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~ Justo a las Seis ~ (Libre 2/4)
El sol está muriendo a las afueras del orfanato, la luz amarillenta que se filtra por las ventanas lo anuncia así.
Tic... tac...
Minuto a minuto el enorme reloj marca el paso de las horas, imponiéndose por los pasillos. Todos saben que la hora se aproxima, lo sienten en su ser, ese escalofrío. La manecilla del minutero avanza y entonces, las campanadas resuenan ,una tras otra...
El lugar revive, pasos aquí y pasos allá, todos los niños en el orfanato se vuelven un lío, se les ve nerviosos, expectantes, acomodan sus ropas, revisan sus listones, lustran sus zapatos, el caos se vuelve orden cuando todos se enfilan hacia el mismo sitio: el pasillo del primer piso. Pequeños y grandes se alinean, ninguno te dice nada, te empujan, no quieren ser tú - que no sabes nada de nada - solamente guardan silencio y miran al frente, como soldados de juguete, como estatuas en su pedestal. Silencio... hasta que al final de la última campanada...
Clac, clac, clac...
¿Qué es ese sonido que parece haber congelado el tiempo? Es firme y viene acercándose, algo está por iniciar ¿sabes qué es?
Tic... tac...
Minuto a minuto el enorme reloj marca el paso de las horas, imponiéndose por los pasillos. Todos saben que la hora se aproxima, lo sienten en su ser, ese escalofrío. La manecilla del minutero avanza y entonces, las campanadas resuenan ,una tras otra...
El lugar revive, pasos aquí y pasos allá, todos los niños en el orfanato se vuelven un lío, se les ve nerviosos, expectantes, acomodan sus ropas, revisan sus listones, lustran sus zapatos, el caos se vuelve orden cuando todos se enfilan hacia el mismo sitio: el pasillo del primer piso. Pequeños y grandes se alinean, ninguno te dice nada, te empujan, no quieren ser tú - que no sabes nada de nada - solamente guardan silencio y miran al frente, como soldados de juguete, como estatuas en su pedestal. Silencio... hasta que al final de la última campanada...
Clac, clac, clac...
¿Qué es ese sonido que parece haber congelado el tiempo? Es firme y viene acercándose, algo está por iniciar ¿sabes qué es?
- reglas del tema:
- Antes que nada, gracias por tu tiempo. Enseguida, algunas simples reglas:
- Se aceptará un máximo de 4 jugadores en este tema.
- Los NPC's del tema serán manejados y descritos por mi o por Mannequin (a discresión de la administración)
- Deberán describir la vestimenta de su personaje, su porte y la manera en qué luce, obviamente con fines de interacción, después de todo soy la profesora de etiqueta o comportamiento.
- No se tomen nada personal. Miss Lidell es un personaje y puede ser malévola, casi como villana de novela (?).
- Esperaremos que se llenen los cupos en un máximo de 24 horas, en caso de que nadie más entre al tema, lo dejaremos nada más entre los presentes.
- Les ruego puntualidad a la hora de postear, para no perder el hilo y abandonar el tema.
Es todo, muchas gracias y ojalá disfruten la tortura ~
Última edición por Josephine el Vie Mar 08, 2013 2:09 am, editado 3 veces
Emily Sheppherd
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Se había hecho tarde. Era parte de las reglas –aunque no de La Regla- el no quedarse fuera de noche. No estaba escrita en ningún lado realmente, tan solo era una costumbre que se había convertido en regla. Igual que todas. Emily no tenía idea de cuando había ocurrido pero no le importaba. Para ella se trataba de miedo. Su memoria no le permitía acceder al recuerdo exacto, pero sabía que la noche no era buena y que solo algo de verdad importante le obligaría a salir a esa hora. Era la hora de los monstruos.
Salió al pasillo igual que los demás, aguardando el momento en que pudiera volver a su dormitorio. Normalmente habría terminado pronto con todo para ir a la cama unos minutos antes, pero la preocupación la tenía distraída y nerviosa. El sonido de las campanadas la hizo levantarse, andando con el grupo de chicos. Estaba bien ir con el grupo, era algo seguro. La presencia de la gente debía ser segura, o eso quería pensar. La gente se volvía tonta en el grupo y volvían a ser animales, fáciles de guiar y sin compromisos, abandonando su identidad a la manda. Pero igualmente la manada solía protegerse –hasta cierto punto desde luego, pues los Caribúes no vuelven a salvar al que se ha separado-. La soledad y la individualidad tenían su recompensa, y sus terribles peligros.
Salió al pasillo igual que los demás, aguardando el momento en que pudiera volver a su dormitorio. Normalmente habría terminado pronto con todo para ir a la cama unos minutos antes, pero la preocupación la tenía distraída y nerviosa. El sonido de las campanadas la hizo levantarse, andando con el grupo de chicos. Estaba bien ir con el grupo, era algo seguro. La presencia de la gente debía ser segura, o eso quería pensar. La gente se volvía tonta en el grupo y volvían a ser animales, fáciles de guiar y sin compromisos, abandonando su identidad a la manda. Pero igualmente la manada solía protegerse –hasta cierto punto desde luego, pues los Caribúes no vuelven a salvar al que se ha separado-. La soledad y la individualidad tenían su recompensa, y sus terribles peligros.
