¿Qué haría? ¿Qué haría? Miró hacia los lados buscando una escapatoria, pero solo había un lugar por donde salir y obviamente sería vista. Esta frita. Se puso de pie y fue al rincón, si... al rincón "auto-castigándose", una lagrimita quería escapar de su ojo y estaba realmente avergonzada.

La mañana había comenzado bien, de hecho más que bien! El inicio fue algo lento, pero no por ello menos motivante ¿Este nuevo Charles veía las cosas mejor? Lo dudaba rotundamente, pero no iba a ser un mal agradecido por cómo iban las cosas.
¿Y cómo expresar ese agradecimiento? Pues vagabundeando claro está! porque un adulto que vagabundea en sus horas libres siempre se encuentra con algo que hacer, es como si "mágicamente" aparecieran los problemas por aquí o por allá o esos extraños encuentros con gente que no habías visto. Era increíble, era como lejos, más allá de la comprensión de todos alguien o "alguienes" estuviese complotando para crear esos eventos o encuentros.
Charles sonrió con ese pensamiento en la cabeza y rió brevemente Si, seguramente son alguna clase de escritores que diseñan nuestras vidas.

y con ese ánimo y con eso revoloteándole aun es que escuchó un estrepitoso ruido casi al final del corredor del segundo piso. ¿Algún animalillo se había colado al cuartito de los enseres de limpieza? quizás no?
Raudo dirigió sus pasos hasta el lugar y al abrir la puerta en efecto, se encontró un pequeño animalillo de rojos cabellos contra un rincón ¿Es que está asustado, adolorido o avergonzado? Sonrió con calidez haciendo ingreso al lugar e inclinándose ligeramente a un lado de ella acariciando suavemente el hombro de la chica. Buenos días Srta. Bloom ¿Todo en orden?

El revoltijo en el lugar le indicaba que la mujer había intentado armar alguna cosa o buscaba algo y en ese afán termino causando tal escándalo. Entonces ¿Era pena o vergüenza? Charles supuso que mientras solo él supiese del asunto no habría más problemas. Así que esperó que a que ella se recuperara para ordenar y sacarla luego de allí.

La muchacha no contesto inmediatamente, solo soltó un pesado suspiro y negó suavemente con su cabeza. Dejo caer su cabeza contra la pared la cual sonó considerablemente fuerte, aunque en realidad el golpe no había sido para nada doloroso, y otro pesado suspiro escapo de sus labios. La vergüenza era demasiada, normalmente era tan silenciosa que las personas se asustaban cuando ella se aparecía a su lado "de la nada" y ahora había armado el tremendo escándalo -Desde su inocente percepción- por tan solo un juguete que creía se parecía a si misma. Sus ojos daban vuelta ¿Cuantas más personas la habría escuchado? Esto tenía que quedar entre ellos dos o quizás nunca podría recuperar la dignidad perdida.

No quería girarse todavía, no podría enfrentar aquella cariñosa mirada aún, pero no por eso tenía que ser descortés ¿Verdad? -Buenos días Profesor Charles.- Dijo con un tono de voz bajito, pero que no alcanzaba a ser un susurro. -¿Podría cerrar la puerta, por favor?- Quería explicarle lo que sucedía, pero no se atrevía de hacerlo por temor a que oídos curiosos anduviesen rondando cerca del lugar. Lo miró por encima de aquel hombro que era acariciado, con ojos de corderito degollado... Probablemente Lynette estuviese exagerando un tanto la situación y no se daba cuenta.

Si es que el Doctor cerraba la puerta, lo siguiente que haría sería señalar hacia el techo donde estaba la muñeca y se pondría a ordenar el lugar silenciosamente esperando no tener que usar muchas palabras para explicarse.

Al sentir el sonoro golpe de la frente de la mujer contra la muralla los ojos del hombre se abrieron de par en par borrando cualquier indicio de sonrisa y apretando un poco más el hombro de la chica mientras alzaba la otra mano por si volvía a hacerlo para sacarla de ahí. Entonces era frustración. ¿Porqué cosa?

