Dulce silencio.

Despertó cerca de la entrada de aquel edificio, le resulto tentador entrar y mas no tenía otro lugar al cual ir. Poniéndose de pie y tomando su maleta, que no era para nada pesada, abre las puertas de madera de este. Realmente no tenía muchas opciones y quizás allí todo podía comenzar desde cero, otra vez. Entrando a aquel lugar se sorprendió un poco, era de día y se podía ver bastante iluminada la habitación pues las cortinas estaban recogidas y la luz entraba por los ventanales dándole una visión de un lugar “acogedor”, claro, todo a simple vista.

Dejo su maleta en la entrada y se encamino con elegancia hacia el centro del lugar, observo cada detalle mínimo de este así todo quedaría guardado en su mente y así observo las flores variadas rojas, amaba el color rojo, la muerte y la pación, hermosa combinación. Con paso lento se acerco a estar y aspiro el aroma variado que tenían. Agradable sin más palabras, esa era su sensación en esos momentos. Amaba las flores y no lo negaría, adoraba las flores rojas aunque aun así adoraba más las rosas negras, la muerte, si ese era el significado que mas amaba de ella. Suspiro suavemente mientras acomodaba unos cabellos detrás de su oreja izquierda.

Se giro sobre su eje girando el vestido blanco que llevaba ese día, un vestido simple y hermoso a la vista, blanco con decoraciones en crema y negro, cintas por aquí y por allá, unas muñequeras haciendo juego y sus zapatas de plataforma, no muy alta, que recorrían todas sus piernas sobre sus medias blancas. Su cabello castaño giro junto a ella mientras una risilla se escapaba de sus labios rojizos, sus ojos se cerraron lentamente escuchando la simple soledad y silencio del lugar, ¿acaso no vivía nadie allí?, sería triste así. Acomodo el moño negro que tenía en su cabeza pues al girar este se movió de su lugar, todo debía de estar en su lugar y así perfecta podría estar, perfecta, así estaría completa.

Sus pensamientos se esfumaron al volver a abrir sus ojos y toparse con un tocadiscos, su madre amaba ese artefacto. El simple hecho de recordar a su madre le hizo sentir un escalofrió recorrer todo su cuerpo y cerrar sus ojos con fuerza. “El sonido de los discos es mejor que cualquier cosa, menos mi voz eso está más que claro”, había argumentado cuando le enseño el objeto y eso no le agradaba, en esos momentos no quería recordarla y menos sentir su voz taladrar su mente, maldito sea aquel objeto allí.

Sus ojos lentamente se abrieron y parecían tener un tono rojizo más que castaño como minutos atrás, su expresión no demostraba emoción alguna y su cuerpo quito quedo, el silencio, dulce silencio que la reino.

Escucho los pasos acercarse pero no se movió, los oyó en silencio como si estuviese intentando de descubrir sus intenciones solo con aquel sonido. Lo escucho cada vez más cerca hasta que la voz de su “compañero” salió a luz, se sobresalto inconscientemente y se giro lentamente a él, sus ojos aun permanecían con una mezcla de café y rojo.

-Buenos Días-

Respondió cortésmente ante el saludo, al menos para ella seguirían siendo buenos días hasta que comiese o pasasen las 12 del mediodía. Observo sus cadenas con curiosidad pero no lo demostró ni en su rostro ni en su mirada, sus ojos permanecían con un deje de soledad y su expresión facial era neutral. Viajo su mirada hasta posarse en la llave que colgaba del cuello de este al escuchar su petición, hubiese preguntado el porqué estaba así atado mas creyó que ese no era el momento, apenas lo conocía y debía jugar bien sus cartas.

