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Un primer contacto -Miranda Mei-
Tras su pequeño y sorprendente encuentro en las habitaciones con el Principe Oso, tomó las escaleras hasta el primer piso para tomar un buen desayuno. Su charla lo había dejado alterado, y para tranquilizarse le era necesario tomar un buen desayuno con la tranquilidad que le daba el silencio. Cogería su leche y algún bizcocho y se sentaría en alguna mesa vacia donde no fuese interrumpido y pudiese contentarse en su soledad. Una vez hizo su entrada en la cafetería, se sorprendió ya que parecía que todavía era demasiado pronto y la señorita Emili todavía no se encontraba en la cocina. Para Collin la rutina consistía en levantarse más pronto que los demás y evitar de ese modo el trato que inevitablemente seguía a tener que estar con el resto en aquel lugar. Sin embargo, parecía que hoy lo había hecho antes que de costumbre o pudiera deberse a que la cocinera estubiese dentro preparandolo todo. No quedaba otra opción qu eesperar a que algúun adulto apareciese por allí para poder preguntarle si ya podía tomar algo.
Para esperar, cogió una silla y la volteó para quedar así de frente a la cocina. Se cruzó de brazos y con aquella mirada tan inexpresiva que utilizaba la mayor parte del tiempo no apartó los ojos de la perta que daba al interior de la cocina. -Maldita sea por qué está tardando tanto hoy... tengo hambre.- Era un fastidio, pero no quedaba otra solución. Solo esperaba no tener que entablar conversación con ninguno de los nuevos, y perder el tiempo contestando a sus típcas preguntas: ¿Como te llamas? ¿Cuantos años tienes? ¿Quieres jugar conmigo?... no podían entender que quisiese estar solo, de hecho casi nadie podía entenderle a excepción de los principes y unas pocas personas más. Para el resto su mente era como una puerta cerrada con llave a la que era imposible acceder sin permiso. Para aquellos que no le conocían probablemente pensasen que era un chico raro y tal vez siniestro con el que era mejor no tratar.
Aunque también era verdad que podía mostrar una cara totalmente contraria a su actitud normal. Podía resultar una persona amable y buen conversador, si le era necesario. Con las chicas le era más facil, ya que no sentía esa repulsión que le llenaba la garganta cuando trataba con la mayoría de chicos. Volvió a la realidad al escuchar unos pasos, pensaba que tal vez fuesen de la cocinera, pero no fue así.
Para esperar, cogió una silla y la volteó para quedar así de frente a la cocina. Se cruzó de brazos y con aquella mirada tan inexpresiva que utilizaba la mayor parte del tiempo no apartó los ojos de la perta que daba al interior de la cocina. -Maldita sea por qué está tardando tanto hoy... tengo hambre.- Era un fastidio, pero no quedaba otra solución. Solo esperaba no tener que entablar conversación con ninguno de los nuevos, y perder el tiempo contestando a sus típcas preguntas: ¿Como te llamas? ¿Cuantos años tienes? ¿Quieres jugar conmigo?... no podían entender que quisiese estar solo, de hecho casi nadie podía entenderle a excepción de los principes y unas pocas personas más. Para el resto su mente era como una puerta cerrada con llave a la que era imposible acceder sin permiso. Para aquellos que no le conocían probablemente pensasen que era un chico raro y tal vez siniestro con el que era mejor no tratar.
Aunque también era verdad que podía mostrar una cara totalmente contraria a su actitud normal. Podía resultar una persona amable y buen conversador, si le era necesario. Con las chicas le era más facil, ya que no sentía esa repulsión que le llenaba la garganta cuando trataba con la mayoría de chicos. Volvió a la realidad al escuchar unos pasos, pensaba que tal vez fuesen de la cocinera, pero no fue así.
- Ah! Shima-kun, a ti solo se te ocurre despertarme ahora-nee?-
Suspiro la pequeña Miranda yendo a paso lento a la cocina. El pequeño gatito maullo, y la chica empujo la puerta, extrañandose completamente al ver a un chico, pelirrojo, sentado mirando hacia la cocina. Se acerco al chico, y se sento junto a el, en el suelo. Ah! Era ese chico callado que parecia pedia a gritos estar solo, pero que nadie dejaba.