Última edición por Emily Sheppherd el Lun Feb 25, 2013 6:17 pm, editado 1 vez
La ignoraron, era una nada entre tantos rostros desconocidos, los cuales lejos de brindar certeza, asomaban puro desconcierto. Eran sombras en los ventanales, nada más...
Clang, clang, clang--
Alineados, empujándola de un lado a otro, mostrándole su insignificancia, uno a uno tomaron su lugar, dejándola fuera de la perfecta línea dibujada a lo largo del pasillo, como soldaditos de plomo, con las miradas al frente y la respiración contenida casi por completo.
Clang, clang--
Se contaban cinco campanadas, cada una que pasaba apresuraba más a los chiquillos y acercaba más aquéllos pasos. El corazón se agitaba, el revuelo se tornaba calma.
Clang, clang... Tic, tac...
El sonido se detuvo abruptamente, tan exacto como el minutero pasando el minuto. Emily sintió algo a sus espaldas, algo frío que le atravesaba la nuca... era una mirada. Un aroma dulzón penetró su naricilla y una figura se dibujó - en algún momento que no concibió - a sus espaldas.
- ¿Le parece esa la correcta postura de una jovencita? -
Una voz femenina, imperante y arrogante filtró el abrumador silencio, dirigiéndose a ella. Un suave golpeteo, casi imperceptible también hacia mella en el lugar, un suave tap, tap, tap que se alzaba a la altura del oído de la niña. Si miraba por el rabillo del ojo, podía ver algo moviéndose de arriba a abajo en un vaivén amenazador, algo parecido a una larga regla de madera, chocando en intervalos con una mano enguantada en un implecable blanco, tan puro, que daba miedo.
No hubo murmullo alguno hasta entonces.
Clang, clang, clang--
Alineados, empujándola de un lado a otro, mostrándole su insignificancia, uno a uno tomaron su lugar, dejándola fuera de la perfecta línea dibujada a lo largo del pasillo, como soldaditos de plomo, con las miradas al frente y la respiración contenida casi por completo.
Clang, clang--
Se contaban cinco campanadas, cada una que pasaba apresuraba más a los chiquillos y acercaba más aquéllos pasos. El corazón se agitaba, el revuelo se tornaba calma.
Clang, clang... Tic, tac...
Clac.
El sonido se detuvo abruptamente, tan exacto como el minutero pasando el minuto. Emily sintió algo a sus espaldas, algo frío que le atravesaba la nuca... era una mirada. Un aroma dulzón penetró su naricilla y una figura se dibujó - en algún momento que no concibió - a sus espaldas.
- ¿Le parece esa la correcta postura de una jovencita? -
Una voz femenina, imperante y arrogante filtró el abrumador silencio, dirigiéndose a ella. Un suave golpeteo, casi imperceptible también hacia mella en el lugar, un suave tap, tap, tap que se alzaba a la altura del oído de la niña. Si miraba por el rabillo del ojo, podía ver algo moviéndose de arriba a abajo en un vaivén amenazador, algo parecido a una larga regla de madera, chocando en intervalos con una mano enguantada en un implecable blanco, tan puro, que daba miedo.
No hubo murmullo alguno hasta entonces.
Última edición por Josephine el Jue Mar 07, 2013 7:35 pm, editado 2 veces
Lynette Bloom
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- Spoiler:
- Permiso~
Apretó con fuerza el listón que adornaba la espalda del delicado vestido de aquella pequeña niña, sería una pena que se soltara en el camino, y tras una palmada cariñosa en su cabeza le indico que estaba lista para formarse en la fila. La siguiente, tan pequeña que ni siquiera sabía atarse sus cordones, tironeo del blanco vestido de Lynette en busca de su ayuda. Las manos de la muchacha eran algo torpe, especialmente cuando sentía que estaba trabajando contra reloj, pero tras el segundo intento pudo dejar el listón rojo de la chiquilla perfectamente amarrado y una vez termino con eso se puso de pie, ya que hasta el momento había estado de cuclillas atendiendo a los más pequeños y pequeñas.
Lo siguiente que hizo fue procurar que todos estuviesen perfectamente formado, tuvo que cambiar de lugar un niño por el de otro que le superaba a penas en un par de centímetros de su altura y aliso su pelo crespo y rebelde, todo tenía que estar perfecto antes de que la manecilla del reloj marcara tal hora.
Lynette se fue a su lugar, no era de las últimas después de todo no era muy alta. Sus pies estaban limpios a pesar de estar siempre descalza, sobre sus piernas solo cruzaban unas tiras de tela calada que quedaban por encima de sus pantorrillas y le daban cierto aire greco-romano. Y los grilletes dorados que apresaban sus muñecas estaban relucientes al igual que las cortas y tintineantes cadenas que se extendían de estos, las cuales la joven había amarrado a sus brazos para que no estorbasen.
Una chica de cabellos rubios fue la ultima en formarse en medio de la confusión o al menos eso intento, los segundos se hicieron largos y la expectación pesaba sobre muchos. Entonces se escucho la voz de aquella mujer, la respiración se varios se corto, pero nadie murmuro... Con suerte hubo alguno que trato de corregir su postura.
Lo siguiente que hizo fue procurar que todos estuviesen perfectamente formado, tuvo que cambiar de lugar un niño por el de otro que le superaba a penas en un par de centímetros de su altura y aliso su pelo crespo y rebelde, todo tenía que estar perfecto antes de que la manecilla del reloj marcara tal hora.