Una vez los ojos de cordero degollado se asomaron por sombre el hombro le sonrió a la muchacha y retiro su mano respondiendo el saludo con un sencillo Buenos Días.
Luego ella propuso un proceder, mas charles no se mostró muy de acuerdo a ello.
¿Un maestro y una estudiante encerrados en el cuarto de servicio? Parece que no ha pensado las cosas fríamente Srta. Bloom
Una de las cejas se había elevado ligeramente y la sonrisa se había borrado.
No puedo hacer lo que me pide, pero puedo ayudarle a ordenar.
Entonces la sonrisa volvió antes de inclinarse y comenzar recogiendo la escoba.

Sus cabellos se crisparon y su rostro cambio de colores, de un bordó profundo a un rojo intenso terminando quizás con una combinación de ellos, pero con un entramado acuadrillé. ¿¡Cómo podía pensar eso!? ¿¡Cómo podría si quiera llegar a ese razonamiento!? ¿¡En que mundo!? Una fuerte sensación de calor recorrió todo su cuerpo y lo primero que atinó a hacer, fue el arrebatarle la escoba de las manos y apuntarla hacia el Profesor de manera amenazadora.

-Fuera.- Lo empujó con las ásperas cerdas de la escoba con la suficiente firmeza para no llegar a ser una bruta, pero si para hacerlo retroceder un paso. -¿¡Cómo se le ocurre!?- El tono de su voz se elevo sin pensarlo, y volvió a empujar al hombre. Quería puro agarrarlo a escobazos... -Es... Usted... Cabeza dura... Pervertido.- Dejo caer la escoba al suelo y cubrió su boca horrorizada por haber pronunciado aquella palabra, pero no pasaron unos segundos en que termino la tarea de echar al profesor del cuarto con un último empujón con la palma de sus manos.

-Puedo cuidarme sola.- Se giró bruscamente agitando sus cabellos y cerrando la puerta tras de si. En su rostro había una expresión nunca antes vista... Sus mejillas estaban infladas y su ceño fruncido, sus ojos brillaban como si alguna lagrimita amenazara con escaparse y luchara con fuerza para contenerla. -Tonto...- Susurró para si misma.

Spoiler:

Acomodo la silla que había botado en el centro de la habitación y se sentó con sus piernas cruzadas, apoyó el codo sobre su rodilla y su mentón sobre sus nudillos. La muñeca sobre su cabeza se balanceaba burlonamente tras el cierre de la puerta.

¿Cuantas tonalidades de color rojo era posible de reproducir una misma persona? y eso es lo que estaba pensando, observando atónito a la mujer cuando ella le arrebato la escoba de las manos.
Entonces comenzó a exclamar con fuerza mientras lo empujaba con la misma escoba.
pero... murmuro dando unos pasos atrás. Entonces despues de un par de palabras más dejó caer su arma tapandose la boca como si hubiese dicho alguna clase de grosería... No es que fuese común escuchar a alguien llamar "Pervertido" a otro, pero tampoco era un crimen... ¿La palabra le causaba vergüenza a ella? o era lo que la palabra implicaba.

El maestro seguía atónito cuando se encontró del otro lado de la puerta.

"Tonto" Alcanzó a escuchar del otro lado. ¿Lo era él? Quizás... pero aun si lo fuese no esperaba que le llamasen de esa manera y menos de boca de ella. ¿Que otros apelativos usarían para él? ¿Que otros usaría ella? pero... no sonaba insultante, más bien como si fuese una forma de recriminar a alguien querido. Las cejas del hombre se fueron hacia la frente mientras golpeaba con el puño derecho su palma izquierda

Aun no me explica nada

Escuchó como la silla era arrastrada y luego silencio ¿Se habría sentado?

rasguñó tres veces con suavidad la puerta y con un solo dedo.