Sonrio, mirandolo de manera paciente y tranquila a que el hablara, ella era demasiado miedosa, y tonta. Su gato, arañando suavemente la pierna de su Amo en busca de comida, maullo. Miranda, lentamente, se levanto, pero al no ver a nadie en la cocina, saco un pequeño paquetito de Pockys del bolsillo y le dio a su gato, para luego extenderle al chico, mirandolo.
Luego de esperar que el chico aceptara su comida, le dio otra al gato y volvio su mirada al pelirrojo.
- ¿Quieres-nee?-
Dijo con ese tic verbal suyo, sonriendo de manera complaciente, tierna. Al rato, se sento nuevamente en el suelo, jugueteando con su gato, como lo haria cualquier niño pequeño. Reia de manera inocente, como lo era...aunque en el fondo, se encontrara la persona mas dolida que creia seguir viva... y todo por sus padres...
Suspiro la pequeña Miranda yendo a paso lento a la cocina. El pequeño gatito maullo, y la chica empujo la puerta, extrañandose completamente al ver a un chico, pelirrojo, sentado mirando hacia la cocina. Se acerco al chico, y se sento junto a el, en el suelo. Ah! Era ese chico callado que parecia pedia a gritos estar solo, pero que nadie dejaba.
Sonrio, mirandolo de manera paciente y tranquila a que el hablara, ella era demasiado miedosa, y tonta. Su gato, arañando suavemente la pierna de su Amo en busca de comida, maullo. Miranda, lentamente, se levanto, pero al no ver a nadie en la cocina, saco un pequeño paquetito de Pockys del bolsillo y le dio a su gato, para luego extenderle al chico, mirandolo.
Luego de esperar que el chico aceptara su comida, le dio otra al gato y volvio su mirada al pelirrojo.
- ¿Quieres-nee?-
Dijo con ese tic verbal suyo, sonriendo de manera complaciente, tierna. Al rato, se sento nuevamente en el suelo, jugueteando con su gato, como lo haria cualquier niño pequeño. Reia de manera inocente, como lo era...aunque en el fondo, se encontrara la persona mas dolida que creia seguir viva... y todo por sus padres...
Apareció otra figura en la cafetería. Para la frustración de Collin, no se trataba de la cocinera, si no de una muchacha de pelo azulado, recoido en dos coletas a ambos lados de la cabeza. Todo parecía indicar que iba a suceder lo que había estado evitando, entablar una conversación con alguien desconocido. Sin embargo, había algo en ella que llamaba su atención, ya que iba acompañada de un peqeuño gato de pelaje atigresado. Aquello si era más de su agrado, había leido multitud de libros de la biblioteca y los que trataban de animales le gustaban.
Bueno, tal vez mereciese la pena hablar con ella. La información que pudiera conseguir siempre era util. Para su sorpresa, ella le ofreció comer de su paquetito de Pockys. Se lo frecía desinteresadamente y sin preguntarle absolutamente nada. Ese tipo de comportamiento no se salía de la normalidad, ya que lo rutinario era que le hiciesen un montón de comentarios y preguntas que no tenía intención de contestar. Así pues, un poco confundido aceptó su oferta y cogió unos Pockys.
- Gracias... Por cierto, bonito gato.- Se quedó observandolo como la chica y el felino se entretenían en el suelo, tuvo un impulso de acariciarlo, pero se contuvo. No podía mantener tanta confianza con una desconocida. Sin embargo, que no le presionase con unacharla era un punto positivo a su favor.
Bueno, tal vez mereciese la pena hablar con ella. La información que pudiera conseguir siempre era util. Para su sorpresa, ella le ofreció comer de su paquetito de Pockys. Se lo frecía desinteresadamente y sin preguntarle absolutamente nada. Ese tipo de comportamiento no se salía de la normalidad, ya que lo rutinario era que le hiciesen un montón de comentarios y preguntas que no tenía intención de contestar. Así pues, un poco confundido aceptó su oferta y cogió unos Pockys.
- Gracias... Por cierto, bonito gato.- Se quedó observandolo como la chica y el felino se entretenían en el suelo, tuvo un impulso de acariciarlo, pero se contuvo. No podía mantener tanta confianza con una desconocida. Sin embargo, que no le presionase con unacharla era un punto positivo a su favor.
Sonrió al escuchar alagar a su gato, que por cierto, ya venia pidiendo otra ración de Pockys, y asintio, para luego mirarlo.
