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Preludio (Autoconclusivo)
Lynette Bloom
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Edad : 19
Mensajes : 136
Botones : 5
Puntos de Favor : 12
Fecha de nacimiento : 06/06/1916
Nota: Esto pasa durante la trama 0.
Era sé una vez una pequeña y preciosa yo.
Mi mamá jamás pudo verme a los ojos y creo que nunca me dirigió la palabra, no tengo recuerdos de su voz... Sólo de ella encerrada en el cuarto de costura haciendo muñecas. Mi Padre sólo se daba cuenta de mi existencia para gritarme sin razón y golpearme ante la mínima equivocación, nunca podre olvidar su fuerte aliento a alcohol.
Entonces, conocí a mi "Hermano". Sus cabellos eran tan rojos como los míos, quizás fue eso lo que lo llevo a acercarse a mi... El fue un respiro en mi solitaria vida. Me regalaba dulces y jugaba conmigo cuando nadie nos veía, podría decirse que él fue mi primer amor... Pero luego mamá y papá se enteraron. Todo acabo...
Fue la primera y última vez que vi llorar a mi Mamá, fue la primera y última vez que tuvo contacto conmigo golpeándome como si solo fuese un saco de basura. No paso un día y el cuarto de costura se tiño de rojo, mi Padre se volvió loco, en verdad quería a mi Mamá...
Lo poco que quedaba de la pequeña yo fue azotado, encadenado y encerrado en un cuarto pequeño, no volví a ver la luz del Sol. No entendí el gran pecado que había cometido hasta un buen tiempo después... En ese momento era pequeña como para entender esas cosas, pero trataré de explicarlo: Mi "Hermano", el niño que vivía en la casa de enfrente, era -aunque sea una parte de él- de verdad mi Hermano, y las implicaciones que eso llevaba en ese época eran terribles...
No sé cuánto tiempo paso, no sé que me motivaba a seguir con vida y cuando creía que ya no quedaba nadie tras aquella puerta, que el mundo se había acabado y yo era la única ahí, mi Hermano vino a rescatarme. Él fue quien cortó mis cadenas, aunque no fue tan dramático como él lo recuerda... Pero es cierto que me trajo aquí, al Orfanato, y yo prometí esperarlo.
Los años pasaron, tenía techo y comida, además los castigos no eran tan duros como los que recibía en casa. Tenía cierta facilidad para meterme en problemas, siempre defendiendo a quien no podía hacerlo por sus propios medios. Aunque no lo expresase era feliz, tenía amigos, había adultos que me trataban bien cuando era una buena niña y en mi memoria estaba marcado a fuego el recuerdo de mi Hermano, aún quería verlo y en ese momento no era muy paciente.
Los Bloom llegaron una tarde, su vehículo se había averiado a las afueras del Orfanato, y aunque supongo que fue algo que nunca debió pasar, ellos me llevaron. No entiendo porque, por lo general prefieren a los niños pequeños que aún son posible de moldear a su antojo, al menos tenía de mi lado mi obediencia... Pero como fuese quería ir a buscar a mi Hermano sin importar que.
Sigo pensando que fue un error, porque días después de irme paso aquel accidente... Y quizás mi maldición fue recordarlo dado que no estuve ahí para sufrirlo. No puedo olvidar nada, pero finjo hacerlo así es más fácil.
Mi vida con los Bloom, para que negarlo, fue perfecta. Conocí muchos lugares y personas, nunca estuve muy segura a que se dedicaban o de donde sacaban su dinero, pero ellos me enseñaron muchas cosas... Ellos me dieron las armas para defenderme y me ayudaron a buscar a mi Hermano, lamentablemente llegué muy tarde. Él no sólo había formado una familia, murió en combate (O al menos eso era lo que se creía dado que no encontraron su cuerpo), ya no tenía como recuperarlo y menos aún como cumplir mi promesa.
Pasaron varios años, y cuando creía que por fin estaba dejando todo atrás, nuestro vehículo volvió a averiarse frente a aquella parada de buses. Supe al instante que mi estancia con ellos había terminado, y con la excusa de ir por ayuda me fui con lo poco que tenía encima mi ropa, mis cadenas (No importa porque medio no se podían romper) y mi relicario (jamás abierto). No tuve que adentrarme mucho para darme cuenta cuanto habían cambiado las cosas y que no podría volver a salir de allí nunca más, o al menos eso era lo que creía...
Porque yo era diferente al resto. Así como nunca tuve que dejar el Orfanato, tampoco tendría que haber vuelto a él... Ello era mi carga, y al mismo tiempo mi salvación...
Lynette estaba sentada contra la pared en el rincón más oscuro del escondite. Sus piernas estaban flexionadas contra su pecho y las sujetaba fuertemente con sus brazos, sus cabellos rojos caían sobre su rostro ocultando sus lágrimas. No había manera de esconderse de ellos, pero al menos ningún niño o adulto la vería recordar. El tiempo se le acababa... Muchos había desaparecido, los recordaba perfectamente, y no quedaba mucho para que se diesen cuenta que ella era un error, algo que nunca debió pasar, pero que pasó... Y tenían que eliminarla para que las cosas siguiesen funcionando como debían.