¿Srta Bloom?...

Rasguño una vez más

Lynette...

Se balanceó sobre las patas traseras de la silla haciendo oídos sordos a los rasguños en la puerta, su mirada estaba fija en el techo y aunque varias veces parecía que se iría de espaldas contra el suelo tenía cierto talento para mantener un peligroso equilibrio con aquella vieja silla, probablemente los adultos la regañarían por hacer aquello, pero ella confiaba en sus años de práctica... Hasta que escucho su nombre y cayó pesadamente sobre el respaldo de la silla... "¿Un maestro y una estudiante encerrados en el cuarto de servicio? " Suspiró ligeramente embobada, le encantaba el sonido producido por los labios masculinos y podría jurar que su estomago se llenaba de mariposas.

No sabía si se sentía más tonta por pensar en aquellas cosas o por haberse caído de esa manera. Dejando de lado el dolor en su espalda, por suerte no llego a golpearse la cabeza, se puso rápidamente de pie y se encimó sobre la puerta por si el Profesor trataba de abrirla al escuchar la silla caer nuevamente.

-Charles...- Susurró contra la madera como si estuviese acariciando el oído del hombre. -Lees muchas novelas rosas.- Afirmó con una ligera sonrisa y sin dejar de reprocharlo con el tono de su voz.

Bajo su mirada y rasguño la puerta tal como lo hizo antes el Profesor. -¿No me crees lo suficientemente capaz como para ordenar las cosas por mi misma? Puedo cuidarme sola, pero... Si le pido algo es porque realmente lo necesito.- Alargo el momento de silencio tanto que parecía haber desaparecido, no podía decir aquello último. -Mejor vaya a continuar con sus deberes en vez de perder el tiempo aquí ordenando.-  

A penas terminó de pronunciar el nombre la muchacha se escucho un fuerte golpe dentro de la habitación como si algo pesado -considerando lo que había dentro- hubiese caído secamente. ¿Señorita?exclamó un segundo antes de llevar su mano a la perilla para abrirla, mas ella había previsto el movimiento del profesor y estaba contra la puerta. Fácilmente Charles podría haberla derribado con puerta y todo, pero no lo intentó y la idea ni siquiera se cruzó por su cabeza.

Entonces el nombre del maestro fue dicho, por lo que cesó el movimiento de la perilla sin soltarla nuevamente. Sonrió girando sobre sí pegando la espalda contra la puerta misma dejando que su mirada se perdiera por ahí o por allá. No hay mucha variedad en la biblioteca y esa Corin Tellado tiene buenas obras.

El rostro del hombre se fue hacia uno de los lados, sobre el hombro como si pudiese ver a través de la madera hacia el interior del cuarto, como intentado mirarla a los ojos mientras le hablaba.

Suspiró ligeramente con la cabeza reposando sobre la madera. No me iré aun. Hiciste notar que necesitabas de mi ayuda y ahora me confirmas que realmente la requieres. Sé que no debe ser un boberia por la seriedad con la que se dirigió a mi. También hizo una pausa reflexiva despegando la cabeza de la madera, dejándola caer sobre su cuello y pecho

Me siento curioso ahora y en cierto modo responsable. Debería obligarla a confesarlo todo

La muchacha se mantuvo pegada a la puerta, sus palmas apoyadas con firmeza contra la madera por si Charles aún quería ingresar al lugar sin su consentimiento, sus piernas ligeramente flexionadas y preparada para cualquier empleo de la fuerza por parte del otro lado y su mejilla junto con su oídos pegados a la superficie y atentos a cada palabra. -Prefiero los amores imposibles a aquellos que están predestinados.- Comentó por lo bajo hablando en referencia a los libros y probablemente también en parte a un poco de experiencia propia.

