Novedades
03/03
Ven a tomar al Hitch's:
09/03
Nuevas
10/03
¿Necesitas un NPC?
30/03
Nuevo
18/04
Nueva Skin del foro
01/06
Nueva lista de
09/06
Pronto, nuevas medidas de avatares 250x450
Links Rápidos
Últimos temas
Búsquedas
Administración
~ Primer tributo: La entrega ~ [Tributo]
Mary Guertena
Burguesa
Carga
Mensajes
Empleo
Botones
Puntos de Favor
Imagen
Edad : 10
Mensajes : 27
Botones : 39
Puntos de Favor : 1
Fecha de nacimiento : 27/04/1918
Podría decir que gracias a Dios había logrado permanecer viva para entregar su tributo. Claro, primero si supiera como rezar, o si realmente creyera que había algún Dios que valga la pena en el orfanato. Lo cierto es, que no importaba realmente cuan creyente fuera uno de los ángeles o demás cosas que son benignas para el mundo, y que son capaces de darte una mano cuando más lo necesitas. Lo único que era real en ese orfanato, eran los monstruos que acechaban de noche y que nunca habían tenido miedo de ningún lugar donde, por casualidad divina, apareciera un crucifico. Si lo pensaba mejor, nunca fueron cosas que abundaran en el hogar, a menos que algún niño o algún adulto lo trajeran entre sus pertenencias cuando arribaban a su nueva vida.
Pero no era momento de reparar en pensar cosas así. Menos mal que Mary no lo hacía, pues esto, era su mundo y todo lo que de verdad conocía. Podría decirse que era una experta, pero sería hablar demasiado y nunca estaba exenta de cometer equivocaciones. Aunque lo bueno era, que cada vez que las cometía, aprendía de ellas, y en lo posible, pretendía no volver a hacerlas. Pues a pesar de que se encontraba casi siempre acompañada por alguien, ya sea en el salón, en el comedor, o a la hora de dormir, estaba sola para enfrentarse a lo duro que puede ser vivir en el Orfanato. Saber pararse sola y cuidarse uno mismo la espalda era algo que todos aprendían a la fuerza. Pero, podría ilusionarse por unos segundos. ¿Podría…? No era mucho tiempo el que contaba con su presencia, que estaba ligada a ella casi una sombra, como si fuera su guardaespalda, aunque podría ser un poco más al revés. Ahora tenía a Dio a su lado, o detrás suyo, pero nunca en frente.
-Estoy lista.- Se dijo, antes de que se animara a subir las escaleras. Estaban entre sus manos el tributo que había realizado para los príncipes. Un corazón de tela que sabiamente pudo rellenar con retazos de tela que había en el cuarto de costura, y que tiño con su misma sangre, bajo la consiga que las plumas Sir Marcus le señalaron en la biblioteca. Se habría dado el tiempo, para tener el detalle de haber puesto algunos pétalos de las rosas rojas, de esas que adornan los pasillos, dentro del mismo corazón para perfumarlo un poco, antes de terminara de cerrarlo con algunas puntadas. Y aunque el rojo del corazón no era tan rojo como lo fue cuando recién se pinto, tenía un color verdadero. El color de la carne, como un verdadero corazón, aun así lo encontraría bonito. Bueno, después de todo ese era su corazón. Las únicas cosas que sabía que podía tener de feo, eran los retazos de tela negra que se encontraban en su interior, y que eran bastantes a comparación de los otros que eran de colores un poco más claro. No podía quejarse en lo absoluto. Podría atribuir esas zonas oscuras, como sus miedos o esas cosas que la ponían mal.
Se aventuro entonces, a subir las escaleras para dejar su tributo. Paso a paso, subía los escalones de la escalera que daba al tercer piso. Unos sonidos de madera añeja se escuchaban de manera errática cuando subía, pues no siempre eran las mismas maderas las que rechinaban. Terminan de arribar entonces al pasillo, dirigiendo su mirada hacia donde debía de caminar ahora. Un pequeño cajón con su tapa abierta, esperando de manera ansiosa el tributo que pudieran dar quienes aun mantienen las ganas de seguir vivos.
Con cuidado, y delicadeza deposita su corazón de tela en el cajón. El silencio reina en el lugar, pero hay cierta presión que no puede evitar la pequeña.
Esperaba que el tributo fuera visto con buenos ojos por los Príncipes. Realmente, nunca había tenido tanto miedo como la noche en que lo hizo.
Pero no era momento de reparar en pensar cosas así. Menos mal que Mary no lo hacía, pues esto, era su mundo y todo lo que de verdad conocía. Podría decirse que era una experta, pero sería hablar demasiado y nunca estaba exenta de cometer equivocaciones. Aunque lo bueno era, que cada vez que las cometía, aprendía de ellas, y en lo posible, pretendía no volver a hacerlas. Pues a pesar de que se encontraba casi siempre acompañada por alguien, ya sea en el salón, en el comedor, o a la hora de dormir, estaba sola para enfrentarse a lo duro que puede ser vivir en el Orfanato. Saber pararse sola y cuidarse uno mismo la espalda era algo que todos aprendían a la fuerza. Pero, podría ilusionarse por unos segundos. ¿Podría…? No era mucho tiempo el que contaba con su presencia, que estaba ligada a ella casi una sombra, como si fuera su guardaespalda, aunque podría ser un poco más al revés. Ahora tenía a Dio a su lado, o detrás suyo, pero nunca en frente.