Lynette se fue a su lugar, no era de las últimas después de todo no era muy alta. Sus pies estaban limpios a pesar de estar siempre descalza, sobre sus piernas solo cruzaban unas tiras de tela calada que quedaban por encima de sus pantorrillas y le daban cierto aire greco-romano. Y los grilletes dorados que apresaban sus muñecas estaban relucientes al igual que las cortas y tintineantes cadenas que se extendían de estos, las cuales la joven había amarrado a sus brazos para que no estorbasen.
Una chica de cabellos rubios fue la ultima en formarse en medio de la confusión o al menos eso intento, los segundos se hicieron largos y la expectación pesaba sobre muchos. Entonces se escucho la voz de aquella mujer, la respiración se varios se corto, pero nadie murmuro... Con suerte hubo alguno que trato de corregir su postura.
(Off: Así es como se vería Lynette, aunque sin el colgante y con las cadenas @_@)
- Spoiler:
Emily Sheppherd
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Su mente divagaba un poco. Había aprendido a hacerlo tras las primeras oleadas de recuerdos hacía tiempo cuando llegó al orfanato, o cuando volvió, realmente. Su mente pasaba imágenes de otros tiempos, pero no sabía si mejores o peores. A menudo recordaba lágrimas y tristeza pero también calidez y compañía. Incluso amor. Pero así mismo las imágenes pasaban a las más cortas y dolorosas. Esas eran difíciles de sostener, y no estaba segura de poder hacerlo. Sabía que algo andaba mal en esos recuerdos que hacían templar sus piernas y desear que el mundo la dejara sola por momentos, pero no podía simplemente poner los colores dentro de las líneas.
Caminar era sencillo también el grupo pues su mente se unía a la gnosis colectiva que la protegía. Oh, como era agradable aquel escudo que la manada generaba. Todo fuera de lo superficial era simplemente un sueño del que reírse. Desde luego ella no era consciente de esto, sino que era parte de su instinto como el saber que era algo temporal, que los recuerdos estaban ahí y que volverían muy pronto. “Hola Emily, por un momento te perdimos en el grupo, discúlpanos, es que había mucha gente”. Luego todos tomarían su lugar, despacio y con calma. “Bueno, ¿en qué íbamos? Oh, sí, hay que tratar de recordar, ¿Quién comienza?”. Entonces todo sería tristeza absurda y frustración, ocultas detrás de una sonrisa y una cara bonita y unas esmeraldas cristalinas llenas de timidez y compasión.
“Oh, como te va a doler intentar recordar”.
Entonces una presencia llegó, tan furtivamente como un susurro y tan pesada como un recuerdo. Emily sintió la mirada en su nuca, que la inmovilizó. Quiso decir algo, pero sus pulmones no tenían aire suficiente. Solo un quejido afeminado y suave salió de su boca, como un aullido muy, muy ligero. Sus ojos temblaron un poco. Lentamente volteó, obedeciendo casi al regaño. Las rodillas temblaron a penas nada mientras sus manos se cerraban buscando fuerza de la nada. ¿Por qué demonios tenía miedo? No era la única, ya que otros chicos rezagados, voltearon de la misma forma, pero la mayoría ya se alejaba. El depredador se había presentado y la manada se apartaba dejando a la cría más débil. Pudo ver aquella regla golpeando un guante. Se dirigía a ella, estaba casi segura pues su instinto, cubriéndola en un intento de protegerla ahora que la barrera de la manada se había casi apartado del todo.
“¡Aquí estás Emily!”
-L, lo lamento –susurró a modo de disculpa, ofreciendo una sonrisa ligera y dulce, ladeando ligeramente su cabeza. Parecía una muñequita de porcelana de las más hermosas.
Se irguió ligeramente, alcanzando su buena altura femenina y acomodando sus hombros de manera que el pecho se marcara ahí donde prometía ser generoso en muy poco tiempo. Intentó solo sonreír y esperaba poder irse. Los demás a su alrededor habían desaparecido a su conciencia.
“Oh, querida, como va a doler”
Caminar era sencillo también el grupo pues su mente se unía a la gnosis colectiva que la protegía. Oh, como era agradable aquel escudo que la manada generaba. Todo fuera de lo superficial era simplemente un sueño del que reírse. Desde luego ella no era consciente de esto, sino que era parte de su instinto como el saber que era algo temporal, que los recuerdos estaban ahí y que volverían muy pronto. “Hola Emily, por un momento te perdimos en el grupo, discúlpanos, es que había mucha gente”. Luego todos tomarían su lugar, despacio y con calma. “Bueno, ¿en qué íbamos? Oh, sí, hay que tratar de recordar, ¿Quién comienza?”. Entonces todo sería tristeza absurda y frustración, ocultas detrás de una sonrisa y una cara bonita y unas esmeraldas cristalinas llenas de timidez y compasión.
“Oh, como te va a doler intentar recordar”.
Entonces una presencia llegó, tan furtivamente como un susurro y tan pesada como un recuerdo. Emily sintió la mirada en su nuca, que la inmovilizó. Quiso decir algo, pero sus pulmones no tenían aire suficiente. Solo un quejido afeminado y suave salió de su boca, como un aullido muy, muy ligero. Sus ojos temblaron un poco. Lentamente volteó, obedeciendo casi al regaño. Las rodillas temblaron a penas nada mientras sus manos se cerraban buscando fuerza de la nada. ¿Por qué demonios tenía miedo? No era la única, ya que otros chicos rezagados, voltearon de la misma forma, pero la mayoría ya se alejaba. El depredador se había presentado y la manada se apartaba dejando a la cría más débil. Pudo ver aquella regla golpeando un guante. Se dirigía a ella, estaba casi segura pues su instinto, cubriéndola en un intento de protegerla ahora que la barrera de la manada se había casi apartado del todo.