Un ligero escalofrió recorrió su cuerpo, la habitación seguía helada y salvo por la punta de su nariz el resto de su rostro se encontraba cálido y sonrojado. No le extrañaba para nada que el Profesor viese atrás vez de sus palabras, una de las cosas que le gustaban de él ya que nunca había sido muy buena para expresar lo que realmente quería, pero ahora... Ahora le daba mucha, pero mucha vergüenza abrir la puerta y dejar ingresar al hombre luego de que había intentado echarlo tanto con sus acciones como sus palabras.

No había un silencio absoluto por parte de su lado sus dedos golpeteaban rítimicamente la puerta como si estuviera pensando seriamente sobre el asunto cuando, en realidad, su mente estaba en blanco.

La puerta se entreabrió apenas como para dejar ver el imperturbable e inexpresivo rostro de siempre de la pelirroja, quien abrió lento sus labios y dejo escapar un poco de aire para luego decir: -Obligueme-

¿quien es el que lee muchas novelas de amor ahora? murmuró conteniendo la risa mientras permanecía en su sitio sintiendo el cambio de presión del otro lado de la puerta como si la muchacha estuviese haciendo un poco más de fuerza de lo que antes hacia.

Luego vino el silencio, no uno incomodo o cortante y tampoco lo era absoluto... era un silencio reflexivo que se reflejaba el el nervioso tamborileo de los dedos. El Maestro aguardaba, no lo haría toda la tarde, pero tenia mucha paciencia como para ver a donde conducían esos deditos disonantes contra la madera.

La respuesta llegó rauda.

La puerta comenzó a entreabrirse lentamente, por lo que pudo volver a apoyar su peso sobre los pies sin sobresaltarse... si ella hubiese abierto la puerta de improviso hubiese tenido que aferrarse al marco como mínimo para no terminar de espaldas contra el suelo del lugar. Se giró hacia ella observándola de las alturas consumiéndose su alto cuerpo por las sombras del final del pasillo cerrado. Ni siquiera sus brillantes ojos iluminaban su oculto temple.

y el desafió fue puesto sobre la mesa y la reacción fue serena e inmediata.

La mano del hombre descendió cual garra de ave de presa sobre el pequeño animalito que se escurre de su madriguera amenazando con llevarse la vida de su victima, pero a cambio de eso tomó un rehén.

Los dedos del hombre se cerraron sobre la nariz de ella capturandola sin soltarla.

Tengo un prisionero. Confieza La declaración si bien fue susurrada, sonó amenazante.

Sus oscuras pupilas se dilataron al ver como la mano del hombre se acercaba hacia su rostro, pero no intento esquivarla. Por un segundo temió que fuesen a picar sus ojos o alguna otra parte de su rostro, pero no... El plan del Profesor era otro y aunque la tomó por sorpresa no dio indicios de haberse perturbado en absoluto. Sin ese momento no estuviese con su actitud neutral una medía sonrisa divertida hubiera curvado sus labios y se hubiera notado cuando sus orbes rojos se perdían entre algunos vagos recuerdos.

-Lamento informarte que ese rehén fue tomado hace tiempo y hasta la fecha no me ha sido devuelto.- Su voz sonaba bastante graciosa al tener la nariz prisionera entre las garras del Charles, enarcó una de sus cejas de manera acusadora sosteniendo la mirada ante aquella terrible amenaza. Aún en medio de una total oscuridad podría encontrar la posición de aquellos orbes morados, pero aún así no podría descifrar que otras intenciones se ocultaban entre ellos.

La muchacha no retrocedió ni intento forcejear y, a pesar de que se le dificultaba respirar, cruzó sus brazos sobre sus pechos como en un claro signo de desafió que se traduciría como un: ¿Es todo lo que tienes?... Lynette Bloom no se dejaría doblegar tan fácilmente, había recibido toda clase de castigos y reprimendas a lo largo de su vida y estas habían templado su carácter.

Como fuese, sus labios estaban ligeramente abiertos para no perder la conciencia a falta del preciado oxígeno y su cálido aliento escapaba de ellos acariciando la piel de la base de la muñeca ajena.