-Estoy lista.- Se dijo, antes de que se animara a subir las escaleras. Estaban entre sus manos el tributo que había realizado para los príncipes. Un corazón de tela que sabiamente pudo rellenar con retazos de tela que había en el cuarto de costura, y que tiño con su misma sangre, bajo la consiga que las plumas Sir Marcus le señalaron en la biblioteca. Se habría dado el tiempo, para tener el detalle de haber puesto algunos pétalos de las rosas rojas, de esas que adornan los pasillos, dentro del mismo corazón para perfumarlo un poco, antes de terminara de cerrarlo con algunas puntadas. Y aunque el rojo del corazón no era tan rojo como lo fue cuando recién se pinto, tenía un color verdadero. El color de la carne, como un verdadero corazón, aun así lo encontraría bonito. Bueno, después de todo ese era su corazón. Las únicas cosas que sabía que podía tener de feo, eran los retazos de tela negra que se encontraban en su interior, y que eran bastantes a comparación de los otros que eran de colores un poco más claro. No podía quejarse en lo absoluto. Podría atribuir esas zonas oscuras, como sus miedos o esas cosas que la ponían mal.
Se aventuro entonces, a subir las escaleras para dejar su tributo. Paso a paso, subía los escalones de la escalera que daba al tercer piso. Unos sonidos de madera añeja se escuchaban de manera errática cuando subía, pues no siempre eran las mismas maderas las que rechinaban. Terminan de arribar entonces al pasillo, dirigiendo su mirada hacia donde debía de caminar ahora. Un pequeño cajón con su tapa abierta, esperando de manera ansiosa el tributo que pudieran dar quienes aun mantienen las ganas de seguir vivos.
Con cuidado, y delicadeza deposita su corazón de tela en el cajón. El silencio reina en el lugar, pero hay cierta presión que no puede evitar la pequeña.
Esperaba que el tributo fuera visto con buenos ojos por los Príncipes. Realmente, nunca había tenido tanto miedo como la noche en que lo hizo.
Última edición por Mary Guertena el Mar Mar 26, 2013 12:52 am, editado 1 vez
El silencio se apodera del lugar, dejándo en completo silencio y expectante a quién quiera recibir el tributo al otro lado de la puerta. El cajón se mueve un poco, casi sin crear ruido alguno, como si fuese todo una ilusión, una jodida ilusión del momento.
La puerta tiembla por un momento, el cajón comienza a temblar, es como si estuviese palpitando "tum tum", se escucha rompiendo el abismal silencio que cubre todo el lugar "tum tum" y el cajón vibra nuevamente viajando al otro lado de la puerta. Se escucha cómo al otro lado de la puerta manejan el cajón. Mientras una voz infantil se escapa por entre las grietas del cajón casi como un susurro
- ¿Toda esta oscuridad contenida es para mi? - Se escuchan unos ruiditos contra el cajón, y un golpe violento luego de esto, el cajón vuelve a la posición inicial de cara a la pequeña y blonda costurera.
Para cuando ella abra el cajón, escuchará una pequeña y casi psicopática risilla al otro lado del cajón, y en el fondo de este, quince botones de diferentes tamaños que esperan recompensar a la muchachilla, junto con un pequeño trozo de papel que dice:
Cuando ella tóme el papel, este se deformará y se deshacerá como ceniza, dejándo un olor a chamuscado en el ambiente.
La puerta tiembla por un momento, el cajón comienza a temblar, es como si estuviese palpitando "tum tum", se escucha rompiendo el abismal silencio que cubre todo el lugar "tum tum" y el cajón vibra nuevamente viajando al otro lado de la puerta. Se escucha cómo al otro lado de la puerta manejan el cajón. Mientras una voz infantil se escapa por entre las grietas del cajón casi como un susurro
- ¿Toda esta oscuridad contenida es para mi? - Se escuchan unos ruiditos contra el cajón, y un golpe violento luego de esto, el cajón vuelve a la posición inicial de cara a la pequeña y blonda costurera.
Para cuando ella abra el cajón, escuchará una pequeña y casi psicopática risilla al otro lado del cajón, y en el fondo de este, quince botones de diferentes tamaños que esperan recompensar a la muchachilla, junto con un pequeño trozo de papel que dice:
- ¡Gracias por hacer más oscuros incluso los lindos recuerdos! -
Cuando ella tóme el papel, este se deformará y se deshacerá como ceniza, dejándo un olor a chamuscado en el ambiente.
:: Temas
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|
Dom Oct 08, 2017 4:52 pm por The Orphanage
» V. Tributos y Reputación
Dom Oct 08, 2017 4:30 pm por The Orphanage
» Modelo de Ficha
Dom Sep 24, 2017 6:17 pm por The Orphanage
» IV. El Club del Crayón Rojo
Sáb Sep 23, 2017 5:40 pm por The Orphanage
» III. Clases de Personaje
Sáb Sep 23, 2017 2:54 pm por The Orphanage
» II. Ambientación e Historia
Jue Sep 21, 2017 12:13 am por The Orphanage
» I. Reglas del Foro
Miér Sep 20, 2017 8:37 pm por The Orphanage
» Neru Komehada
Lun Nov 24, 2014 10:43 pm por Neru-kun
» Knoxville art cosnervatory (elite)
Miér Feb 26, 2014 4:43 pm por Invitado
» Aku no Musume {Rilliane ID} (En proceso)
Sáb Feb 01, 2014 3:44 pm por Rilliane L. D'Austriche