-Tócalo si gustas-nee-
Sonrió nuevamente, mirando al chico con cierto interés, mientras tomaba al gatito en brazos y se lo extendía, para que lo tome, después de todo, este no se negaría, por lo que, que mas daba!
Doblo levemente la cabeza, levantándose del suelo, aun extendiendo al felino. Sin esperar que respondiera, solo quería que lo tocara, no le haría mal alguno.
Suspiro, mientras se dejaba caer al suelo, y el gato se soltaba de sus manitas, acercándose a ella, lamiendole la mano. Claro, le dolía el hombro de tanto tener al gato en brazos. Sonrió, ocultando el dolor en la extremidad y volvió a tomar al gato, extendiéndolo de nuevo.
La lesión en el hombro derecho dolía, claro! Pero no importaba, sonrio como siempre lo hacia y suavemente dijo:
-Anda, tocalo-nee!
-Tócalo si gustas-nee-
Sonrió nuevamente, mirando al chico con cierto interés, mientras tomaba al gatito en brazos y se lo extendía, para que lo tome, después de todo, este no se negaría, por lo que, que mas daba!
Doblo levemente la cabeza, levantándose del suelo, aun extendiendo al felino. Sin esperar que respondiera, solo quería que lo tocara, no le haría mal alguno.
Suspiro, mientras se dejaba caer al suelo, y el gato se soltaba de sus manitas, acercándose a ella, lamiendole la mano. Claro, le dolía el hombro de tanto tener al gato en brazos. Sonrió, ocultando el dolor en la extremidad y volvió a tomar al gato, extendiéndolo de nuevo.
La lesión en el hombro derecho dolía, claro! Pero no importaba, sonrio como siempre lo hacia y suavemente dijo:
-Anda, tocalo-nee!
La muchacha le ofrecía tocar a su gato, a pesar de no conocerle de nada. No tenía muy claro como afrontar una situación así. Finalmente se decantó por la opción de tomar el gato de manos de su dueña. Lo cogió, y sintió cierto placer en ello, tenía un pelaje muy suave y era muy tranquilo, por lo que se dejó acariciar sin problemas. Una vez lo tuvo entre sus manos, lo posó en su rodillas y una vez allí, comenzó a acariciarle la cabeza y el cuerpo. Era una sensación agradable, que transmitía mucha tranquilidad. Sin embargo, no podía permitirse al lujo de mostrarse perturbado por eso. continuó acariciando el felino, pero conteniendose para no mostrar ni una leve sonrisa. No quería que aquella chica se tomase confianzas con él, no se lo permitía a nadie que no fuesen los principes, y aquella no iba a ser una escepción.
-Y como se llama la dueña de este gato, si se puede saber...- Le dirigió una mirada mientras esperaba su respuesta. Con el carácter que habia deducido de ella, supuso que no se negaría a darselo. También se planteó si debería presentarse él mismo y decidió que si la respuesta de ella le convencía tal vez le obsequiase revelandole su nombre. A decir verdad a aquella muchacha ya le estaba haciendo bastantes más concesiones de las que otorgaba normalmente a los escasos elegidos para mentener una conversación con él.
-Ha sido muy amable de tu parte ofrecerme Pockys...- Le habían echo falta, ya que su tripa se quejaba y gruñía de hambre. Pero tampoco quería parecer necesitado de caridad. Había llegado a donde estab por si mismo y gracias a sus habilidades, sin depender de nadie, y no estaba dispuesto a dar la impresón de buscar ayuda.
-Y como se llama la dueña de este gato, si se puede saber...- Le dirigió una mirada mientras esperaba su respuesta. Con el carácter que habia deducido de ella, supuso que no se negaría a darselo. También se planteó si debería presentarse él mismo y decidió que si la respuesta de ella le convencía tal vez le obsequiase revelandole su nombre. A decir verdad a aquella muchacha ya le estaba haciendo bastantes más concesiones de las que otorgaba normalmente a los escasos elegidos para mentener una conversación con él.
-Ha sido muy amable de tu parte ofrecerme Pockys...- Le habían echo falta, ya que su tripa se quejaba y gruñía de hambre. Pero tampoco quería parecer necesitado de caridad. Había llegado a donde estab por si mismo y gracias a sus habilidades, sin depender de nadie, y no estaba dispuesto a dar la impresón de buscar ayuda.
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