-Claro-

Con una suave y baja voz agrego sonriéndole levemente, estiro sus manos para quitarle la llave de su cuello y tener mejor movilidad, lo hizo sin más. Volvió su vista a las cadenas de este, no podía creer que lo hayan encadenado, ni que un animal salvaje fuese o quizás si mas ella no era nadie para juzgar. Con su mano temblorosa tomo las cadenas para tener mejor precisión y con la otra incrusto la llave en la abertura, con un suave Crack estas fueron abiertas y ella suspiro levemente. Él sería el primer niño que conocía desde hacia tiempo, eso la ponía algo nerviosa y molesta, tantos años perdidos y ahora tenía esta maldita sensación de terror, confusión y emoción a la vez, aunque bien mucho mas no podía hacer, todo por algo pasaba sino no sería un juego ¿cierto?

-Seria lo suficiente imprudente de preguntarte por qué has terminado así, pero siento que no debería de saber y ni incomodarte con tal pregunta-

Como solía hacer de vez en cuando sus pensamientos los dijo en voz alta, suavemente como si estuviese aun analizando sus palabras y actos.

Obedeció ante su propuesta y no abrió su boca para emitir ningún tipo de sonido en ningún momento. Se sentó en uno de los sofás verdes de allí elegantemente, coloco sus manos sobre sus piernas mirándolo entretenida mientras su relato oía.

Parecía una historia triste mas a ella solo la emociono y no sintió lastima por él ni por los habitantes, quizás se lo merecían, no, quizás no pero eso era parte del juego que les toco vivir, y cuando el master movía sus piezas ya no había marcha atrás.

¿Fuego?, oh, fuego que adorable, el rojo brillando por cada lugar debía de ser hermoso, si, el fuego, la destrucción, todo, hermosos simplemente lo era. Seguro si ella dijese eso en voz alta ganaría el odio del muchacho o simplemente lo asustaría, prefirió callar y solo guardárselo para sí misma, pues para tener pensamientos macabros siempre había sido buena.
Al terminar el muchacho su relato, con un acto simple, estiro su mano y la coloco sobre la mejilla del muchacho, un suave tacto y acto. Que más se podía hacer o decir, él odiaba y su odio poco a poco lo iría consumiendo, lo mataría mas ella no parecía darle importancia a ese hecho sino que parecía emocionada por el odio que el guardaba, por primera vez sus ojos tuvieron una leve chispa de emoción reflejada en ellos.

-Maximoff, debería de tener cuidado al tomar sus decisiones, los hilos están movidos y puede que te hagan caer-

Susurro suavemente como advertencia, no se refería a otra cosa más que a su instinto de venganza que pareció salir a flote con tan relato, no quería incomodarlo ni quería sonar sabionda, ella solo decía lo que pensaba como siempre, la sinceridad era primero, siempre le habían dicho.

-Disculpe mi imprudencia y mas mi descortesía, mi nombre es Caroline Almit.-

Tras su presentación retiro su mano de la mejilla del joven y miro unos instantes las flores que permanecían como nuevas en aquel florero. ¿Preguntaba porque estaba allí?, pues ni ella lo sabia ¿Qué contestar?, no sabía. Su vista volvió a posarse en él y sonriendo apenas le informo.

-Escapar y comenzar un nuevo juego.-

Sin más respondió aquello, quizás no tendría lógica para él pero para ella era lo más lógico que pudo responder. ¿Un nuevo juego?, claro, acaba de huir de un juego que no quiso jugar pero fue destinada a hacerlo ahora le tocaba comenzar uno donde ella creía ser el master mas sabía que no lo seria, todo se rige por alguien superior, siempre. No contaría su vida aunque quizás se lo debiese, era simple y para nada entretenida, ¿para qué decirla?, si ella misma deseaba olvidarla.

Quito su mano en un acto corto y ágil, al escucharlo hablar por primera vez. Sus palabras la desconcertaron bastante, quizás sea por el hecho de carecer tal tipo de sentimiento o al menos creer carecer que no lo entendía lo suficiente, ¿acaso tan poco tiempo bastaba?, no comprendía realmente. Mas no pudo contestar ya que fue totalmente sorprendida por la cercanía de este, no se resistió para nada a su tacto pero no podía conceder aquel hecho sin agregar algo antes.