“¡Aquí estás Emily!”
-L, lo lamento –susurró a modo de disculpa, ofreciendo una sonrisa ligera y dulce, ladeando ligeramente su cabeza. Parecía una muñequita de porcelana de las más hermosas.
Se irguió ligeramente, alcanzando su buena altura femenina y acomodando sus hombros de manera que el pecho se marcara ahí donde prometía ser generoso en muy poco tiempo. Intentó solo sonreír y esperaba poder irse. Los demás a su alrededor habían desaparecido a su conciencia.
“Oh, querida, como va a doler”
(Off: Bueno, como nadie entra, prosigamos nosotras. Bienvenida Lynn~)
Un golpeteo tras otro... tap, tap...
Silencio. Acaso uno se atreviera a respirar...
Pareciera que la mujer estuviera ensimismada en la jovencita que comenzaba a reprender, sin embargo, nada distaba más de la verdad ya que la pequeña pelirroja tardía no escapó al rabillo de su ojo... pero ya se tomaría su tiempo, primero lo primero.
Terminada la sentencia, le giró el rostro con brusquedad, para dejarle ver a su verdugo: una mujer joven, de rasgos finos, porte elegante y mirada afilada, con un par de iris violeta que carcomían el alma con su hielo. Portaba un vestido tan rojo como el carmín de los rosales y su cabello negro azabache le llovia por los hombros. Aunque en todo era la imagen de una dama, ahora mismo remembraba a un sargento.
- ¡Y corrija ese molesto acento*, esto no es un recital! Sino, le pondré un huevo cocido en la boca, señorita Shepperd. -
Dijo su nombre claramente, sin titubeo alguno... ¿cómo es que ya la conocía? La mujer dejó ir el rostro de la niña y comenzó a desfilar tras la hilera de niños, paso tras paso, lentamente, al unísono de ese "Tic, tac". De nuevo se detiene la caminata, esta vez detrás de la pelirrojilla.
- Señorita Bloom ¿puede describirme el concepto de "Puntualidad"? -
Esta vez, la mirada se clavaba sobre otra figura.
* Normalmente la gente de Gales tiende a "cantar" el inglés, por ende el comentario.
Un golpeteo tras otro... tap, tap...
Silencio. Acaso uno se atreviera a respirar...
Pareciera que la mujer estuviera ensimismada en la jovencita que comenzaba a reprender, sin embargo, nada distaba más de la verdad ya que la pequeña pelirroja tardía no escapó al rabillo de su ojo... pero ya se tomaría su tiempo, primero lo primero.
- ¿Mmmh? ¿Qué fue eso? No escuché claramente. - la punta de la regla buscó el mentón de la chiquilla y le alzó el rostro, sin cuidado de lastimarla, solamente con la intención de afirmar autoridad - Hable fuerte o no hable del todo, esos murmullos son más dignos de un ratón -Emilly Shepperd escribió:-L, lo lamento-
Terminada la sentencia, le giró el rostro con brusquedad, para dejarle ver a su verdugo: una mujer joven, de rasgos finos, porte elegante y mirada afilada, con un par de iris violeta que carcomían el alma con su hielo. Portaba un vestido tan rojo como el carmín de los rosales y su cabello negro azabache le llovia por los hombros. Aunque en todo era la imagen de una dama, ahora mismo remembraba a un sargento.
- ¡Y corrija ese molesto acento*, esto no es un recital! Sino, le pondré un huevo cocido en la boca, señorita Shepperd. -
Dijo su nombre claramente, sin titubeo alguno... ¿cómo es que ya la conocía? La mujer dejó ir el rostro de la niña y comenzó a desfilar tras la hilera de niños, paso tras paso, lentamente, al unísono de ese "Tic, tac". De nuevo se detiene la caminata, esta vez detrás de la pelirrojilla.
- Señorita Bloom ¿puede describirme el concepto de "Puntualidad"? -
Esta vez, la mirada se clavaba sobre otra figura.
* Normalmente la gente de Gales tiende a "cantar" el inglés, por ende el comentario.
Lynette Bloom
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Respiró con calma, pero no aliviada. Absolutamente nada ni nadie escapaba al inquisidor ojo de aquella mujer, la conocía el tiempo suficiente como para saber aquello y si algo no tenía que hacer en este momento, o en cualquier en que se enfrentase a otro adulto del lugar, era mostrar inseguridad. Después de todo no había como negar u ocultar el hecho de que había sido de las últimas en formarse, enfrentar su crimen cuando fuese su momento era lo único que le esperaba... Pero no es como si fuese a saltar hacia su verdugo, este estaba entretenido con su primer presa.
Y ni siquiera tenía que voltear su rostro para ver lo que pasaba a sus lados, vivir en aquel Orfanato había logrado que desarrollase excelentemente su visión periférica, especialmente durante la noche cuando no sabes que clase de criaturilla se esconde justo sobre el rabillo de tu ojo aguardando por saltarte por la espalda.