Con el brazo rígido, los dedos medio e indice apretando la nariz y la postura imponente y rígida se quedó observando un parpadeo a la joven antes de elevar una de sus cejas y apretar la piel entre ellas mientras pensaba en las palabras de ella. La mirada de Lynette estaba fija y sostenida acusadoramente, por lo que suponía él era el captor, pero el recuerdo no lograba llegar del todo a su memoria actual.

Bajó la ceja y relajó la frente, vertió un dejo de soberanía en sus ojos clavados en los de ella y sin dejar de mantener rígido el brazo dio varios pasos firmes empujando a la mujer con el puño cerrado sobre su rostro. El rostro del hombre se reveló desde las alturas, con una mirada exigente y un temple lleno de seriedad. Con esa postura, con esa gallardía exclamó mientras cerraba bruscamente la puerta detrás de él.

¡Hecho!

Sonrió sin soltarla aun relajando sus facciones y su voz.

¿Y bien? De que trataba todo esto.

Luego se llevó la mano ociosa a la barbilla elevando la mirada pensativo y volviendo a depositarla sobre ella

Por cierto... ¿Te debo una Nariz?

No dejó de apretar a su rehén.

Le dolía un poco la nariz al ser empujada hacia atrás aunque no lo suficiente como para dar un mínimo indicio y tampoco opuso resistencia al ser obligada a retroceder. Después de todo, y aunque dijese lo contrario, lo que quería era meter al profesor dentro de la habitación... Sin su ayuda dudaba que alguna vez pudiera alcanzar la muñeca sin la ayuda de alguien y no es que tuviese muchas opciones sobre a quien podría pedirle ayuda, no todos los adultos eran "confiables" y no quería meter a otros niños, resultaba un tanto peligroso tratándose de un tributo. Si bien Lynette siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo necesitase no creía que el resto de sus compañeros fuesen a pagarle con la misma moneda... Los años la habían vuelto cuidadosa, no faltaba quien quisiera sabotearte.

-¿No que un profesor y su alumna encerrados en una misma habitación... solos... no era una buena idea?- Levanto una de sus cejas, su voz tenía un matiz más grave diferente al de siempre y no estaba siendo precisamente sarcástica, sino algo sugerente. Entorno sus ojos, se estaba desviando del tema y el tiempo era oro...

-Si, y... Puede que yo te deba una.- Desvió su mirada, no mentía y eso la avergonzaba porque fue algo que paso incluso luego de que fue adoptada y se fue del lugar, y aún lo recordaba como si hubiera sido ayer. Se cruzó de brazos y camino hasta el centro de la habitación elevando su mirada hacia el cielo raso. -No puedo alcanzar mi muñeca.- Explicó tan breve que tanto drama hecho anteriormente le parecía una exageración, le parecía innecesario explicar el trasfondo de porque estaba allí y porque la necesitaba... Tan solo era una "niña" queriendo recuperar su preciado juguete.

El maestro soltó la nariz de la muchacha y gesticulando con sus manos a palma abierta las agitó brevemente un par de veces mientras respondía a sus primeras palabras Okey... okey. Dio un paso siguiéndola hacia el centro de la habitación con las manos medio metidas en los bolsillos -ya saben con el pulgar afuera y los codos flectados con una ligera actitud de vago- mientras murmuraba y miraba por todos lados y de que iba esto?

mas no fue necesario preguntárselo, para su sorpresa la respuesta llegó rápidamente justo después de confesar el crimen de la nariz.

Al mismo tiempo que se tocaba la nariz o la ausencia de su propia nariz y enarcaba las cejas con cierta ingenuidad elevó la mirada buscando la dichosa muñeca.