-No me conoces, no puedo-

Su voz fue suave pero con una pizca de tristeza pegado a ella, simples palabras para luego soltarse lentamente de su agarre. Cerrando sus ojos se alejo un poco de él para tener una distancia moderada entre ellos. No era que quisiese alejarse de él pero era lo más prudente en ese momento, analizando bien la situación seria lo mejor y lo más fácil, por así decirlo. Desvió su rostro hacia abajo mirando a un lado, sus labios entreabiertos como si pensara bien que decir luego y así lo hacía, pensar que contestar, pensar que no lo dañase y que podría decir sin que consecuencias trajese. Trago en seco para luego soltar un suspiro y buscarlo con la mirada.

-No puedes sentir nada porque no me conoces, no al menos algo real-

Aseguro con serenidad mientras su porte era serio. Su mirada reflejaba por primera vez algo de angustia, sabia como continuar su frase, sabía que decirle pero no quería. Cerró sus ojos nuevamente mientras se relajaba, inconscientemente acomodo su cabello mientras tarareaba una pequeña melodía infantil. Al darse cuenta de su propio acto abrió sus ojos de golpe y callo sin más. Odiaba tener aquel tipo de reacción, como si se encerrase en su mundo era, solo ella y nadie más, en esos momentos no era lo más apropiado, alejarse de los problemas no era una buena opción, no ahora.

-Conóceme un poco más y luego… luego vemos si sigues igual.-

Quizás no fueron las palabras correctas pero ella temía que al conocerla bien él huyese, se conocía bien y no quería que él sufriera por ello, no Dimitri que tan bien le cayó. Llevo su mano hasta su cuello, toco la gargantilla negra que tenía ese día, y respiro hondamente, sus secretos, sus misterios y su realidad, todo era mejor no saber. Pero supuso lo inevitable, en algún momento debería de decirle, en algún momento debería de ser sincera consigo misma y con él, solo esperaba que no llegase pronto.

Escucho lo dicho, aquellas palabras le hicieron sentir un pequeño calorcito donde su corazón debía de estar, sintió un extraño sentimiento bastante molesto e incomprensible, hubiese reído un poco pero supuso que no sería lo más correcto, no, sería igual que una loca haciendo eso mismo.
No pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro, era mezcla de melancolía y esperanza. Cerró sus ojos bajando un poco su rostro y acomodando sus cabellos, hubiese dicho un simple “eso deseo” pero prefirió no hacerlo, no aun. Abriendo nuevamente sus ojos y subiendo su rostro se acerco lentamente a él nuevamente.

-¿Crees que alguien nos dará la bienvenida?-

Indago cambiando de tema, revisando con su vista el lugar nuevamente, parecía que no habían ni las más mínimas intenciones de que eso sucediese, como si realmente fuese completamente irracional saludarlos o simplemente, ya sabía la respuesta.

-Por qué nosotros mismo no la tenemos que dar-

Murmuro ella parando su recorrido mirando una puerta, aquella por la cual no habían entrado y que se mantenía cerrada desde hacia tiempo, ni ruidos ni indicios de que se pudiese abrir había realmente. Desviando nuevamente su mirada a Dimitri soltó una pequeña risa, corta y baja. Como si algo le hubiese causado gracia lo hizo y negando sutilmente con su rostro bajo, soltó un poco de aire contenido.

-Creo que ya ni sentido tiene lo que digo-

Con inconsciencia estrujo sus manos como si nerviosa estuviese, en realidad si lo estaba pues no sabía que decir o hacer realmente, estas situaciones le eran extrañas. Un juego que implica sentimientos no era un juego bien jugado pero ya no había marcha atrás cuando uno da un paso hacia delante solo le queda continuar.