No quería sentir pena por Emily, pero aún así su corazón se removía ligeramente por ella. A penas la conocía de sus clases o de cuando se cruzaban en los dormitorios, así que no la conocía lo suficiente como para lamentar que en este momento fuese el objetivo... Pero la Profesora podía llegar a ser tan aterradora que no desearía que nadie se la encontrase en un mal día. Entonces, en ese momento en que su mente empezaba a divagar casi como si tratase de buscar su "Lugar feliz" sintió como un cálido aliento tras de ella pronunciaba su nombre y una pregunta. ¿Sabría responderla correctamente? ¿Podría complacer a Josephine su respuesta? ¿Debería empezar con una disculpa?
-Encontrarse en el momento y lugar acordado.- Contestó claramente sin dejar de mirar al frente, justo en aquel punto en la pared donde unos trazos rojos simulaban algo que parecía un conejo. Su respuesta sonó casi como quien la lee de un diccionario, pero no estaba segura de si había usado las palabras o expresiones correctas. Luego de eso, el aire escapo sonoramente de su nariz como quien hubiese estado aguantando la respiración por varios segundos.
Y ni siquiera tenía que voltear su rostro para ver lo que pasaba a sus lados, vivir en aquel Orfanato había logrado que desarrollase excelentemente su visión periférica, especialmente durante la noche cuando no sabes que clase de criaturilla se esconde justo sobre el rabillo de tu ojo aguardando por saltarte por la espalda.
No quería sentir pena por Emily, pero aún así su corazón se removía ligeramente por ella. A penas la conocía de sus clases o de cuando se cruzaban en los dormitorios, así que no la conocía lo suficiente como para lamentar que en este momento fuese el objetivo... Pero la Profesora podía llegar a ser tan aterradora que no desearía que nadie se la encontrase en un mal día. Entonces, en ese momento en que su mente empezaba a divagar casi como si tratase de buscar su "Lugar feliz" sintió como un cálido aliento tras de ella pronunciaba su nombre y una pregunta. ¿Sabría responderla correctamente? ¿Podría complacer a Josephine su respuesta? ¿Debería empezar con una disculpa?
-Encontrarse en el momento y lugar acordado.- Contestó claramente sin dejar de mirar al frente, justo en aquel punto en la pared donde unos trazos rojos simulaban algo que parecía un conejo. Su respuesta sonó casi como quien la lee de un diccionario, pero no estaba segura de si había usado las palabras o expresiones correctas. Luego de eso, el aire escapo sonoramente de su nariz como quien hubiese estado aguantando la respiración por varios segundos.
Emily Sheppherd
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En el momento en que la mujer se aproximó a ella sintió el latido de su corazón con fuerza, pesado y absoluto, latiéndole en el pecho, en la cabeza, en sus ojos. La sonrisa casi se desvaneció en el instante, pero se mantuvo a penas, como una especie de mueca de dolor y miedo que se forzaba por componer. ¿Por qué iba hacia ella si ya había hecho lo que decía? Sus pensamientos suplicaban una y otra vez que no fuera en verdad hacia ella, pero sabía que era pedir demasiado.
-Ugh… -se dejó suavemente al instante que sintió la regla bajo su barbilla, cerrando ambos ojos, convencida de que sería golpeada por ella, pero no ocurrió.
Lentamente abrió los ojos y apretó los labios un poco antes de asentir, sin decir nada. No podía liberarse de su asentó por más que intentara. Su institutriz decía que sonaba hermoso y se había arraigado a ella tan fuerte como su personalidad. Así que solo calló, calló y sonrió un poco –su última defensa- para mostrar que no estaba molesta ni asustada, que aceptaba lo que le tocaba. Si sonreía, eventualmente la dejaban en paz. El llanto solo alimentaba a los que deseaban molestarla, eso lo había aprendido hacía mucho tiempo, en ese mismo lugar. Lamentablemente, aun no lograba dominarlo.
Muchos de los otros chicos parecieron asustados y más de uno aprovechó que existía ahora una carnada para alejarse del lugar. Cada vez había menos de ellos. Emily no los reprochaba pues ella hubiera hecho lo mismo, y en realidad lo intentó cuando la profesora llevó su atención a otra chica. Supuso de inmediato que era una profesora pues sabía su nombre y la corregía para que fuera mejor. Los maestros lo sabían todo, esa era otra regla. Emily no sabía su nombre, pero no se atrevió a preguntar. ¿Por qué habría de hacerlo, no había sido corregida ya, no había obedecido? Era justo que se marchara pues no estaba en clase.
Observó a la otra chica que respondía ahora una pregunta sobre la puntualidad de forma bastante correcta. Ella estaría bien, parecía lista y seguro mucho más fuerte que Emily, incluso tenía… ¿cadenas?
Emily retrocedió un paso y luego otro y un tercero antes de darse la media vuelta. Era el momento de escapar como habían hecho los otros chicos hasta dejar solas a las tres mujeres. Se alejó hacia una esquina para doblar, sintiéndose libre, hasta que sus pasos se detuvieron.
“¿A dónde vas pequeña tonta, quieres que te golpee esa regla?”
Tragó saliva pesadamente mientras, muy lentamente, volvía sobre sus pasos. ¡¿Por qué estaba haciendo eso?! La otra chica seguro ni siquiera tomaría en cuenta lo que iba a hacer, no tendría ni un gracias, solo un buen golpe. “Oh, como va a doler”. Pero su pequeña alma le exigía, su memoria le exigía, su corazón le exigía no ser lo que odiaba tanto, no ser mezquina, no ser oportunista. No ser cruel. No ser un monstruo.
