✿ Las ranas no existen

Solo se podía oir el susurro de las páginas al ser deslizadas una & otra vez. Entre montañas de libros cerrados, de tapas oscuras & de temáticas similares se encontraba la princesita. Estaba completamente ensimismada en la lectura, sentada en aquél rincón mientras su mirada parecía perdida en la nada, cuando en verdad sus pupilas se deslizaban con velocidad por las páginas del libro. Había sido maldita con la obligación de salir tan solo por las noches a recorrer su mundo: el orfanato, que se había vuelto su única realidad hace muchísimos años atrás, & así era como lo continuaba haciendo. Inocentemente, era ella quien vigilaba el sueño de los niños por las noches; había sido ella la que provocaba aquellos extraños ruidos en la cocina que tantas veces habían espantado a tantos niños, eran de ellas las risitas de complicidad que comenzaron a escucharse algunas noches en los pasillos cuando conoció a su compañero de juegos. Si, era ella el "fantasma" del orfanato.

Y allí yacía la pequeña princesita vacía; tan vacía como sus ojos, tan vacía como su aura, que parecía ser inexistente, sus rasgos, todo era duro en ella, delicados, pero sin matices, sin aquél toque de vida que caracteriza a todos los demás niños de mejillas rosáceas...

Volvió a deslizar otra página más. Sobre su mesita el pájaro de la felicidad cantó su canción, pero nada podía interrumpir a la princesa. Adoraba leer en noches como esas, bajo la luz de una vela crepitante, que si caía, podría incendiar todo el lugar. Pero no caería; al fin & al cabo su fuego ni siquiera ondeaba como si no hubiese brisa alguna.

Su cabeza continuaba ladeada mientras leía, como si fuese una muñeca inerte la que lo estaba haciendo; si no fuese porque cambiaba de página cada cierto rato, creerían que de un muñeco se trataba. Ni siquiera su pecho se movía.
Pero por fin detuvo su lectura. Algo había llamado su atención, & aunque quisiesen averiguar que, no podrían, puesto no movió la cabeza, solo su mirada se desvió, imposible de captar. El ave dejó de cantar su melodía de felicidad, & se sumió en el silencio más eterno.

Había una presencia, un tinte de color distinto en las paredes de lo que era su hogar, & ese algo se estaba acercando a la doncella de leyenda. A pesar de que había sido muchas veces confundida con un monstruo, no lo era, era una niña, & no podía evitar sentir curiosidad por aquél que se acercaba, así que guardó silencio, & los árboles dejaron de mecerse para que ella pudiese escuchar a quien venía a acompañarla...

Se encontraba en un nuevo lugar, había llegado hasta allí gracias a sus viaje sin rumbo llevados a cabo, quizás en busca de algo, algo que fuese capaz de captar su atención, como lo había hecho cierta persona en su pasado. Si bien ignoraba aquello, era una posible conclusión de los viajes que realizaba, aunque realmente ignoraba el resultado de aquellos, como a todo lo demás. Aquel lugar en el que se hallaba, al parecer era una especie de orfanato, que cumpliendo con su deber, por así decirlo, lo acogió dentro de sus puertas, aunque nunca lo hubiese necesitado, no necesitaba un lugar para vivir, y mucho menos una vida, aunque tampoco le interesaba llegar a su muerte, todo era tan irrelevante al parecer.

Aquel lugar resultaba ser bastante grande al parecer, aunque sólo le bastó con saber la ubicación de lugares básicos, tales como la cafetería, su habitación y los baños, ya sabría donde quedaban el resto de los lugares cuando fuese necesario. Sin embargo, a pesar de que había memorizado bastante bien aquellas ubicaciones, en uno de sus recorridos de vuelta a su habitación, pasó cerca de una habitación bastante oscura, pero que a pesar de las horas que eran, tenía una tenue luz dentro de ella. Se acercó para ver quien se encontraba dentro, ya que nunca estaría de más saber quien habitaba en el lugar, y con lo que se encontró fue con una pequeña chica que se encontraba leyendo en un escritorio que allí se encontraba, al parecer, solamente hasta los momentos antes de que éste se acercara al lugar, se encontraba observando en dirección hacia donde éste se encontraba.

Se acercó con su usual falta de expresión en el rostro, mirando fijamente a la chica, si bien el no podía opinar de quien sea normal o no, le pareció alguien que al menos a primera impresión fuese poco común, aunque simplemente fue una sensación que le dio, no necesariamente debía de ser así.