¿Una muñeca? Se preguntó mirándola desde ahí abajo. Sonaba sencillo no? Subirse a una silla y alcanzar el objeto, pero no actuaba. Seguía ahí mirándola con incredulidad. Así que una muñeca volvió a murmurar pensativo.
Desde cuando que la muchacha tenia otras pertenencias? Quizás desde siempre y nunca se la había visto o de ser así simplemente no lo recordaba... de todas maneras... se sentía un tanto extraño. No esperaba que una persona como Lynette tuviese una muñeca, pero era una niña no? y aunque no lo fuera... uno no se apega a las pocas posesiones que uno tiene cuando esta así de solos como todos los niños aquí?

Tomó la silla y se paró sobre ella. Podía alcanzar la muñeca pero...

Una muñeca... ¿desde cuando que?... Silencio digo... Silencio ¿Como es que llegó acá arriba?

¿La muchacha le estaría mintiendo? No sabría decirlo y no sabia si era capaz de tomar lo que no fuese de ella solo por estar ahí

Alcanzó a la muñeca y mientras la abrazaba con sus dedos y la bajaba lentamente se quedó prendido a ella observando su parecido con la muchacha. ¿pero de que iba todo esto?

-Lo mismo quisiera saber, que yo sepa ninguno de los niños tiene la altura o la habilidad suficiente como para llegar allí arriba.- Habló con la molestia de alguien a quien le habían quitado uno de sus más preciados objetos y lo habían puesto fuera de su alcance, y no necesitaba mentir para expresar tal emoción muchas cosas le habían sido arrebatadas al entrar al Orfanato... Cosas que probablemente jamas recuperaría. Entonces, como si la duda realmente la asaltara y por unos momentos se volviera ajena a lo que el profesor hacía, llevó su mano hasta su barbilla pensativa...

-Duendes.- Solo finalmente con total seguridad. -Ellos son los culpables.- Entonces vio como el hombre ya tenía la muñeca entre sus manos y su rostro se deformó por completo. Su labio inferior tembló y balbuceó. -Pero... Pero... Pero...- Frunció su entrecejo.

-Así no sirve, quería su ayuda si... Pero quería alcanzarla con mis propias manos.- Se veía con la misma decepción de alguien a quien le habían contado el final de un excelente libro. Bajo su mirada al suelo, no era la clase de chica a la que le gustaba que le sirviesen las cosas en bandeja de plata... Era una "mujer de acción" a quien su orgullo era herido con facilidad, aparentemente...

Aún con la mirada gacha se abrazo a su misma frotando sus brazos, todavía tenía frío. -Gracias Profesor...- Susurró bajito. El objeto no estaba todavía en sus manos, pero ya no estaba fuera de su alcance al menos.

Si, los oídos del hombre prestaban atención a las palabras de la mujer y eso podía reflejarse un tanto en sus nimias expresiones, mas aun seguía observando la pequeña y graciosa muñeca entre sus manos ligeramente maltrada. ¿Era a propósito?

A la palabra "duendes" solo respondió con un Uhmm y entonces le dirigió la mirada a la muchacha que yacía allá -bien abajo- de él.

La mirada de la mujer era casi un puchero y sus palabras posteriores esclarecieron ese punto... Charles suspiro y luego negando con la cabeza agregó un suave y burlesco "pero... pero... pero...." je... nada de peros

Dejó la muñeca en su sitio y bajó de la silla. ¿y bien?

Tomó a Lynette de la cintura con sus dos brazos y cargándola frente a él volvió a la silla elevándola cuan alto era posible hasta que estuviese el rostro de la mujer a algunos centímetros del preciado tesoro.

Antes de que pudiera si quiera sentirse feliz por la decisión tomada por el profesor fue tomada por la cintura y elevada, su cuerpo se tenso por completo y no por sentir aquellas manos sobre su cuerpo... Acababa de descubrir que tenía un poco de miedo a las alturas, y si el profesor de por si ya era alto el estar de pie sobre una silla lo hacia aún más aterrador. Se quedo varios segundos allí arriba sin poder reaccionar, no podía empezar a retorcerse como una oruga o la situación terminaría peor que cuando intento alcanzar la muñeca por sus propios medios.