-Excuse me –dijo a espaldas de la maestra, con un acento tan marcado como no se permitía hacía mucho, sonando casi como una cantante de ópera, graciosa y elegante… y desobediente- but I’m afraid I ront understand what yo se about ma accent, is there something wrong with it? I have fond nu problem for others to understAnd me ‘til now.*
Sonrió entonces, de forma sincera y cálida, como una niña que en verdad no entendía el problema. Habló de igual manera y esperó el golpe, podía verse en sus ojos. Como hubiera deseado que alguien hiciera eso por ella alguna vez. Alguien alguna vez lo había hecho sin duda. Oh, como deseaba recordarle.
“Oh, querida, como va a doler”
-Ugh… -se dejó suavemente al instante que sintió la regla bajo su barbilla, cerrando ambos ojos, convencida de que sería golpeada por ella, pero no ocurrió.
Lentamente abrió los ojos y apretó los labios un poco antes de asentir, sin decir nada. No podía liberarse de su asentó por más que intentara. Su institutriz decía que sonaba hermoso y se había arraigado a ella tan fuerte como su personalidad. Así que solo calló, calló y sonrió un poco –su última defensa- para mostrar que no estaba molesta ni asustada, que aceptaba lo que le tocaba. Si sonreía, eventualmente la dejaban en paz. El llanto solo alimentaba a los que deseaban molestarla, eso lo había aprendido hacía mucho tiempo, en ese mismo lugar. Lamentablemente, aun no lograba dominarlo.
Muchos de los otros chicos parecieron asustados y más de uno aprovechó que existía ahora una carnada para alejarse del lugar. Cada vez había menos de ellos. Emily no los reprochaba pues ella hubiera hecho lo mismo, y en realidad lo intentó cuando la profesora llevó su atención a otra chica. Supuso de inmediato que era una profesora pues sabía su nombre y la corregía para que fuera mejor. Los maestros lo sabían todo, esa era otra regla. Emily no sabía su nombre, pero no se atrevió a preguntar. ¿Por qué habría de hacerlo, no había sido corregida ya, no había obedecido? Era justo que se marchara pues no estaba en clase.
Observó a la otra chica que respondía ahora una pregunta sobre la puntualidad de forma bastante correcta. Ella estaría bien, parecía lista y seguro mucho más fuerte que Emily, incluso tenía… ¿cadenas?
Emily retrocedió un paso y luego otro y un tercero antes de darse la media vuelta. Era el momento de escapar como habían hecho los otros chicos hasta dejar solas a las tres mujeres. Se alejó hacia una esquina para doblar, sintiéndose libre, hasta que sus pasos se detuvieron.
“¿A dónde vas pequeña tonta, quieres que te golpee esa regla?”
Tragó saliva pesadamente mientras, muy lentamente, volvía sobre sus pasos. ¡¿Por qué estaba haciendo eso?! La otra chica seguro ni siquiera tomaría en cuenta lo que iba a hacer, no tendría ni un gracias, solo un buen golpe. “Oh, como va a doler”. Pero su pequeña alma le exigía, su memoria le exigía, su corazón le exigía no ser lo que odiaba tanto, no ser mezquina, no ser oportunista. No ser cruel. No ser un monstruo.
-Excuse me –dijo a espaldas de la maestra, con un acento tan marcado como no se permitía hacía mucho, sonando casi como una cantante de ópera, graciosa y elegante… y desobediente- but I’m afraid I ront understand what yo se about ma accent, is there something wrong with it? I have fond nu problem for others to understAnd me ‘til now.*
Sonrió entonces, de forma sincera y cálida, como una niña que en verdad no entendía el problema. Habló de igual manera y esperó el golpe, podía verse en sus ojos. Como hubiera deseado que alguien hiciera eso por ella alguna vez. Alguien alguna vez lo había hecho sin duda. Oh, como deseaba recordarle.
“Oh, querida, como va a doler”
- *N de T:
- Lo que dice Emily lo dice en un acento muy marcado y cantado (no se puede poner aquí lo cantado :P):
“Disculpeme, pero me temo que no entiendo lo que me dijo sobre mi acento, ¿hay algún problema con él? No he tenido ningún problema para que los demás me entiendan hasta ahora.”
Recorrió la figurilla de la pequeña pelirroja con la mirada, de pies a cabeza, mostrando su repudio por tan inapropiada vestimenta, aunque fuese algo parecido a la sirvienta de la casa, no tenía derecho a desecrar el buen nombre del orfanato con esos harapos... esos pies desnudos debían estar tan sucios, tan impuros.
- Si conoce el concepto, ¿Por qué insiste en llegar tarde? ¿Mmh? -
Con la regla, removió el cabello rojizo de la niña, colocándolo detrás de la oreja, como para asegurarse que se grabara cada pa-la-bra.
- ¡Retírense! Excepto las señoritas Bloom y Shepperd... -
Terminada la última sílaba, el pasillo estaba vacío, salvo tres que permanecieron. Josephine se irguió en toda su altura y comenzó a rodear a su víctima, al tiempo en que le daba una lectura con ese tono tan arrogante, hasta quedar frente a frente:
- Puntualidad es respetar el tiempo del otro, un concepto sencillo. Si usted no respeta mi tiempo por las buenas ¿debemos hacerlo por las malas? He sido en exceso tolerante con usted. -
Pero antes de finalizar con ella, la otra - la mayor - se atrevió a "subestimar" a Miss Josephine...