- Buenas noches señorita -

Había aprendido un mínimo de cortesía de lo que le habían enseñado sus padres, y también había aprendido que donde más importante era mostrarla era frente a las damas, aunque si bien lo ignoraba, lo había siempre casi mecánicamente, como quizás muchas otras conductas que había adquirido a lo largo de los años.

Por fin la presencia se hizo visible. Le pareció sentir un dejo de semejanza a la esencia de ella misma en la del jovencito. Él parecía estar tan vacío como ella. Pero no, mentía; la chispa de la vida aún fluía por su cuerpo, por sus venas, lo que los hacía muy diferentes. De todos modos, pareciera que ella no le mirase, sus ojos estaban vacíos, no había pupila que indicase hacia donde estaba observando.

El pájaro se agitó dentro de su jaula al escuchar la voz del niño. Dahlia se quedó quieta por un buen rato, para por fin decidirse a dedicarle una sonrisa.

Una sonrisa de parte de una linda muñeca se le dedicó al joven. Era como el recordatorio de que aquella niña estaba viva, de que no era una ilusión, tampoco un fantasma, ni un títere... que era sólo una niña...

El demostró su cortesía, & Dahlia sencillamente se interesó en replicarle: - ¿Sabías que las ranas no existen? - Dijo mientras sonreía & acomodaba el libro a un lado, dejándolo abierto para no permitir que se escapase la página que leía & se mantenía allí arrodillada.

- O al menos eso se intenta comprobar. Así las brujas no tendrían elementos para hacer sus hechizos - Completó con la frase, que estaba totalmente fuera de lugar. Solía pasarle aquello mientras leía, además de que solía confundir a la gente real, de aquella que ella misma inventaba para sí; para no sentirse tan sola. Hasta que se demostrase lo contrario, él era solo una idea de su mente más.

Parecía estar muy feliz con aquella afirmación, & esa sonrisa inocente pedía que el estuviese de acuerdo también.

Al parecer, la chica le tomó más atención, no la necesitaba ni la pedía,no era como que fuese a generar un cambio en la actitud del chico cobre la chica o quizás sobre la situación. Dejó el libro a un lado y le mostró una sonrisa, sonrisa que él no devolvió, nunca había estado interesado en sonreír, era quizás alguna emoción que no conocía, aunque de hecho, no conocía ninguna, salvo un muy vago interés.

Se percató de que no se encontraban solos en aquella habitación, al parecer había un pequeño pájaro enjaulado cerca de la chica, hacía bastante que no veía un pájaro encerrado así, ya que como se había encontrado vagando por tanto tiempo, no había pasado sus días bajo techo, sino más bien a la intemperie, aunque se las había arreglado para sobrellevarlo bastante bien.

De pronto le hizo una pregunta un tanto poco común, seguida poco después por una excusa, la razón del por qué de aquella pregunta, aunque no más usual.

- Puede ser, aunque lo ignoro, no me importa lo que hagan las brujas, o si no hay ranas, sólo es así -

Parecía ser una respuesta demasiado ambigua, aunque lamentablemente él era así , no era capaz de dar una respuesta mejor, no tenía opinión propia, ni tampoco la quería, ni mucho menos le importaba que las cosas fueran de una manera u otra ya que al fin y al cabo, todo sería igual pensara lo que pensase, no era como si él pudiese cambiar las cosas, aunque de haber podido, dudaba mucho hubiese hecho algo, no era como que estuviese descontento con el mundo en el que vivía, aunque eso no implicaba que se encontrase a favor.

Dahlia actualmente no pensaba en nada, tenía la mente completamente vacía mientras esperaba la respuesta del jovencito. Claramente la respuesta no le agradó. Su ceño se frunció, & su expresión de inocente dulzura se torció al instante, transformándose en un semblante molesto, mientras su cabellera parecía que se elevaba un poco, como la de un gato molesto. Solo era la impresión, claro...

Sus ojos vacíos le miraron con molestia. Su actitud no le gustaba ¿¡Cómo no podía interesarle?! ¡Las brujas eran malas! ¡Se llevaban a los niños & hacían maliciones!

- ¡No puede no interesarte! - Le espetó violentamente, cambiando completamente su actitud, hasta un poco su tono de voz. Aunque al instante su ceño se desfrunció un tanto: - Aunque quien soy yo para decirlo...- Susurró & sonrío, pero ahora con malicia, como si recién hubiese recordado un chiste, o alguna situación que le provocase gracia mientras miraba hacia un lado como si se lo dijiese a alguien más. Ninguna de las dos cosas era así.