Solo había una manera para ser liberada y esa era tomar de una vez por todas la muñeca. Abrió sus ojos lentamente -Los tenía cerrados con mucha fuerza- y frente a su nariz estaba su mini copia no autorizada. Extendió su mano con demasiado cuidado temiendo hacer perder el equilibrio al hombre o peor que la soltara por algún mal movimiento suyo.

Ya... afirmó la muñeca contra su pecho como si su vida dependiera de eso y sus piernas se movieron suavemente con algo de impaciencia. -Po... Po... Por favor, bájame.- Se sentía pequeña, tan pequeña como una bolita.

Una vez tomó a la muchacha entre sus manos, lynette se tenso y apretó por completo empequeñeciéndose como un armadillo.
Charles sonrió asegurándose de mantenerla bien firme.
Ella tardo algunos segundos en obtener el valor suficiente parar abrir los ojos y un poco más para extender su mano... y justo a tiempo antes de que charles comenzara a sentir cansancio en sus brazos.

Una vez la muñeca fue alcanzada bajó lentamente de la silla, pero sin soltar a lynette de inmediato. Al contrario, con lentitud fue girando a la chica para que quedara frente a frente con el hombre. Como pocas veces los ojos de ambos se encontraban a la misma altura.

Hola de nuevo agregó

-Hola.- Contestó con un tono de voz agudo muy raro en ella. Si no hubiese estado en una posición un tanto incomoda probablemente también lo hubiese saludado con su mano libre, pero igual aunque ya estaba más cerca del suelo no podía tranquilizarse... Se sentía un tanto desprotegida. A pesar de estar en brazos de Charles, y que sabía que no la dejaría caer, a pesar de que sus ojos se había encontrado tan cerca en quien sabe cuando tiempo, se sentía extraña.

Había algo atrapado dentro de su pecho que no podía dejar salir, había palabras que jamas podría decirle porque no estaba lista y cosas que le gustaría hacer pero quedaba tan poco tiempo...

Una vez en el suelo estrujo la muñeca con fuerza y alzo la otra mano hasta llegar a la mejilla ajena acariciándola suavemente. Para el profesor el tiempo no significaba nada... -Gracias.- No estaba agradeciendo la ayuda por la muñeca, aunque sería difícil adivinarlo. Su mirada se veía entre triste y decidida.

-Lamento la molestia, y quisiera poder agradecerlo más adecuadamente...- Su mano bajo desde la mejilla hasta el torso y se despego suavemente de él juntándose con su hermana y abrazando el juguete contra su pecho retrocedió hacia la puerta sin quitarle la mirada de encima al hombre.

-Pero tengo que ir a recuperar algo muy importante.- Abrió la puerta abruptamente y salió corriendo a toda velocidad hacia las escaleras del tercer piso.

---[Lynette huye de escena]---

El primer impulso del hombre fue apartar el rostro al sentir la mano tan cerca, mas no lo alejó al escuchar la palabra "gracias" salir de ella.
Con cierta incredulidad se le quedó observando en silencio desde las alturas, mirando como se empequeñecía la muchacha frente a él aferrándose a la muñeca con tanta fuerza como si hubiese recuperado algo realmente importante para ella.
¿Tan importante era ese juguete para ella?
No tenia conocimientos de que Lynette fuese apegada a las... cosas

Solo espero que la vez próxima no seas tan escandalosa.

Le levantó una ceja e irguió uno de sus dedos para que quedara claro que hablaba en serio... y entonces ella se despidió. El rostro de incredulidad volvió a él.

Esto de tener memorias se estaba volviendo complicado, porque tampoco recordaba que ella fuese así de arrebatada.
Oh charly charly ¿que pasa contigo? Extrañándote de todo como un niño en un lugar nuevo

------ [Telón] ------