- Así que tenemos a una bufoncilla... -
Un par de pasos agigantados fueron suficientes para llegar hasta Emily. La mano enguantada se fue encima de su hermoso cabello y se aferró a él como un buitre a la carroña, apresándola con sus garras a punto de arrancárselo. La zarandeó una sola vez, con la fuerza suficiente para que le doliera el estirón, pero cuidando no quedarse con la mecha castaña entre los dedos. Se aseguró de alzarle el rostro para que la mirase bien, no querría que olvidara esa expresión de maniática que tenía justamente ahora a causa de ella, porque sí: quería demostrarle que lo que vendría, sería por su culpa nada más:
- ¿No entiende el inconveniente, señorita Shepperd? Tranquila, tenemos tooooda la noche para explicárselo -
Y así de los cabellos, se dispuso a llevarla hasta la cocina, dando zancadas y forcejeando con ella de ser necesario. Claro que no olvidaba a la otra chiquilla ¿cómo hacerlo? Si estaba segura que por ella es que estaban en este desagradable momento.
- ¡Lynette, ven acá o verás! -
Le gritó al final del pasillo. El resto de los niños las miraban con pena, ocultos entre las sombras... regocijándose a la vez de no ser ellas.
No titubeó, era una muchachita lista, sabía cómo complacer a Josephine, pero ¿aquélla mujer tenía medida realmente? Subestimarla era no conocerla. Se inclinó, buscando la altura del oído de la pequeña y susurró, asegurándose que el murmullo recorriera el pasillo, como esa escalofriante voz que te llama a media noche...lynette bloom escribió:- Encontrarse en el momento y lugar acordado. -
- Si conoce el concepto, ¿Por qué insiste en llegar tarde? ¿Mmh? -
Con la regla, removió el cabello rojizo de la niña, colocándolo detrás de la oreja, como para asegurarse que se grabara cada pa-la-bra.
- ¡Retírense! Excepto las señoritas Bloom y Shepperd... -
Terminada la última sílaba, el pasillo estaba vacío, salvo tres que permanecieron. Josephine se irguió en toda su altura y comenzó a rodear a su víctima, al tiempo en que le daba una lectura con ese tono tan arrogante, hasta quedar frente a frente:
- Puntualidad es respetar el tiempo del otro, un concepto sencillo. Si usted no respeta mi tiempo por las buenas ¿debemos hacerlo por las malas? He sido en exceso tolerante con usted. -
Pero antes de finalizar con ella, la otra - la mayor - se atrevió a "subestimar" a Miss Josephine...
Lynette pudo verlo. Fue testigo presencial de esa ira encendida en las dilatadas pupilas de la mujer, conocía esa expresión, era terrible, simplemente terrible. La profesora giró la cabeza, mirando sin pestañear al objeto de su enojo, y lejos de fruncir los labios, los amplió en una siniestra sonrisa.emily shepperd escribió:-Excuse me but I’m afraid I ront understand what yo se about ma accent, is there something wrong with it? I have fond nu problem for others to understAnd me ‘til now.
- Así que tenemos a una bufoncilla... -
Un par de pasos agigantados fueron suficientes para llegar hasta Emily. La mano enguantada se fue encima de su hermoso cabello y se aferró a él como un buitre a la carroña, apresándola con sus garras a punto de arrancárselo. La zarandeó una sola vez, con la fuerza suficiente para que le doliera el estirón, pero cuidando no quedarse con la mecha castaña entre los dedos. Se aseguró de alzarle el rostro para que la mirase bien, no querría que olvidara esa expresión de maniática que tenía justamente ahora a causa de ella, porque sí: quería demostrarle que lo que vendría, sería por su culpa nada más:
- ¿No entiende el inconveniente, señorita Shepperd? Tranquila, tenemos tooooda la noche para explicárselo -
Y así de los cabellos, se dispuso a llevarla hasta la cocina, dando zancadas y forcejeando con ella de ser necesario. Claro que no olvidaba a la otra chiquilla ¿cómo hacerlo? Si estaba segura que por ella es que estaban en este desagradable momento.
- ¡Lynette, ven acá o verás! -
Le gritó al final del pasillo. El resto de los niños las miraban con pena, ocultos entre las sombras... regocijándose a la vez de no ser ellas.
(Off: Lynette y Emily, cuando cierren tema aquí nos pasamos a la cocina ~)
Lynette Bloom
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¿Debía responder a esa pregunta? No es como si insistiese en llegar tarde, por lo general era la última en formarse porque se aseguraba de que los más pequeños se encontrasen en buenas condiciones para la inspección y realmente prefería ser ella el foco de atención, ya era lo suficientemente mayor como para soportar cierta clase de castigos y reprimendas... Pero no, no tenía por que excusarse tras su faceta de "Hermana mayor", no... A Josephine no se le movería siquiera un pelo. De hecho, no estaba segura si la mujer era capaz de sentir compasión, pero no la conocía, además el mundo de los adultos era tan diferente al mundo de los niños.