Mi mamá jamás pudo verme a los ojos y creo que nunca me dirigió la palabra, no tengo recuerdos de su voz... Sólo de ella encerrada en el cuarto de costura haciendo muñecas. Mi Padre sólo se daba cuenta de mi existencia para gritarme sin razón y golpearme ante la mínima equivocación, nunca podre olvidar su fuerte aliento a alcohol.
Entonces, conocí a mi "Hermano". Sus cabellos eran tan rojos como los míos, quizás fue eso lo que lo llevo a acercarse a mi... El fue un respiro en mi solitaria vida. Me regalaba dulces y jugaba conmigo cuando nadie nos veía, podría decirse que él fue mi primer amor... Pero luego mamá y papá se enteraron. Todo acabo...
Fue la primera y última vez que vi llorar a mi Mamá, fue la primera y última vez que tuvo contacto conmigo golpeándome como si solo fuese un saco de basura. No paso un día y el cuarto de costura se tiño de rojo, mi Padre se volvió loco, en verdad quería a mi Mamá...
Lo poco que quedaba de la pequeña yo fue azotado, encadenado y encerrado en un cuarto pequeño, no volví a ver la luz del Sol. No entendí el gran pecado que había cometido hasta un buen tiempo después... En ese momento era pequeña como para entender esas cosas, pero trataré de explicarlo: Mi "Hermano", el niño que vivía en la casa de enfrente, era -aunque sea una parte de él- de verdad mi Hermano, y las implicaciones que eso llevaba en ese época eran terribles...
No sé cuánto tiempo paso, no sé que me motivaba a seguir con vida y cuando creía que ya no quedaba nadie tras aquella puerta, que el mundo se había acabado y yo era la única ahí, mi Hermano vino a rescatarme. Él fue quien cortó mis cadenas, aunque no fue tan dramático como él lo recuerda... Pero es cierto que me trajo aquí, al Orfanato, y yo prometí esperarlo.
Los años pasaron, tenía techo y comida, además los castigos no eran tan duros como los que recibía en casa. Tenía cierta facilidad para meterme en problemas, siempre defendiendo a quien no podía hacerlo por sus propios medios. Aunque no lo expresase era feliz, tenía amigos, había adultos que me trataban bien cuando era una buena niña y en mi memoria estaba marcado a fuego el recuerdo de mi Hermano, aún quería verlo y en ese momento no era muy paciente.
Los Bloom llegaron una tarde, su vehículo se había averiado a las afueras del Orfanato, y aunque supongo que fue algo que nunca debió pasar, ellos me llevaron. No entiendo porque, por lo general prefieren a los niños pequeños que aún son posible de moldear a su antojo, al menos tenía de mi lado mi obediencia... Pero como fuese quería ir a buscar a mi Hermano sin importar que.
Sigo pensando que fue un error, porque días después de irme paso aquel accidente... Y quizás mi maldición fue recordarlo dado que no estuve ahí para sufrirlo. No puedo olvidar nada, pero finjo hacerlo así es más fácil.
Mi vida con los Bloom, para que negarlo, fue perfecta. Conocí muchos lugares y personas, nunca estuve muy segura a que se dedicaban o de donde sacaban su dinero, pero ellos me enseñaron muchas cosas... Ellos me dieron las armas para defenderme y me ayudaron a buscar a mi Hermano, lamentablemente llegué muy tarde. Él no sólo había formado una familia, murió en combate (O al menos eso era lo que se creía dado que no encontraron su cuerpo), ya no tenía como recuperarlo y menos aún como cumplir mi promesa.
Pasaron varios años, y cuando creía que por fin estaba dejando todo atrás, nuestro vehículo volvió a averiarse frente a aquella parada de buses. Supe al instante que mi estancia con ellos había terminado, y con la excusa de ir por ayuda me fui con lo poco que tenía encima mi ropa, mis cadenas (No importa porque medio no se podían romper) y mi relicario (jamás abierto). No tuve que adentrarme mucho para darme cuenta cuanto habían cambiado las cosas y que no podría volver a salir de allí nunca más, o al menos eso era lo que creía...
Porque yo era diferente al resto. Así como nunca tuve que dejar el Orfanato, tampoco tendría que haber vuelto a él... Ello era mi carga, y al mismo tiempo mi salvación...
Lynette estaba sentada contra la pared en el rincón más oscuro del escondite. Sus piernas estaban flexionadas contra su pecho y las sujetaba fuertemente con sus brazos, sus cabellos rojos caían sobre su rostro ocultando sus lágrimas. No había manera de esconderse de ellos, pero al menos ningún niño o adulto la vería recordar. El tiempo se le acababa... Muchos había desaparecido, los recordaba perfectamente, y no quedaba mucho para que se diesen cuenta que ella era un error, algo que nunca debió pasar, pero que pasó... Y tenían que eliminarla para que las cosas siguiesen funcionando como debían.
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