- ¿Qué haces aquí? - Preguntó nuevamente cambiando de tema con violencia. Ahora su rostro no demostraba ninguna expresión en particular. De todos modos le agradaba que no hubiese hecho ningún comentario respecto a su aspecto, o le temiese. Solía pasar seguido & le sacaba de sus casillas.

¿Por qué la gente le temía?

Parecía que la respuesta no le agradó en lo absoluto a la joven, su expresión cambió en torno a una muchísimo más agresiva y enfadada, quizás no era lo que ella esperaba pero ya estaba hecho, no era algo que él hubiese podido prever, ni tampoco algo que hubiese evitado de tener la oportunidad. Después, al parecer se dio cuenta de que no estaba del todo en lo correcto por lo que se calmo un poco y volvió a un estado similar al que se encontraba momentos antes del cambio, volviendo así a un estado en el que era mucho más fácil conversar con ella.

Poco después cambió el tema con una nueva pregunta, que hacía allí. La verdad no sabía, simplemente llego allí por casualidad, nunca estuvo en sus planes terminar dentro de aquel orfanato ni mucho menos estar inmerso en aquella situación, no era tampoco como que fuese capaz de prever el futuro.

- De momento te respondo, si hablas se escucho, si callas te miro, si no hay nadie me quedo impávido, así es como son simplemente las cosas para mí -

Se mantuvo en el lugar, en la misma posición y expresión con la que había llegado allí, nada había cambiado, de momento la chica resultaba ser como el resto de la gente, aunque si bien era un tanto peculiar, no había logrado levantar su interés en lo absoluto, nadie lo hacía, y quería descubrir aquel trabajo para el que era perfecto, aunque de momento debería permanecer allí, hasta quizás que el momento preciso llegase, no sabía si llegaría o cuando, pero de llegar, quizás podría descubrir más de algún secreto tras su forma de ser.

Dahlia ladeó la cabeza para mirar al extraño. Sus palabras no tenían sentido, & a pesar de todo, no había respondido a su pregunta más importante, pero detuvo su lengua ácida; estaba conociendo a un especimen bastante particular, aunque no así interesante... Se volvió a mantener quietecita, en una cantidad de tiempo que hubiese podido ser igual de eterna. De todos modos, ninguno de los dos tenía prisa ¿No?

De todos modos su forma tan lógica de responder, tenía una falla, & Dahlia se la haría ver.

- De todos modos no respondiste lo que te pedí. Se levantó con esfuerzo del suelo, estirándose el vestido con una mano, mientras con la otra se arreglaba el cabello, acomodándolo en su lugar. Su cuerpo frágil & enfermizo podía verse ahora con claridad bajo la luz de la vela, que en vez de darle un toque más cálido a su piel, hacía que se viese aún más fría & muerta.

- Pero como has dicho, si hablo me escuchas, así que hablaré - Clavó su mirada en él sin ninguna intención, en particular, pero esta vez no sonrío. Jugaría su mismo juego, de todos modos para ella todo era un juego, & no había más placer que el de la diversión...

Y el de la eternidad.

- Mi nombre es Dahlia, & soy la princesa & dueña de este lugar, así que si te hago una pregunta, quiero que la respondas - Dijo de manera tranquila, sin inmutarse. Su pregunta anterior había sido por mera cortesía, por mera faceta, porque ya sabía todo sobre su llegada. No era casualidad que él terminase allí, si no que no era más que la representación física de los deseos de los príncipes...

- Cuando yo te pregunte ¿Cómo llegaste aquí? Me responderás que te perdiste en el bosque & llegaste a la casonar. Cuando te pregunte ¿Cuántos años tienes? Me dirás que 16, cuando te pregunte como te llamas, me dirás Richard, cuando te diga que hables, hablarás, & cuando te diga que calles, callarás. - Se detuvo. Las palabras de Dahlia no tenían sentido alguno, aunque la información era completamente real. No iba a perdonarle que le hubiese interrumpido en medio de su lectura, & además se hubiese negado a responder a sus exigencias.

- ¿Está claro? - Preguntó. No iba a aceptar un no como respuesta, pero antes de que el pudiese responderle, volvió a sentarse y a tomar el libro, colocándolo sobre su regazo & comenzando a leer.

- El hueso de la rodilla va en la mano, la mano va en el pie, el pie va en la cabeza...- Comenzó a susurrar con la vista clavada en el libro.