¿Sería ahora un buen momento para disculparse? Lynette no estaba para nada segura de que decir o hacer, sentía que cualquier palabra que escapase de sus labios sería refutada sin siquiera tenerla a consideración, en cuanto a su silencio esperaba algo similar. Los adultos no se conformaban con nada. La boca de la muchacha se entreabrió, pero no porque fuese a decir algo, fue casi como una expresión de sorpresa o alerta al escuchar a su compañera decir aquellas palabras. Oh Dios... Esconderse no sería suficiente para huir de la terrible ira que irradiaba la Profesora, y para su mala suerte había quedado en medio de eso. Clavo su mirada en Emily y negó suavemente como tratando de indicarle que no dijese nada más, que el rencor de aquella mujer podría ser aún más espantoso de lo que ya se veía.
No quería estar en su lugar ¿Por qué tenía que haber terminado junto con ellas? No tenía idea de si su castigo iba a ser igual de duro o aún más de lo que esperaba, tampoco sabía si solo iba a ser una espectadora de lo que a la joven rubia le pasara... No es como si pudiera hacer algo por ella. No podía y no quería enfrentarse a la mujer ¿Ella? ¿Una niña? Imposible. Sería como ver a una pequeña gacela tratar de enfrentarse a su más grande depredador. Lynette las siguió en silencio, no tenían porque volver a repetírselo... Huir no era una opción.
Por un momento sintió como los grilletes sobre sus muñecas se hacían más y más pesados a cada paso que daba, así como también las cadenas que de estos se extendían estorbaban su caminar como si alguien tirase de ellas.
¿Sería ahora un buen momento para disculparse? Lynette no estaba para nada segura de que decir o hacer, sentía que cualquier palabra que escapase de sus labios sería refutada sin siquiera tenerla a consideración, en cuanto a su silencio esperaba algo similar. Los adultos no se conformaban con nada. La boca de la muchacha se entreabrió, pero no porque fuese a decir algo, fue casi como una expresión de sorpresa o alerta al escuchar a su compañera decir aquellas palabras. Oh Dios... Esconderse no sería suficiente para huir de la terrible ira que irradiaba la Profesora, y para su mala suerte había quedado en medio de eso. Clavo su mirada en Emily y negó suavemente como tratando de indicarle que no dijese nada más, que el rencor de aquella mujer podría ser aún más espantoso de lo que ya se veía.
No quería estar en su lugar ¿Por qué tenía que haber terminado junto con ellas? No tenía idea de si su castigo iba a ser igual de duro o aún más de lo que esperaba, tampoco sabía si solo iba a ser una espectadora de lo que a la joven rubia le pasara... No es como si pudiera hacer algo por ella. No podía y no quería enfrentarse a la mujer ¿Ella? ¿Una niña? Imposible. Sería como ver a una pequeña gacela tratar de enfrentarse a su más grande depredador. Lynette las siguió en silencio, no tenían porque volver a repetírselo... Huir no era una opción.
Por un momento sintió como los grilletes sobre sus muñecas se hacían más y más pesados a cada paso que daba, así como también las cadenas que de estos se extendían estorbaban su caminar como si alguien tirase de ellas.
Emily Sheppherd
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En cuanto terminó de hablar supo que pasaría algo terrible, todo dentro de ella se lo advertía. Sus piernas temblaron un poco ante el temor a la certidumbre de lo venidero y tuvo que luchar interiormente por no mandarse a correr en ese instante. ¿Habría sido peor? Quizás a la larga pero entonces parecía una idea muy buena, pero no lo hizo. Se había entregado de lleno con la esperanza de, al menos, que la otra chica dejara de ser el centro de atención y escapar del lugar. Abandonar la mezquindad adulta y la traición. Podría haber sido egoísta, pero no pensaba en vanagloriarse o convertirse en mártir. Únicamente quería ahorrarle a alguien una pena igual que hubiera deseado que alguien le ahorrara a ella algunas.
“Oh, como va a doler querida”
-¡Aaa! –gritó al momento en que fue atacada de aquella forma, cerrando los ojos y sujetando la mano de la mujer como para evitar que le hiciera más daño, pero apenas lograba nada.
Escuchó vagamente que la mujer decía algo, sin duda un reclamo, pero no pudo entenderlo bien a causa del dolor. Lo último que pudo ver antes de ser jalada fue el rostro de la otra chica, quien las seguía, olvidando la oportunidad que le había dado para escapar en medio de aquél arrebato. ¿Qué había pasado, acaso ella no deseaba librarse del dolor? Los ojos de Emily se abrieron un poco y en ellos pudo leerse decepción, más dolorosa incluso que aquél castigo físico. Entonces no dijo nada. Interiormente se preguntó si había valido la pena. Sentía dolor por nada.
“Oh, como va a doler querida”
-¡Aaa! –gritó al momento en que fue atacada de aquella forma, cerrando los ojos y sujetando la mano de la mujer como para evitar que le hiciera más daño, pero apenas lograba nada.
Escuchó vagamente que la mujer decía algo, sin duda un reclamo, pero no pudo entenderlo bien a causa del dolor. Lo último que pudo ver antes de ser jalada fue el rostro de la otra chica, quien las seguía, olvidando la oportunidad que le había dado para escapar en medio de aquél arrebato. ¿Qué había pasado, acaso ella no deseaba librarse del dolor? Los ojos de Emily se abrieron un poco y en ellos pudo leerse decepción, más dolorosa incluso que aquél castigo físico. Entonces no dijo nada. Interiormente se preguntó si había valido la pena. Sentía dolor por nada.
- Spoiler:
- Perdon por la demora chicas
- Continúa:
- Acá... Este tema queda cerrado
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