♘ Pasillo laaargo

Una muchacha pequeña de largos cabellos rubios caminaba por los pasillos del segundo piso, rengueaba ligeramente y una de sus manos estaba vendada de manera algo torpe. En su otra mano llevaba un ejemplar de “Romeo y Julieta”, que sujetaba fuertemente contra su pecho, mientras su mirada se perdía en los cuadros que decoraban las paredes.
Aquella noche había sido realmente complicada para ella. ¡Maldito crayón! La había hecho pasar unos pésimos momentos… Pero ¿Que más daba?
Pronto su atención se desvió a los conejos rojos que parecían correr por el piso, y casi sin darse cuenta comenzó a seguirlos. ¿A dónde la llevarían?
Poco a poco fue aumentando su velocidad a medida que su pie, al parecer esquinzado, le permitía.
La intriga comenzaba a invadirla cada vez más.
Los conejos la llevaron hasta el primer piso donde continuo siguiéndolos sin cesar.
¡Que extraños se veían! De a momento incluso parecían moverse, como si escaparan de ella. [“¿A dónde van pequeños?”] Se preguntaba internamente mientras caminaba en silencio. Solo sus pasos se oían retumbar entre las paredes.
Alguien dijo algo de bailar muy muy cerca de allí, a penas se había escuchado, pero el silencio era tanto que toda palabra retumbaba en los pasillos… ¿Quería bailar? ¿Con quien? A aquella amable petición de baile le siguió un fuerte estruendo… Algo que había golpeado contra una pared de manera algo violenta… ¿Un florero quizás? [“Pobres Rosas…”] Pensó mientras pasaba junto a uno de los tantos jarrones llenos de rosas y se las imaginaba tiradas por el piso.
¿A que se debía tanto escándalo? ¿Tendría que ver con la búsqueda de los crayones quizás? ¿O solo era algo personal contra los floreros?
No, definitivamente los floreros no eran “Perras engreídas”. Sophie apuró su paso. No le interesaba defender a nada ni a nadie, pero quería saber cual era el motivo justificable para destrozar de aquella manera un florero con hermosas flores.
Al llegar a la escena del “crimen” se percato de que al parecer no había nadie allí… Solo se podía ver un cuadro de una dama arruinado por el agua y el golpe del florero, miles de pedazos de porcelana por el piso, y todas las flores dispersas por ahí…
La pequeña se agacho y tomó una de las bellezas rojas entre sus dedos para observarla por unos instantes. Luego se puso de pie nuevamente, aun con la flor en la mano y volvió a observar el lugar… [“Asi que esta es la perra engreida…”] Pensó mientras miraba el cuadro que “lloraba”.
-Eso te pasa por no aceptar un baile…- Musitó de manera fría y le dio la espalda.
La jovencita volvió a concentrarse en la rosa que aun tenía en sus manos, mirándola detenidamente mientras se perdía en su cabeza, divagando entre todos aquellos libros y cuentos que nombraban a aquella preciosa flor.
Por algún motivo sentía que no estaba sola... Alguien la estaba mirando... Desde algún lugar.

Spoiler:

Al mirar el cuadro muchas cosas pasaron por su cabeza. ¿Cuan arrogante era la verdadera mujer? ¿Cómo sería realmente aquella modelo? Seguro se trataba de una dama muy orgullosa y vanidosa. Se le notaba en la expresión de aquellos ojos, ahora arruinados por el agua.
Si, definitivamente se merecía aquello por mirar de esa forma.
No se demoró casi nada en perderle interés a la imagen y dejó de observarla diciendo algunas palabras para luego darle la espalda.
Permaneció allí parada recordando libros y libros sobre rosas y sobre ¿Amor? Nunca había entendido ese concepto y no se creía capaz de entenderlo pero lo intentaba una y otra vez.
Aun se sentía observada. Sabía que no estaba sola y que, en algún momento, se presentaría quien la miraba.
Decidió esperar a que aquel individuo se mostrara, fingiendo estar abstraída en su observación a aquella flor.
¿Qué clase de persona sería? Al parecer se trataba de alguien fácilmente irritable… [“¿Cuánto tiempo más me harás esperar?”] Pensó internamente. Quería que quien permanecía escondido revelará su presencia de una vez por todas.
Y por fin el muchacho se mostró. Ella levantó la mirada para observar a quien se había estado escondiendo. Ahí estaba, un joven rubio, aparentemente de su edad, culpándola por el cuadro arruinado.
Sí esperaba que ella se asustara, o algo así, estaba esperando en vano. Estaba queriendo jugar con la persona equivocada.
Sophie lo miro atentamente durante un rato con aquella expresión fría y calculadora, tan característica de ella, intentando descifrar al chico.
Era difícil poder observar cambios en la expresión de la niña, ya que si no se sentía en confianza (cosa que nunca había pasado) se mostraba totalmente fría.
-Yo no fui.- dijo con aquella expresión inalterable y un tono cortante, sin dejar de analizarlo. El se veía asustado. ¿Pero hasta que punto era cierto aquello?
Definitivamente la voz era la misma que había escuchado momentos antes. ¿No era él quien le gritó al cuadro? Si, estaba segura.
-Fuiste tú.- Agregó con tranquilidad para luego volver a dirigirle una mirada a la obra arruinada, aun con la rosa en sus manos.
¿Qué importaba quien fue si en definitiva se lo merecía?