Nuevamente no le gustó su respuesta, al parecer no tenía la suerte para acertar lo que la chica quería escuchar aunque no era como si la necesitase, cuando tuviese que arreglárselas lo haría, antes no lo encontraba necesario. Al parecer no era una chica muy tolerante al resto, no le importaba, habían cosas peores dentro de la gente de la sociedad, quizás alguien como él, al menos desde otro punto de vista, alguien tan frío como para matar a sus propios progenitores y no sentir la más mínima emoción, en fin, todo aquellas conjeturas las hacía en base a lo poco y nada que conocía a la joven recién encontrada.

Poco después, se presentó, al parecer se llamaba Dahlia y se auto-proclamó princesa y dueña del lugar, no es como quisiese rebatirle aquello así que seguiría el juego, basándose en como había reaccionado anteriormente sería más fácil que discutir con ella por quien tenía la razón. Después, lo acusó de no haber respondido a su pregunta, lo que si había hecho, ya que ésta era bastante ambigua, tanto su respuesta como la que supuso ella esperaba escuchar eran correctas, sólo que en su pequeña rabia pareció no notarlo, ya se lo haría saber, al momento de hablar por supuesto.

Comenzó a nombrar cosas sobre él que resultaban ser ciertas, y de hecho, sólo en eso se fijó, ya que le dio tan poca importancia como para preguntarse como era que sabía aquello. Luego comenzó a leer, y con ello a murmurar un par de cosas, ahora era su momento de emitir comentario nuevamente.

- Emm, sí está bastante claro, aunque de hecho, me preguntaste que hacía aquí y eso mismo es lo que he respondido, si quería que te dijera como llegue aquí o por qué me quedé aquí debiste haber preguntado eso mejor, siendo así un tanto más directa -

Dio un suspiro, aquella conversación era algo fuera de lo común, pero al menos no tenía la más mínima razón para terminar mal, ya que lo único que lo llevaba a hacer cosas como asesinar era lo mínimo que exigía su cuerpo para vivir, pero por mucho que la chica demostrase sus caprichos, ninguna de esas necesidades saldría a la luz en aquellos momentos, no era como que llevase un instinto asesino dentro suyo tampoco, ni mucho menos como si conociese los deseos, como para dañar a alguien, o la necesidad de imponer su propia opinión sobre algo, ya que esta misma ni siquiera existía en este mundo.

La muchacha continuó completamente ensimismada en su libro, tanto que comenzó a ignorarle. Era cierto que al parecer las palabras de Dahlia no tenían sentido, ni hilo alguno, pero la verdad no era así. En cada una de sus palabras, en cada pensamiento que zurcaba su mente, había una doble intención, un secreto escondido solo para aquellos que pudiesen descrifrar la verdad tras la muñeca de ojos vacíos.

El silencio se hizo presente, ahora sencillamente acompañado por unos murmurllos de parte de la niña. Las pausas se hacían cada vez & más largas, como si la jovencita, ahora ya no desconcida, se desconectase de la situación, para volver a tomar el hilo de la misma mucho más tarde.

Por fin la muñeca de carácter dejó de leer nuevamente, alzando la vista & mostrándole al mundo lo que estaba leyendo. No era más que un libro en blanco. Sus ojos, si es que así podían llamarse, volvieron a posarse en el callado pequeño, el jovencito sin sentimientos, el príncipe que no sentía absolutamente nada. Su sentir se había marchitado en su interior, dejándolo aislado de todo sentimiento humano...

Ladeó el rostro. Aunque la verdad pareció como si su cuello hubiese cedido al peso de su cabeza abruptamente, pero a pesar de la sensación que provocaba, su cabeza no cayó rodando hasta el suelo...

- Las ranas no existen - Volvió a repetir, & se levantó. Dejó la vela encendida en el lugar, & comenzó a caminar hacia la salida de la biblioteca, que era por donde Richard había entrado.

- Había una vez, un niño mentiroso. Era tan mentiroso que incluso se mentía a si mismo...- Comenzó a recitar mientras pasaba a su lado, con clara intención de retirarse, sin siquiera apagar la vela.

Él aún no respondía que hacía en la biblioteca a esas horas de la noche.

La chica se quedó completamente absorbida por su lectura, se había desconectado del mundo que la rodeaba, aunque en cierto modo supuso que escuchó lo que tenía que decir, aunque si lo hacía o no no habría diferencia alguna, no era como que fuese a generar algún cambio en la conversación o en la manera de pensar que tendrían el uno sobre el otro, de momento el mantenía su posición de que la chica era bastante intolerante ante aquellos que le es ajeno a su pensamiento u opinión propia.

Finalmente, terminó con su lectura y se preparó para retirarse, él seguía inmóvil en el lugar que se encontraba desde un principio, y con la misma expresión de todo el tiempo, aquella expresión completamente vacía, como si de alma se tratase, éste careciese de una, o al menos de gran parte de ella, la parte que hace a los humanos lo que son. El no era mas que un ser viviente, salvo que podía pensar, aunque a pesar de eso, carecía de mucho más que los mismos animales que conviven en la tierra.

Dahlia se levantó y caminó en dirección, mientras dijo en un principio aquella frase con la que había comenzado aquel encuentro, seguida por otra más profunda, al parecer para que la captara de alguna forma, ¿mentira?, ojalá fuera así, al menos tendría algo por que vivir... Aquel pensamiento cruzó su mente fugazmente poco después de que fuese formulado el comentario, y supuso debía de dar una respuesta a ello, al parecer eso era lo que buscaba, sino, aquella conversación terminaba allí, para luego cada uno seguir su camino propio.

- ¿Mentir dice?, ojala que así fuera, simplemente no hacía nada, sólo pasaba por aquí y entré al ver una luz, no es como que hubiese pensado en venir hasta aquí desde antes, ni siquiera sabía de este lugar antes de entrar y conocerla -

Aquella conversación nocturna llegaba a su fin, la chica no había creído una sola de sus palabras, poco le importaba, no había consecuencias visibles como para darle algo de importancia a ello, y de haberlas, ya las conocería, y llegado el momento, haría algo al respeto, si es que la situación lo meritaba, de no ser así, que hiciera lo que quisiera.

La princesa seguía rumbo a la puerta cuando la vela se apago, era hora de retirarse, ella rió, ignoró el motivo y comenzó a dirigirse también hacia la puerta. Como era más alto que la chica, no demoró mucho en alcanzarla, al hacerlo, la miró y dijo unas cuantas palabras, a modo de despedida.

- Bueno princesa, nuestra conversación llega a su fin, ahora que ha terminado, me despido y retiro -

Hizo un leve gesto de despedida y llegó hasta la puerta, debía dirigirse en dirección a su habitación, ya no quedaba nada más por hacer aquí, al menos esa noche, quizás el futuro vendría con una oportunidad de retomar aquella conversación pero aún no lo sabrían hasta verse inmersos en aquella hipotética situación.

- Si me necesita, ya sabrá donde encontrarme -

Al parecer el momento de irse se vio pospuesto por los deseos de la chica, poco antes de salir lo sujetó, diciéndole que no tenía el permiso para retirarse. En ese momento se detuvo y la miró fijamente, parecía ser que la princesita tenía alguna especie de objetivo sobre él o algo similar, ya lo sabría, o sino, que más daba si tenía o no alguna repercusión sobre él.

- Si no quería que me fuese debió habérmelo dicho antes, ya que puedo ser muchas cosas pero adivino no está entre ellas -

Comenzó a oír unas extrañas voces, y pronto después, la puerta se cerro para no abrirse hasta que todo ello llegase a su fin. Se quedó mirando fijamente a la princesa con aquella expresión que había mantenido desde siempre, no había ocurrido nada que la hubiese cambiado en hacía muchísimo tiempo, y no sabía si se avecinaba algo que lo lograse, ya que las posibilidades eran extremadamente bajas, pero no imposibles.

- Entonces, ¿qué le parecería que hiciéramos?, la noche aún es joven y por lo que veo, no tiene intenciones de retirarse mientras no cumpla sus objetivos. ¿Cuáles son?, si se puede saber -

A pesar de todo, de que se encontraba encerrado, de que algo sucedía en aquel lugar, mantuvo el nivel de cortesía siempre en alto, era una de las pocas moralidades que tenía, aún si no sabía la diferencia de lo que pensaría la gente si cambiaba aquello, después de todo, él no era la gente, y por lo tanto no podía pensar como ellos.

Caminó en dirección hacia donde se encontraba una de las pocas sillas que podía distinguir en la oscuridad y tomó asiento, no sabía cuanto tardaría en responder la chica, pero no había apuro por lo que podía tomarse el tiempo que quisiera para meditar la respuesta, o en el caso de lo que había visto de su comportamiento, probablemente una orden.